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“A las 11 de la noche, a 200 metros de mi casa, dos personas en motocicleta me dispararon, al parecer con la clara intención de matarme”. Ciro Gómez Leyva.

De pronto el enojo hacia quienes no dicen lo mejor de nosotros, se expresan negativamente, denuncian nuestros errores, o incluso pudiendo infamarnos con mentiras, puede llevarnos a sentirnos víctimas, y a expresarnos en su contra, pudiendo a la vez, despertar en nuestros fieles y cercanos, fuertes sentimientos antagónicos, capaces de exponer lo peor de ellos mismos.

Cuando ese alguien tiene poder, esto se exacerba, y cuando, además, influye el fanatismo, y se cree o se piensa que este personaje, además, es el defensor de nuestras causas, va implícito una especie de permisividad o justificación a la máxima expresión de violencia.

Cuando el poderoso consciente o no, utiliza su posición de poder para intimidar a otros, todos perdemos. La prensa que investiga, y que denuncia, nos es necesaria para conocer los actos erróneos de todo tipo, incluyendo a personajes públicos, y aún más a los del poder. En todo caso, en términos legales, a estos últimos, corresponde la carga de la prueba, pero, mucho más importante y necesario, la prudencia, la decencia y la sensatez en lo que se expresa y en el cómo se expresa, esto último sin duda, que es parte de los códigos y principios no escritos más valiosos del poder.

No podemos, ni debemos quedarnos callados, ante los 156 periodistas asesinados del año 2000 a la fecha, contando 36 en el presente sexenio, el que se perfila como el más mortífero de los últimos sexenios, al igual que el infame número de homicidios dolosos, en el que la violencia, si bien, viene de muchos años atrás, no se ha hecho lo necesario, o lo que se ha hecho de nada ha servido para disminuirla, insistiendo en que la política al respecto, es la mejor y que no habrá de cambiarse. A Ciro no iban abrazarlo, iban a matarlo, y me congratulo de que no hayan logrado su cometido los sicarios que lo intentaron.

¿Quién fue? No, ni por un momento pienso, ni creo, que esa orden haya salido del Presidente, ni de la Gobernadora de la CDMX, ni de Epigmenio Ibarra, quienes han sido señalados y expuestos sin razón, ni prueba alguna. Solo espero que se llegue a los culpables, no solamente del atentado contra Ciro Gómez Leyva, sino contra todos y cada uno de los asesinos que si lograron su cometido contra el resto de los periodistas caídos. Sin embargo, tengo la certeza, de que el dejar de hablar negativamente, de cualquier periodista, que le sea contrario por sus denuncias o comentarios, fundados o no hacia cualquier gobernante, en mucho ayudará.

Minutos después de sufrido el atentado, Ciro escribió lo sucedido en un tweet, a lo que Fadlala Akabani, Secretario de Desarrollo Económico de la CDMX, le respondió: “La oligarquía rapaz y la oposición moralmente derrotada, mezquina, traidora y mentirosa, es capaz de pagar un atentado sabiendo que personas como tú van a culpar o inferir responsabilidad en quienes replican los ataques mediáticos lo cual constituye un derecho, los van a detener”. Este pobre hombre en cuanto a empatía, bonhomía y humanidad, no muestra más que una estupidez descomunal, a la vez de desnudar lo miserable de su persona, llevando al terreno de la política, su pobre y depauperada política, y tratando de sacar partido político a su deleznable comentario. ¿Ese es un servidor público? Vergüenza a la función pública un triste personaje como este. ¿Pensó que su jefa o el presidente, agradecerían su imbecilidad? El caso es que terminó por borrar su mensaje, sin siquiera contar con el valor civil, de expresar una disculpa, pero su daño ya estaba hecho, si bien muchos le respondimos señalando lo cruel, romo, estulto y cretino de su respuesta, muchos otros le respondieron festejando la torpe respuesta.

Son muchas las oportunidades que desde el poder han dejado pasar, para una narrativa de reconciliación entre los mexicanos, y esta, desafortunadamente ha sido una más. Tan solo unos minutos después de lamentar y expresarle su solidaridad a Ciro por el atentado, el presidente comentó: “…pertenecías al grupo de Krause o Aguilar Camín o Reforma, ya que su misión era mantener al régimen corrupto y para ello compraban a periodistas o escritores”. El comentario no abona en lo absoluto, es más, desmerece la expresión de solidaridad, que solo unos minutos antes había dicho.

Penosos y difíciles los tiempos por los que México transcurre, dos proyectos de país totalmente opuestos, en el que uno pretende imponerse a como de lugar, transgrediendo a la propia Constitución, y el otro que pretende no permitirlo, también a como de lugar.

El presidente, morena y sus seguidores, debieran emprender la reconciliación entre los mexicanos, y la oposición debiera actuar en consecuencia. A 16 meses de la próxima elección presidencial, todavía hay oportunidad y espacio para la pacificación y el entendimiento con el uso de la buena política, buscando privilegiar el diálogo y el encuentro de las coincidencias, para el superior interés de la población. El encono no nos llevará a buen puerto.

Dice el dicho que el que se enoja pierde, y lo sucedido a Ciro, desde luego que viene desde el enojo. Los enojados son muchos, los que están temerosos de perder privilegios que nunca habían tenido, niveles de vida que no habían conocido y cotos de poder que no habían tenido. La popularidad del presidente se mantiene alta, sin embargo, poco se habla de su desaprobación, la que ha venido en aumento constante. Del 13% con el que comenzó en enero del ´19, va en el 45% en noviembre ´22 y sus posibles sustitutos no levantan. Por su parte la oposición, aún no muestra sus “armas”, ¿las tendrá? El caso es que el clima de polarización vigente, no promete la calma que como país tanto necesitamos. Ojalá que el afortunadamente fallido atentado contra Ciro Gómez Leyva, sirva como un llamado a la reflexión, de que el odio ha provocado muchos problemas en el mundo, pero no ha ayudado a resolver ninguno.

Les abrazo.

Autor

  • Oscar Athié

    Empresario, médico dilplomado. Participó con éxito de la balada romántica de los 80 como cantante, compositor y productor musical.

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