febrero 24, 2025

Análisis: La opinión, corrección, argumento y disculpa de Carlos Loret sobre López Obrador

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Analizamos un caso concreto de intercambio público razonado. Un gesto de corrección de un juicio subjetivo.

El texto es un artículo del periodista y economista Carlos Loret de Mola (1976), publicado el 7 de febrero, en el espacio Historias de reportero de la sección de Opinión del diario comercial-informativo El Universal. Su título es “Se asomó el viejo Andrés Manuel¨ y lo integran diez párrafos con una suma de veintiséis enunciados. La cabeza y nueve parágrafos (veinticuatro de los enunciados) desarrollan el tema de la corrección de juicio; el último parágrafo de la columna, consistente de dos enunciados, es un “aparte” con temática diferente, una rúbrica subtitulada “Saciamorbos”.

El encabezado, un enunciado afirmativo de carácter subjetivo, presenta la conclusión de los argumentos de Loret de Mola: AMLO no es de fiar; trata de cambiar, pero no puede, es el mismo de las dos veces anteriores, un ser intolerante y necio, un proyecto de tirano que puede acabar de golpe con la libertad de expresión en México.

La argumentación comienza como una retractación del juicio externado por Loret en una columna anterior, la publicada en el mismo sitio y medio el jueves (1o. De febrero) de la semana pasada, con el encabezado: “AMLO da muestras que ya aprendió¨. Allí Loret decía ver un cambio en el eterno candidato a la presidencia: según creía él, López ahora se manifestaba “disciplinado” e “incluyente”, como si hubiera abandonado su belicosidad de activista de su propia causa, para ingresar de verdad en el discurso razonante de la política. Un ser que, a su entender: “ya no peleaba con la prensa ni el empresariado, que no mandaba al diablo a las instituciones, que sonreía y bromeaba en vez de enojarse”. Tal es el primer párrafo.

El segundo párrafo manifiesta el reconocimiento de que se equivocó al expresar esa creencia: “Debo ofrecer una disculpa a los lectores: me apresuré a sacar conclusiones sobre ese ‘nuevo’ López Obrador”. Y el párrafo siguiente nos comunica que el día anterior Loret de Mola vio un gesto del candidato que lo hizo ver que no había cambiado tanto. Lo califica como un “deja-vú, un horrible regreso al pasado”. Porque AMLO realizó otra vez, a su juicio, un acto “autoritario”. No hizo auténtica política, que es saber sumar puntos de vista, optó de nuevo por antidemocrático enfrentamiento directo y la descalificación de un adversario.

Los siguientes tres parágrafos plantean el meollo del asunto, una cuestión importante para la opinión pública y el debate democrático. El también periodista Jesús Silva-Herzog, reconocido como líder de opinión y serio conocedor de temas de política y sociocultura, recibió una descarga del “viejo” AMLO, por atreverse a juzgar, en una columna del diario Reforma, como “oportunista” el comportamiento del pre-candidato al aceptar en su partido gente que antes había declarado inaceptables. Algo que de verdad ha llamado la atención y reclamo, hace ver Loret, de personalidades tan “fieles” al líder de Morena como Elena Poniatowska. Entonces, sin informar que fue en Twitter, el columnista, dejando oscuro si el intercambio fue en directo o indirecto, nos dice que López le respondió a Silva-Herzog, sin argumentos. Le hizo una trampa demagoga y lo descalificó a-priori, porque sí, para no tener que contestar lo grave de su crítica, el “oportunismo”. Con tal gesto impulsivo y bravucón, AMLO dio muestra de no haber entendido bien el texto que lo criticaba, pues, según Loret, en ese texto Silva-Herzog reivindicaba, como había hecho el mismo Loret en su columna de la semana pasada, la “faceta” menos sectaria del candidato.

Ante tal berrinche público de López, informa Loret, vino la respuesta, también en Twitter, del intelectual e industrial de la cultura, Enrique Krauze, otro reconocido líder de opinión, que sólo escribió seis palabras: “el mesianismo condena, el liberalismo debate”. De nuevo la respuesta del mesías tropical fue un exabrupto irracional para evitar la discusión abierta, descalificó a Krauze prácticamente con las mismas insensateces antidemocráticas que lo hizo con Silva-Herzog. Ya que a los dos intelectuales y periodistas los calificó y descalificó como “conservadores”, poniéndose en su faceta de juarista liberal; pero, entonces, el juicio de Krauze y Silva-Herzog es de marcado carácter liberal manifiesto, libertad de expresión; mientras que la pataleta de AMLO es “conservadora” y déspota de principio a fin.

Por tanto, el séptimo parágrafo de este texto periodístico plantea la tesis fuerte de Loret de Mola: “Tomemos nota del hecho, a ver si es sólo un exabrupto o un punto de inflexión en la campaña.” Es un llamado de atención sobre la conducta de este pre-candidato, el más conocido de los tres ya en campaña y por ello mismo el más estudiado y predecible. Loret enciende la luz ámbar sobre la conducta de López, pues descubre ahora que no es fácil que AMLO cambie, y que su vieja intolerancia a la crítica es su punto más débil, porque él no lo controla, sino que lo controla a él, y esto mismo es lo que le ha hecho fracasar ya dos veces seguidas. Es su defecto más cierto.

La retractación de Loret habla de su objetividad crítica tanto como de su subjetividad o punto de vista personal, ambos casos son positivos para la opinión pública. Es una declaración personal responsable sobre esos deslices anti-demócratas de López Obrador, síntomas de su voluntad mesiánica. Loret de Mola señala una debilidad grave del candidato, le objeta el no saber argumentar contra sus contrincantes, esto es un anticipo de peligros para el porvenir, si llega a la presidencia esta persona.

El parágrafo ocho, el más extenso de todos, sirve para que Loret reconozca que AMLO no tiene una posición clara ante nada y que fácilmente puede convertirse en un autócrata despiadado, lo que permite sospechar que sea un oportunista sin más afán que el de tener el poder por el poder, lo que le lleva a tomar cualquier bandera, con tal de ganar los votos. Puede ser alguien que gobierne como Hugo Chávez en Venezuela, de forma dictatorial, o puede ser alguien que gobierne como Lula en Brasil, de modo democrático, y con ciertos beneficios para las clases bajas; pero con muchas nubes negras de corrupción.

Y el último parágrafo de esta argumentación útil para el intercambio público razonado concluye suponiendo que los rivales de AMLO deben estar “felices”, dado que éste ya da señales de ser el que siempre ha sido, ya se ven las grietas en su faceta con sentido del humor y voluntad de inclusión, sus asesores de imagen ya demuestran que no pueden hacer milagros con su conducta. Es fácil sacarlo de sus casillas, reconoce de nuevo Loret de Mola, según parece es el viejo AMLO de toda la vida. Es de esperar, entonces, que en los debates públicos que están por venir todos traten de hacerlo presentar ante el público “su peor cara”, la de tirano a quien no se puede criticar y que descalifica sin argumentar, como ya hace con Krauze y Silva-Herzog esta vez, todavía en pre-campaña…

Como se dijo antes, el último parágrafo del artículo de Loret no tiene que ver con el tema aquí analizado.

Total. Es un texto subjetivo, expresa el punto de vista de quien lo firma, no recurre a otras opiniones ni depende de sus fuentes. Opinión pura de Carlos Loret de Mola, periodista con amplia presencia en los medios y alto grado de recepción, una opinión importante para nosotros, porque expresa una corrección de juicio, un cambio de opinión, lo acepta, pide disculpas por haberse equivocado, y argumenta sobre el cambio ético de opinión política; así produce un intercambio público razonado de información positiva para la toma de decisiones ante las elecciones presidenciales que se acercan. Esto sirve para hacer ver otra vez que este período electoral mexicano se realiza en el mayor grado de libertad en la opinión pública, algo que manifiesta una estructura democrática robusta, aunque no perfecta y aún con muchas imperfecciones barrocas.

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