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Cuando muchos decían que los jóvenes y los estudiantes, en particular, son apáticos, la respuesta a una agresión de porros a los estudiantes del CCH Azcapotzalco frente a la Rectoría de la UNAM produjo una respuesta masiva de decenas de miles, que realizaron una gran manifestación el miércoles 5 de septiembre, la más grande realizada dentro en Ciudad Universitaria, incluyendo las de los movimientos del 68, del 71, del 86, del 99, las del 132 y tantas otras.

No puedo dejar de mencionar que justamente cuando surgió éste nuevo movimiento estudiantil apareció publicado mi libro Adiós al 68, en el que propongo dejar de mirar al pasado, cerrar el ciclo y apostar por los jóvenes. Nunca estaré de acuerdo con la frase conservadora de “todo pasado fue mejor”.

Adiós al 68 no propone olvidarlo, no ando otorgando amnistías, como otros.

Hoy, más que nunca, se requiere construir un hilo conductor capaz de acumular la memoria histórica del movimiento estudiantil. Eso solamente será posible con la construcción de una organización permanente, masiva, democrática de los estudiantes a nivel de cada universidad y luego de una que las integre en una de carácter nacional. Solo así será posible evitar que los movimientos desparezcan una vez que se terminan los procesos de movilización masiva que nunca son eternos. Ese es el gran ejemplo de la Federación de Estudiantes Chilenos que tiene más de 100 años y que ni siquiera la dictadura de Pinochet pudo eliminar.

Más información en: Milenio.com 

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