Morena y su dueño, el candidato de oficio a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, caminan hacia un 2018 que presagia cobros de facturas por promesas firmadas y no cumplidas, por aquellas cosas buenas mal contadas, por escándalos de corrupción de frontera a frontera y de costa a costa, por la violencia que no se queda debajo del tapete, por los gasolinazos, por la inflación al alza y el crecimiento a la baja, por una diplomacia inestable y reactiva.
El líder de las preferencias electorales con la mira en las elecciones federales modera su discurso, se desmarca de las protestas porriles y del vandalismo so pretexto del gasolinazo (ahí viene el segundo) e incluso se alinea con el Presidente Peña Nieto si de defender la soberanía se trata.
AMLO avanza mientras las comparaciones con los postulados populistas del nuevo Masiosare estadounidense (el extraño enemigo que profana con sus muros nuestro suelo) se acumulan, pero también porque afloran algunas diferencias.
Donald Trump no tuvo experiencia previa de gobierno, López Obrador sí. El proteccionista es millonario, el tabasqueño no. Uno se empeña en hacer mostrar su dorada supremacía financiera, el otro no. Ahorra hasta en consonantes.
AMLO suma. La incorporación de Esteban Moctezuma Barragán, actual presidente de Fundación Azteca, del empresario Ricardo Salinas, y exsecretario de Gobernación, de Desarrollo Social, exzedillista y expriista, como responsable del desarrollo social para el proyecto alternativo de nación de López Obrador, está llena de significados y lecturas.
Dijo la secretaria general de Morena, Yeidckol Polevnsky, que la integración del hermano de otro cercano a AMLO, Pablo Moctezuma, exjefe delegacional en Azcapotzalco, no representa alianza con la televisora; refleja, insistió, la apertura del movimiento para con toda persona (que no partidos) que coincida con AMLO. De los bien intencionados será su reino, hasta la absolución tendrán por su pasado priista (ejemplo, él mismo).
Y no sólo va Esteban Moctezuma: también Alfonso Romo Garza. El empresario regiomontano con intereses tan diversos desde el desarrollo agrícola hasta los medios de comunicación (en su momento impulsor de Aristegui y otros destacados comunicadores) será quien coordinará los trabajos para construir un proyecto nacional viable y sustentable, programa de gobierno para lo que López Obrador dice será la buena, la tercera, la vencida.
Por cierto, veremos si Delfina Gómez, su candidata al gobierno mexiquense, rota la alianza PAN-PRD, no les pone infeliz susto “buscando la felicidad” a propios y extraños, como ocurrió en Veracruz con Cuitláhuac García. Si triunfa gana el de Tabasco, si pierde la derrota será de ella. Por lo pronto AMLO gana-gana.
Este artículo fue publicado en La Razón el 26 de enero de 2017, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.