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Si en las relaciones laborales se enrarece el ambiente cuando un jefe siente aversión hacia algunos colaboradores, en un país la convivencia termina siendo imposible si el Presidente profesa un rencor tan profundo como el que López Obrador transmite hacia buena parte de sus gobernados.

Con más de mil muertos diarios por una epidemia que por negligencia se minimizó, y doce millones y medio de mexicanos que tenían un ingreso y por obsesiones ideológicas del Presidente lo perdieron en abril, nos regaña y nos insulta.

Por ese camino va a terminar persiguiendo a sus críticos o expulsándolos del país. Y él va a acabar enfermándose porque (Shakira dixit) no se puede vivir con tanto veneno.

El tema no es personal, sino de gobernabilidad.

Hay un reguero de muertos, muchos de ellos evitables, millones que van a la pobreza alimentaria, y el Presidente en lugar de corregir o mitigar golpea a quienes lo dicen y lo muestran.

La trae contra todos los que tienen opiniones distintas a las suyas. Ha desprestigiado al gremio médico y a doctores en particular, a empresarios, organismos autónomos y a sus titulares hasta doblegar a ambos, a críticos, científicos, historiadores, periodistas y a medios de comunicación de una manera creciente y peligrosa.

Este martes, su enojo volcado contra el periodismo fue inadmisible porque mintió de principio a fin.

Se lanzó (y cito extensamente para que no diga que se le saca de contexto) contra “algunos medios de comunicación que han buscado politizar el tema de la pandemia tienen problemas con nosotros, (quisieran que) nos fuera mal para exhibirnos, para mostrar nuestra supuesta ineficiencia… Por eso he hablado que es temporada también de zopilotes. Desde el principio inventaron el primer muerto, el primer fallecido por la pandemia, los medios de comunicación amarillistas, y se atrevieron a sacar imágenes de crematorios en portada; y muchos periódicos diariamente, como si se tratara de datos, están mencionando la pérdida de vidas humanas. Yo sostengo que, a pesar de los pesares, porque no queremos que nadie pierda la vida, se ha logrado controlar en México la pandemia…”.

El Presidente acusa a los medios de publicar acerca de los muertos, “son unos zopilotes, merecen respeto”.

Habla así porque tiene fundados cargos de conciencia y los quiere transferir al mensajero.

Si de veras hubiese sensibilidad por la vida humana, habría fortalecido la infraestructura de salud para atender gente y salvarla, en lugar de cargar el presupuesto a financiar sus obsoletas obsesiones.

Olvidó el Presidente que la vida es primero.

Perdió de vista que la razón de ser de un Estado es proteger la vida de sus ciudadanos, y de ahí se derivan todas las demás funciones.

Sus prioridades no tienen nada que ver con el estado de bienestar y la protección de la vida humana, sino con atavismos ideológicos y sueños literarios o infantiles, como un tren en medio de la selva.

Gastó un peso en Salud por cada 46 que gastó en Pemex en el primer trimestre.

¿Así defiende la vida el Presidente en una pandemia?

¿Así acusa a los medios de comunicación de ser zopilotes, o chombos como les llaman en Tabasco?

En un trimestre Pemex perdió el equivalente a cuatro años de la Secretaría de Salud, y le siguen metiendo el dinero que no gastan en protección sanitaria.

Más información: https://bit.ly/3dySEya

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