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La crisis del coronavirus encontró la popularidad de Andrés Manuel López Obrador camino abajo. La aprobación del presidente de México ya había comenzado a sufrir los efectos del desgaste de gobernar incluso antes de que se detectara el primer caso de la covid-19, el 28 de febrero. En aquel entonces, su popularidad se encontraba ya tocada tras las movilizaciones feministas del 8-M. Comparado con marzo de 2019, el mandatario ha perdido más de 20 puntos. La epidemia podría profundizar la caída. La crisis ha significado una dura prueba para los gobiernos del mundo, sin importar si eran populares o impopulares o si sus sistemas sanitarios estaban o no preparados. México no ha sido la excepción. El país lleva 15 meses siguiendo la agenda de un solo hombre. La gestión de la contingencia ha abierto las primeras grietas en ese poder, hasta ahora sin contrapesos, y promete obstaculizar el camino a 2021, un año fundamental para el proyecto del presidente por las elecciones intermedias.

La contingencia provocada por la covid-19 habrá transformado el escenario político rumbo a las elecciones del próximo año, donde será renovada la Cámara de Diputados (500 asientos), 15 gubernaturas y 2.000 alcaldías. “Muchas oposiciones están caminando con un solo objetivo: quitar a Morena la mayoría en el Congreso”, considera David Gómez-Álvarez, director del think tank Transversal, ubicado en el Estado de Jalisco. Si esto sucede, será el quinto sexenio consecutivo donde el Gobierno en turno pierde la mayoría para la segunda mitad.

Las fuerzas de resistencia al poder central se están conformando a nivel regional. Era una oportunidad que había sido buscada con ahínco por los detractores de López Obrador. Políticos y partidos habían intentado contrastar con el presidente en temas de seguridad, económicos, de lucha contra la corrupción y de la agenda legislativa. Todo había fracasado. Hoy se ha equilibrado más el terreno. Estados gobernados por la oposición han lanzado críticas a la Administración federal. Pero también lo han hecho entidades controladas por Morena, como Puebla o Baja California. Se ha abierto un nuevo frente que la oposición querrá aprovechar. “Los liderazgos regionales del 21 no se han identificado todavía, pero no vendrán de los plurinominales (enviados por la capital)”, afirma Gómez Álvarez.

La molestia de los mandatarios locales con el presidente ha resucitado una polémica añeja. Algunos gobernadores, sobre todos los del norte rico, han exigido revisar el pacto fiscal, un complejo modelo que, a grandes rasgos, beneficia con recursos a los Estados más poblados y no a quienes mejor recaudan. La cuestión resurge de vez en cuando y nunca con la fuerza con la que tiene el debate entre Madrid y Cataluña o El País Vasco. Ahora ha renacido al calor de la crisis, que estuvo precedida de meses de focos rojos que alertaban sobre la corrupción en los sistemas de salud estatales, desabasto de medicinas y falta de personal sanitario.

“La desaprobación de López Obrador se ha agudizado con la crisis”, considera Lorena Becerra, encargada de opinión pública del diario Reforma. El periódico publicó a finales de marzo que solo el 37% aprobaba su manejo de la crisis. Esto derivado de las fallas tempranas: la ausencia de pruebas de diagnóstico, la falta de seriedad ante la amenaza y la falta de previsión a pesar de que el primer positivo en el país vecino, Estados Unidos, se confirmó el 21 de enero, un mes antes de llegar a México. Otros estudios demoscópicos confirman la tendencia. La aprobación del presidente, de acuerdo a Consulta Mitofsky, es de 46%. Hace un mes era de 52%. Y 64% hace un año .

Más información: https://bit.ly/2zhYhS7

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