Un aspecto esencial de la democracia es su carácter deliberativo. El país, los medios, el día a día abren espacio a la deliberación en sus variadas formas: el escrutinio al poder, el debate, la confrontación de ideas. Es una paradoja, pero en la práctica y en la regla, las campañas electorales cierran paso al debate. El modelo comunicacional diseñado por políticos es claramente antiliberal y en muchos sentidos una ofensa al ciudadano. Uno de los capítulos más lamentables de la mala reforma de 2007 fue, además de cancelar las libertades, crear un modelo de campañas con una invasión de promocionales en radio y tv tomado de los tiempos del Estado. La propaganda se volvió el modelo de comunicación política y el debate simplemente desapareció de escena.
Frente a esta realidad de un diálogo que hoy parece imposible entre los partidos y el ente social al que representan, el historiador Enrique Krauze se ha pronunciado por abrir espacio al debate. La causa de Krauze es la de los ciudadanos. Los partidos procesan la propuesta a partir de su cálculo y conveniencia. Es natural, pero no puede quedarse en ello. De todos los frentes debemos exigir a los partidos y a sus candidatos un compromiso mayor para hacer de los comicios venideros el paso adelante que exige la calidad de nuestra democracia, y en este objetivo, el debate es un elemento imprescindible.
Los debates no se hacen porque la ley los exija o imponga. De hecho, los que así se establecen suelen ser sumamente rígidos y de un formato que no propicia el intercambio de ideas. Todo se vuelve problema, hasta la convocatoria, más cuando concurren muchos candidatos, algunos sin posibilidad alguna pero que suelen ser patiños que la hacen de fajadores al servicio de otros con mayores posibilidades.
Los debates acontecen en la escena política porque los contendientes deciden participar no en función de una ventaja, o desventaja, sino como parte natural del juego democrático. Casi siempre son los medios de comunicación los que convocan, organizan y difunden. Suele haber declinaciones a participar bajo la tesis de que quien va adelante en las preferencias no debe exponerse. La realidad es que los triunfos electorales deben acompañarse de razones y argumentos. Esta es la importancia de los debates, y con frecuencia se dan casos de candidatos con ventaja que la aumentan, precisamente, por lo que acontece en este tipo de encuentros.
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