La influenza arrasaba el cuerpo de Gil. En algún momento de este padecimiento miserable, Gamés vio frente a él a un hombre mayor, tocado por la inclemencia del tiempo y los años mal llevados: era Gamés en el espejo, derruido, la barba crecida y los ojos enrojecidos, la tez delgada, a punto de rasgarse. El ladrido de la tos se escuchaba a lo lejos como en un cuento de Juan Rulfo: ¿No oyes ladrar a los perros? Resulta que era Gil tosiendo en el amplísimo estudio. Este es el origen del clásico rulfiano, la influenza ha revelado un misterio literario.
El viejo que Gil vio en el espejo le rindió un homenaje a Chuck Berry, gran guitarrista y padre del rock & roll muerto a los 90 años. En el amplísimo estudio resonaron Johnny B. Goode, Sweet Little Sixteen y Roll Over Beethoven. Las cuerdas mágicas del viejo Berry sonaban en el pecho cavernoso de Gilga.
La lectora y el lector con edad para recordar traerán a su mente dos películas, Pulp Fiction, la fábula de Tarantino en la cual Travolta, gordón y en calcetines, y Uma Turman bailan You never Can Tell. La otra película es Volver al futuro: cuando Michael J. Fox toca en el pasado una canción del futuro: Johnny B. Goode. En fon. Gil olvidó la influenza y se deslizó sobre la duela de cedro blanco reventándose unas rolas del gran Berry. Vamos: coupé jetté battu, capriola, Gil siempre es clásico, incluso al bailar rock. En fon.
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