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Al Joven Maravilla se le ha hecho bolas el engrudo. En el fragor de la batalla y cuando quisieron bajarlo de la contienda electoral desde Los Pinos, Anaya se rompió la boca diciendo que si ganara la elección, buscaría la creación de una comisión de la verdad para investigar al presidente Peña. Como en las novelas, el tiempo pasó: Meade no creció ni un punto, Anaya perdió dos y Liópez creció tres, más menos. El día del debate Anaya recuperó un pedazo de confianza y ganó el debate. En los mentideros corrió la especie de que no había que descartar un acercamiento entre Peña y El Joven Maravilla. Leonardo Curzio le preguntó a Anaya si le pediría una cita a Peña para, digamos, limar asperezas. Santa pregunta del diablo, Batman. Anaya contestó que estaría dispuesto a “sumar esfuerzos”.

Y se alborotó el cotarro. El candidato a la gubernatura de Jalisco por el Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro, montó en cólera y amenazó con retirar su apoyo al Frente: “Con ellos (los priistas) ni a la esquina. No vamos a dejar pedazos de dignidad por el camino”. Gilga ha encontrado en sus caminos pedazos de diversas dignidades, eso que ni qué; de hecho, tiene una colección en el librero que dice: “Pedazos de dignidades, 1988-2018”. Cuando quieran las lectoras, los lectores y les lecteres, Gamés los invita a reconocer trozos de dignidades: miren este pedazo de la dignidad de Manuel Bartlett, ¿no está divino? ¿Y qué le dicen a Gil de este otro trozo de la dignidad de Germán Martínez? Una belleza. Y así. ¿Se animan a venir al amplísimo estudio?

En pocas palabras: Ricardo Anaya corrigió como alma que lleva el diablo: “No creo en los pactos cupulares (no confundir con copulares, ¿cierto?), no tienen ninguna utilidad”. Y en un tuit escribió: “No al pacto de impunidad. Que quede claro: para este Frente, la única alianza posible es con los ciudadanos”. Y al Joven Maravilla no le quedó más que el llamado al voto útil. Así ocurrió esta historia del engrudo y las bolas (no empiecen). Aunque ganó el debate, Anaya no las trae todas consigo ni consiga. Gil recordó al clásico el que no quiera ver noches, que no salga de fantasma, o como se diga.

Alucinaciones

En Tepeaca, Liópez dijo que el voto útil que pide Anaya es una alucinación: “Ni uniéndose todos nos van a ganar, la gente ya decidió que haya un cambio verdadero”. Gamés tuvo un mal pensamiento: si ocurre algo inesperado y Liópez no gana la elección, el lío será mayor, lo que los poetas llaman un verdadero desmadre muy cabrón.

Gil lo leyó en su periódico MILENIO. En Orizaba y Córdoba, Liópez le dio vuelo a la hilacha de su autoritarismo y dijo que darle un voto a cualquier otro candidato es ser “cómplice de la corrupción”. ¡Aigoeei! Los que estén sentados, párense, los que estén parados siéntense: por si no lo sabían ya lo saben: todo aquel que no vote por Liópez es un corrupto. ¡Mecachis! Y luego dicen que por qué Gilga no cesa de escribir de Liópez. Gil hace una trascripción admirativa de la nota de José Antonio Belmont y Janet López: “No es que me cae bien Andrés Manuel, no es que me cae bien Andrés Manuelovich, me cae bien El Peje, pero para gobernador lo voy a pensar, para senador lo voy a pensar, para diputado lo voy a pensar. ¡Nada de eso! Cambio o no cambio, corrupción o honestidad”.

Más información: http://bit.ly/2FB7RNa

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