La verdadera razón del cierre de puertas de AMLO a una alianza con el PRD para las elecciones presidenciales de 2018 no es la que esgrimió el domingo: “El PRD es un partido palero y asociado con la mafia del poder”. No, porque hace menos de un mes le propuso tres veces una alianza para el Edomex.
También se encuentra en que al jefe de Morena le incomoda la libertad de pensamiento: le provocan incordio los debates para tomar decisiones, las discusiones de ideas, las elecciones internas. Que muchos “compañeros” digan y se contradigan. Todo eso.
Para ahorrarse esos engorros de asambleas de fervorosos intercambios y votaciones y más votaciones que, para colmo, son maratónicas y complicadas en la izquierda (indisciplinada por antonomasia), AMLO diseñó Morena a sus exigencias como dirigente unipersonal que sólo admite el ordeno y mando.
Y designó a sus dos hijos adultos como herederos en vida de sus propiedades materiales y también de su legado político y de su partido. A Andrés Manuel junior lo nombró sustituto desde diciembre de 2013, cuando estuvo hospitalizado por un infarto y ahora es jefe de la estructura en la CDMX.
Es el mismo junior a quien hace tres semanas se le escuchó en una llamada telefónica en la que urde con Yeidckol Polevnsky la contratación de una empresa fiscal para justificar gastos ilegales de campaña de Morena: “Mi papá terminó decidiendo que fuera esa empresa”, ordena el chico.
Al otro hijo adulto, José Ramón López Beltrán, AMLO le entregó el control de Morena en el Edomex, con 52 mil militantes en seis mil 459 comités, y, tras la elección del 4 de junio, el control de Texcoco, Naucalpan, Tlanepantla, Tultitlán, Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Valle de Chalco, Tecama, Teoloyucan… Pero otra razón del cierre de puertas de AMLO a una alianza con el PRD para 2018 está en una carta publicada por un exasesor suyo en la campaña de 2012, Luis Costa Bonino: “Sólo le gustan las multitudes, los abrazos, los aplausos, los discursos. Es un conductor de masas, de multitudes”.
Según Costa Bonino, la pretensión de superioridad moral es para AMLO más importante que la Presidencia y por eso cometió errores garrafales que le impidieron ganar en 2006 y 2012: “Es un luchador social, pero no político. Desconfía del poder, le teme, no quiere ser Presidente”.
Consultor en muchas campañas presidenciales de América Latina, Costa Bonino escribió que AMLO no podría “acostumbrarse a trabajar con un gabinete y escuchar siempre las opiniones de sus secretarios. Él no tiene ni quiere asesores, ni colaboradores, ni ministros”.
Bueno, pero por eso sus segundos al mando son sus hijos. Con ellos sí puede trabajar.
Y con ellos quiere llegar a Los Pinos.
Este artículo se publicó en La Razón el 13 de junio de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.