El coronavirus está fuera de control en el país y el encargado de contenerlo se encuentra absolutamente extraviado.
Peor estamos nosotros, los ciudadanos.
La ingenuidad es un mérito, como dice Borges, pero un pasito adelante se transforma en algo que se denomina con una muy mexicana expresión. En eso caemos al admitir la permanencia de Hugo López-Gatell al frente de la estrategia nacional contra el coronavirus.
El señor se debió haber ido hace tiempo porque no da una, y cada día justifica por qué lo corrieron del equipo de expertos que combatió, exitosamente, la influenza AH1N1 en 2009.
O tal vez por eso lo mantienen, porque lo echó Felipe Calderón.
Para este doctor dan lo mismo seis mil muertos que 30 mil, 35 mil y 60 mil.
Ha hablado de las cuatro cifras, en diferentes momentos, como si se estuviera refiriendo a cabezas de ganado. Son personas fallecidas o que van a morir.
Cada muerto es una familia desgarrada y se le trata con la frialdad de un asunto sanitario.
López-Gatell desestimó la aplicación de pruebas, las boicoteó en los estados, y ayer Epidemiología anunció que las ampliará a grupos de síntomas leves. Entonces, ¿sí o no a las pruebas?
Uno ya no sabe si sirve o no sirve el cubrebocas, porque el encargado de proteger a la población de la pandemia nos dijo que no era útil. Sheinbaum lo contradijo, puso mascarilla obligatoria, y los capitalinos nos quedamos atrapados entre las dos opiniones.
¿Nos la ponemos o no? ¿A quién obedecemos?
El Presidente, que despacha en la capital, le cree a López-Gatell y no se la pone. Llama a “reconquistar la libertad” y salir a la calle “con prudencia”. Muchos siguen su ejemplo.
Alfredo del Mazo, que gobierna una parte importante del Valle de México, pide mascarilla obligatoria y que la gente permanezca en sus casas hasta que baje la ola de contagios.
El doctor López-Gatell cambió de opinión esta semana, cuando leyó un artículo que tiene por coautor al Premio Nobel, Mario Molina, en que destaca la importancia del cubrebocas.
Ahí sí, bueno sí.
¿Y cuándo va a bajar la ola de contagios?
López-Gatell nos dijo que el pico de la pandemia se daría entre el ocho y el diez de mayo. Luego adelantó la fecha: sería el seis de mayo. Después, que sería en los primeros días de junio.
No acertó en ninguna, porque seguimos en máximos históricos.
Para él da igual mayo que junio. O julio o agosto. ¿Cómo puede ser eso? ¿Qué clase de científico es?
Y luego, las mentiras del doctor. Ahí están.
En reiteradas ocasiones ha dicho que desde enero se comenzaron los trabajos para recibir a la epidemia y proteger a la población. Eso es falso.
Hace una semana y media todavía llegaban los aviones cargados de compras de emergencia de las mascarillas que López-Gatell decía que no servían, y equipo de protección para el personal médico que no se compró a tiempo.
¿Cuál preparados? ¿Cómo que desde enero?
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