Recomendamos también: Se le fue el avión, por Macario Schettino

Compartir

Cada día de 2019, el gobierno mexicano tuvo ingresos, en promedio, de 14,750 millones de pesos. Si le quitamos los ingresos ficticios de los que hablamos hace unos días, el promedio es de 14,100 millones. El gasto del gobierno es similar: cada día, más de 14 mil millones de pesos se utilizan para pagar sueldos, comprar servicios, construir carreteras o refinerías, y miles de actividades más. Es importante tener esta referencia para entender lo que representa el nuevo Sorteo Especial de la Lotería Nacional, que representa 3 mil millones en boletos, y 2 mil millones en premios.

Nada más el tiempo que ha dedicado el Presidente al tema del avión, sumando las mañaneras e imaginando las sesiones para inventar excusas, métodos, billetes de lotería, suma más de 24 horas, de forma que representa un costo equivalente a siete veces lo que se debe del avión. Bastaría con que el Presidente dedicara ese tiempo a otros temas para tener impactos varias veces superiores, por decirlo de otra manera.

Es indudable que López Obrador ha aprovechado al avión mucho mejor que cualquier otro presidente, sin utilizarlo una sola vez. Lo convirtió en símbolo de excesos, lo utilizó para prometer dinero a todo tipo de programas, y ahora le sirve para distraer al público. Inventar la rifa fue lo último, y acabó convirtiéndose en un problema. Nadie querría ganarse un elefante como ése. Nada más en impuestos, gastos de mantenimiento y uso, y el obvio problema del tamaño, sería una gran tragedia. Así que el tema se convirtió en un Sorteo Especial, grandes premios en efectivo, pero no el avión. De hecho, ya nada tiene que ver el avión, salvo en la imagen del boleto, porque ni se rifará, ni se pagará. En pocas palabras, es un fraude.

Me preocupan dos cosas. La primera es la facilidad con que el gobierno mexicano está cometiendo estos dislates. Le recordaba que Hacienda inventa ingresos en sus cuentas que, si no estuviesen, mostrarían que no hay superávit fiscal, que era la razón por la cual nos mantienen con grado de inversión. Pero ahora resulta que no sólo Hacienda finge ingresos, sino que el Presidente finge ventas. Me pregunto cómo interpretan estas acciones los inversionistas extranjeros, tanto los que construyen fábricas como los que tienen sus ahorros en pesos. ¿Pueden tener confianza en un gobierno que engaña, finge, y dedica más tiempo a distraer que a gobernar?

La segunda preocupación tiene que ver con el estado de ánimo de López Obrador. Nunca ha sido bueno para manejar sus emociones. A veces eso le ha servido para actuar fuera de la ley. Otras, lo llevó a perder elecciones. Pudo ganar en 2018 porque nunca estuvo realmente bajo presión, y nunca se enojó. Pero gobernar no es sencillo, y las cosas no le han salido.

Más información: http://bit.ly/2tKVj6d

Autor