De izquierda autoritaria tenía que ser Agustín Basave: quiere saber “quién” me “motiva” a escribir contra la alianza PRD-PAN y reprocha que no lo haga sobre otras. El dirigente de un partido de izquierda no concibe las convicciones propias.
Pues me motivo yo mismo, porque estoy contra esa alianza y me interesa más que las otras como tema periodístico. Vivo en un país libre y puedo expresarme sobre lo que creo, mientras mi conducta sea lícita.
El académico Basave debe leer a Tocqueville sobre el tema de “todos los hombres obligados a cumplir las mismas reglas”. Basave quiere que todos cumplan sus reglas. Por eso ni siquiera firma la carta: manda a alguien.
Por eso pretende que yo escriba lo que él quiere y por eso dijo a los consejeros del PRD opuestos a las alianzas:
“¡No se los voy a permitir! ¡Yo no, yo no! ¡Si no va Tlaxcala, no va Puebla, es mi posición irreductible! Y si ustedes cambian eso, yo renuncio a la presidencia del PRD. Es una decisión que yo ya tomé. Yo renuncio a la presidencia del partido ¡y busquen a alguien más!”
Las cosas tienen que ser como le da la gana a Basave, cual comisario comunista cubano, prosoviético trasnochado, censor chavista, funcionario de prensa de Rafael Correa o jerarca de la Ley de Medios de Cristina Fernández de Kirchner.
Por eso es intolerante a mi crítica a sus alianzas con el PAN, atribuyendo motivos ocultos e intentando dictar línea sobre cuáles son los textos que le parecen aceptables, buscando que la relación entre actores políticos y medios sea de subordinación ideológica.
Pero, insisto: estoy contra la alianza porque lo está el propio PRD, cuya Declaración de Principios plantea que “no busca el poder por el poder mismo, sino que lo concibe como medio para transformar democráticamente la sociedad, la economía y el Estado”.
Y Basave sacó del programa aliancista las banderas que hacen al PRD “de izquierda”: legalización de la mariguana, aborto, bodas gay. Basave busca “el poder por el poder mismo”. Es decir, es un perredista falso, un advenedizo.
En su carta, firmada por una subordinada, Basave afirma que mi texto contiene analogías misóginas. Sin embargo, al usar la expresión “escuela de señoritas” señalé que la política es una lucha despiadada destructora de carreras y familias.
En las escuelas de señoritas privan los buenos modales y la corrección. Mis letras no estereotipan a las señoritas como sinónimo de “pusilanimidad”, que significa falta de ánimo y valor para tomar decisiones.
Pero el académico Basave desconoce la definición de la RAE a la palabra pusilanimidad.
Porque sólo sabe que no sabe nada: ni la Declaración de Principios del PRD.
Porque los principios… no le importan.
Este artículo fue publicado en La Razón el 07 de Enero de 2016, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página