Japón ha retirado temporalmente de Seúl a su embajador en Corea del Sur, y todo por una estatua.
La efigie, de bronce y apenas metro y medio de altura, representa a una "mujer de confort" joven y descalza, sentada en un banco.
Fue colocada por activistas frente al consulado japonés en Busán, la segunda ciudad más grande del país.
¿Pero quiénes son estas mujeres y por qué han provocado de nuevo un conflicto diplomático entre ambos países?
Se las llama "mujeres de confort" a las esclavas sexuales que estuvieron al servicio de los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
Mujeres de China, Filipinas, Indonesia y Taiwán también poblaban los burdeles militares, pero las coreanas constituían la gran mayoría.
Se calcula que en total llegaron a sumar 200.000, de las que según se cree en Corea del Sur sobreviven 46.
"Somos muy viejas. Vamos muriendo año a año, una por una", le dijo a la BBC una de ellas, Lee Ok-seon, de 88 años, en 2013.
"Como un matadero"
La mayoría habita en la Casa Compartir, un hogar de retiro de la ciudad de Gwangiu, un verdadero museo viviente del sufrimiento.
Ubicada a la vera de un camino rural, no puede ser más diferente de las cabañas y granjas de tomates que la rodean: está llena de placas y estatuas que dan cuenta de las historias de sus habitantes.
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