Gil no da crédito y cobranza. Su periódico La Jornada publicó una entrevista de Ángeles Cruz Martínez con José Alonso Novelo Baeza, titular de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Lean esto: “Encontramos trámites pendientes desde 2006, alrededor de 22 mil, sobre los que antes nadie se quejó, como si no existieran. De pronto nos exigen atenderlos de inmediato cuando se trata de expedientes incompletos, en desorden. Eso complica la operación de la Cofepris. Aún así se ha resuelto la mitad y a la vez recibimos 850 nuevos cada día, de los cuales entre 85 y 90 por ciento son de registros de medicamentos, dispositivos y plaguicidas”. Rayos y centellas, pero entonces qué hacemos, ¿cerramos los ojos? ¿Esos trámites pendientes son neoliberales?
Oigan esto: “En teoría, se crearon porque la Cofepris no podía atender los trámites a tiempo. Los terceros autorizados son agencias que se aprueban aquí, para que desde afuera ayuden en la revisión de expedientes. Pero no fue así. Encontramos personal de Cofepris que iba uno o dos días enteros con los terceros. Les hacían el trabajo por el que esas empresas cobran a los fabricantes”. Gil no duda ni un segundo, rayos, todo es muy difícil, en el pasado todo estaba mal, muy mal. Pero entonces, ¿detenemos todo, nada sirve?
Ahora mal
Gil caminaba sobre la duela de cedro blanco, una duela en la cual los anuncios de la Cofepris ofrecen reducir a la mitad el tiempo para resolver los trámites: “algunos lo hacen, pero estamos viendo si mañosamente se prolongaron los tiempos de entrega de la comisión para favorecer a terceros autorizados. También existen las puertas giratorias: personal de aquí se fue, ya tenía relación con la industria y creó sus empresas (…) Todos están en revisión. No se atropellarán los derechos de nadie, pero tampoco habrá facilidades para el negocio y la corrupción. Si demostramos que la Cofepris tiene la capacidad sin terceros autorizados, adiós. Mientras, les damos el beneficio de la duda, pero sí vamos a depurar”. Depurar, gran palabra. Gilga no tiene la menor duda, depurar es lo correcto, pero mientras, no dejemos sin medicinas a los hospitales. Ay, Dios, por cumplir con la norma, vamos a dejar hospitales sin medicinas? En serio, ¿pueden responder?
Oigan esto: “Las inversiones deben tener una retribución justa. En países nórdicos y europeos hay un equilibrio entre la industria y la salud. El ejemplo más claro y reciente es el etiquetado de alimentos y bebidas que responde a los intereses de las empresas. En la industria farmacéutica tenemos que asegurar el cumplimiento del marco jurídico sin discusiones y con un piso parejo para devolver certidumbre a las empresas que se han retirado porque no pudieron competir contra algunos que tuvieron privilegios y crearon monopolios”.
Países nórdicos, ¿seguimos con eso? “En la revisión de las normas vamos a encontrar la oportunidad de hacer que la Cofepris sea más eficiente, ágil y transparente”. Ay, Dios.
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