Colonia Nonoalco – Tlatelolco
Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de México
Edificio
El colegio es una fundación de la Orden de los Frailes Menores (OFM) de la Provincia del Santo Evangelio y tiene su sede en el mismo edificio del convento de Santiago Apóstol de Tlatelolco. Los alumnos compartían el espacio con los frailes.
Fundación
El 6 de enero de 1536 se inauguró formalmente el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Hubo una procesión desde el convento de San Francisco hasta el nuevo colegio. La encabezó el virrey Antonio de Mendoza, el obispo de México fray Juan Zumárraga, y el obispo de Santo Domingo Sebastián Ramírez, que había sido presidente de la Real Audiencia de México, y que todavía no se había ido a su nuevo destino.
Ese día hubo tres predicaciones: La primera del doctor Cervantes frailes del convento de San Francisco, antes que saliera la procesión. La segunda de fray Alonso de Herrera, durante la misa en el colegio, y la tercera de fray Pedro de Rivera en el refectorio del convento sede. La fundación ocurre a los quince años de la caída de Tenochtitlán.
El colegio se hace una realidad con el apoyo entusiasta del virrey Antonio de Velasco, del obispo Fray Juan de Zumárraga, para algunos el verdadero creador del colegio, del presidente de la Real Audiencia, Sebastián Ramírez de Fuenleal, de fray Jacobo de Testera, guardián del convento de San Francisco, y del provincial de los franciscanos, fray García de Cisneros.
Proyecto / Propósito
Se crea para educar a los descendientes de las principales familias nobles indígenas de la Nueva España. Los franciscanos sostenían que el indígena era una persona en toda la extensión de la palabra y, por tanto, capaz de realizar estudios universitarios y de ejercer cualquier cargo público y también el sacerdocio.
Los objetivos del colegio eran fundamentalmente tres de acuerdo a Kobayashi: “Primero, formar elementos seglares poseedores de una fe cristiana firme y arraigada; segundo, preparar agentes de catequismo para instruir a los que no tuviesen acceso al Colegio, propósito que con el tiempo acabaría por ser el de formar sacerdotes indígenas; tercero, proveer de ayudantes e intérpretes a los religiosos no peritos en las lenguas vernáculas”.
Algún especialista plantea que: El franciscanismo novohispano de la tercera década del siglo XVI consideró viable el intento de incorporar al indígena, recién conquistado y sometido militarmente, a una labor directiva en la consolidación del cristianismo, a través de una organización que lo incluyese y que le permitiera su reproducción.
El colegio no estaban abierto a todos los indígenas nobles. Para ser admitidos se requería cumplir ciertos requisitos como la inteligencia y ciertas cualidades humanas. Sus primeros estudiantes fueron examinados y escogidos por el propio Zumárraga entre los estudiantes del convento de San Francisco de México y otras escuelas ligadas a los conventos cercanas a la capital de la Nueva España. El colegio arrancó con 100 niños entre los 10 y los 12 años en condición de internos.
Otro especialista plantea que: Los franciscanos buscaban formar una élite indígena que no perdiera el comportamiento virtuoso que, en la política, había sido propio de sus antepasados y que, al mismo tiempo, se educara y comportara de acuerdo con las virtudes cristianas; de manera que, conjugadas, ambas formas de virtud terminaran por construir, en las personas de los indios, perfectos cristianos. Una élite así́ formada podía dedicarse al sacerdocio, a la traducción de obras de doctrina, a gobernar sus pueblos o a impartir justicia. La educación recibida en Tlatelolco sería, en cualquier caso, la garantía de comportamiento virtuoso que los frailes buscaban.
Oposición al proyecto
Al proyecto se opusieron la Orden de Predicadores (OP) y en menor medida la Orden de San Agustín (OSA) y otras personalidades de la vida pública. La discusión en la Nueva España, también en España, se dio en torno a dos puntos: a) La conveniencia de ordenar a indígenas como sacerdotes católicos. Un grupo juzgaba al indígena como incapacitado para cursar humanidades y hacer la carrera sacerdotal; b) La enseñanza del latín. Se decía que si los indígenas aprendían latín podían caer en herejías y errores y con ello perturbar el orden establecido.
En 1541, el conquistador Jerónimo López escribió una carta a Carlos I en la que exponía que los indígenas solo debían conocer la doctrina cristiana, pero no las ciencias, aún menos leer y escribir latín; más peligroso era, según este personaje, darles la Biblia para que la interpretasen a su modo.
En 1544 volvió a atacar al colegio en una segunda carta al rey. En ella acusó a los indígenas de bulliciosos e insolentes, echando la culpa de esto a los frailes. La oposición al colegio siguió a lo largo de toda su vida institucional, pero fue más fuerte y evidente al inicio de su fundación.
Régimen de internado
Entre 1536 y 1540, la vida de los estudiantes fue muy similar a la monástica. Los alumnos comían junto con los frailes en el refectorio. Dormían en una habitación con camas en ambos lados del cuarto, separadas por un pasillo. Las camas estaban sobre unas tarimas de madera. Cada alumno contaba con una caja con cerradura para guardar sus pertenencias. Tenían también lumbre y celadores toda la noche.
Los internos compartían con los frailes el officium divinum, un conjunto de oraciones que debían ser pronunciadas de acuerdo con el Breviario, que tenía nueve oficios al día. Los estudiantes participaban en todos. Con seguridad sí en el maitines, que se celebraba al levantarse y era en honor a la Virgen María.
Luego, frailes y estudiantes iban en procesión hacia la iglesia, cantaban en coro a la Virgen y oían misa. Entonces, regresaban a las instalaciones del colegio para desayunar, mientras escuchaban lecturas en el refectorio. Luego, comenzaban las clases. A éstas seguían estudios en privado y un tiempo de descanso.
Plan de estudios
De 1536 a 1540 en el colegio se enseñaron las siete artes liberales, disciplinas que eran parte del currículo de las universidades medievales. Los internos ya hablaban español. El plan de estudios giró en torno a dos ejes. Primero, el formativo que permitía el aprendizaje del latín, el trívium: gramática, retórica, y lógica. Segundo, el complementario, el cuadrivium: aritmética, geometría, astronomía y música.
Al trivium se agregaron cursos de teología, para la formación de sacerdotes. Al cuadrivium se le añadieron clases de medicina, dibujo y pintura. Era el currículo de un centro de estudios superiores. Hay registros de que en los primeros años los estudiantes carecieron de libros de texto para las clases del cuadrivium. Las clases del trívium eran en latín y las otras en español.
Las finanzas
A lo largo de los primeros diez años del colegio, de 1536 a 1546, el guardián del convento de Santiago Apóstol fue el encargado de su administración por decisión del virrey Antonio de Mendoza. El colegio estaba subvencionado por la Corona.
En 1550, Antonio de Mendoza deja el cargo de virrey de la Nueva España, después de 15 años de gobernar, para desempeñar el puesto de virrey de Perú. Antes de partir, él y su hijo Francisco le traspasan al colegio dos ranchos, 2,000 ovejas, 1,000 vacas y 100 yeguas.
La Real Audiencia autorizó la venta de estos bienes, en 1565, para que lo recaudado se diera al colegio en forma de renta anual. Antonio de Mendoza escribió a su sucesor, Luis de Velasco, donde le expresa la importancia de la educación superior de los indios. Pide al nuevo virrey que los siga favoreciendo.
El nuevo virrey siguió dotando al colegio, como su antecesor, con 800 pesos anuales. Carlos I también siguió apoyándolo. En la Real Cédula del 18 de mayo de 1553 ordena a Velasco que lo faltante de los 1,000 ducados fuesen pagados hasta 1554. Le pide también que se sigan dando abonos por cuatro años más, de 1554 a 1558. Carlos V abdicó a la Corona en 1556. En 1558 lo sucede su hijo Felipe II.
Su llegada al trono no supone cambios evidentes, para la Nueva España. En 1564 muere el virrey Luis de Velasco después de haber gobernado por ocho años. Uno de los acontecimientos más importantes de su gobierno fue la fundación de la Real y Pontificia Universidad de México en 1553. En 1568, Martín Enríquez de Almansa es nombrado virrey, el tercero de la Nueva España.
A partir de entonces el colegio deja de ser apoyado como antes. La renta ya no era suficiente, para mantener el colegio. Los franciscanos solicitan el apoyo del rey, pero no hay respuesta. El colegio a pesar de sus dificultades económicas se mantiene.
La realidad se impone / Cambio de objetivos
Hacia 1540, los franciscanos se dan cuenta que el objetivo de formar futuros sacerdotes era poco factible. En carta de fray Juan de Zumárraga a Carlos I, escrita el 17 de abril de 1540, ya se señala ese hecho. Y el obispo, entonces, plantea sus dudas sobre la permanencia del colegio.
La duda no es la falta de resultados académicos, ya que los reconoce como “los mejores gramáticos” sino porque se constata que los alumnos no son tan propicios al celibato y por lo tanto no se inclinan por el sacerdocio.
Los franciscanos asumen que en los términos que se planteó el colegio ya no tiene futuro y está en peligro. Deciden, entonces, cambiar los objetivos. Ya no se piensa en la ordenación de sacerdotes. Ahora se enfocan a solo preparar a indígenas para que ocupen puestos políticos y administrativos significativos.
Se decide también permitir la entrada de nuevos alumnos que no necesariamente tenían que internarse. Hacia 1537 había 70 colegiales; cuatro años más tarde, en 1541, aumentaron a 2000, un crecimiento del 185 %. Esto entre internos y externos.
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La administración indígena
En 1546, a diez años de su fundación, el colegio, por decisión de los francisanos dejó de estar bajo su responsabilidad y pasó a mano de los indígenas. Los que se hacen cargo son exalumnos graduados con excelencia académica. Estos llegaron a ser profesores, miembros del consejo y también rectores.
Dos puestos quedaron en manos de los franciscanos: el de presidente y el de mayordomo. Este último nombrado por el virrey siguió a cargo de las finanzas.
La decisión de los franciscanos asumía que los indígenas eran capaces y estaban preparados para la tarea. Era también una manera de hacer ver el aporte del colegio. Formaba a gente, para ocupar cargos relevantes.
Los franciscanos retoman la administración
En 1569 a causa de la crítica situación económica, los franciscanos toman de nuevo el control de la institución después de 23 años en manos de los indígenas exalumnos del colegio.
Los esfuerzos de Sahagún
Al inicio del colegio fray Bernardino de Sahagún fue uno de sus profesores. En 1558 se traslada al convento de Tepepulco junto con varios alumnos indígenas para trabajar en una investigación muy ambiciosa sobre la cultura de los antiguos mexicas. En 1561 vuelve al colegio y permanece hasta 1565 cuando se le envía al convento de San Francisco.
En 1570 regresa definitivamente al colegio donde permanece hasta su muerte, el 5 de febrero de 1590. Hacia finales del siglo XVI el colegio dejó de ser un centro de educación superior y ya es solo una escuela de enseñanza básica. Él y otros frailes como Gerónimo de Mendieta y Juan Bautista se dan a la tarea de luchar por la supervivencia del colegio a pesar de la falta de apoyo por parte de las autoridades políticas y eclesiásticas.
Decadencia
La creación de la Universidad en 1556, es uno de los factores, no el único, que influyó en que no acaba de tomar forma y madurar el colegio como un centro de estudios superiores. Según García Icazbalceta: “Don Antonio de Mendoza, al solicitar la creación de la Universidad, quería que sirviese para los naturales y los hijos de los españoles. Así es que la necesidad de colegios especiales para los indios era menor cada día”. El ser exclusivo, solo admitir a la nobleza indígena, es otro elemento que influyó en que el colegio no prosperara.
En 1576 surgió un nuevo brote de huey cocoliztli, que fue un duro golpe, para el colegio. No se clausura. Sahagún enferma y según su testimonio la mayoría de los alumnos abandona el colegio por enfermedad o muere. Señala que ya no había indígenas con conocimientos de medicina, lo que ocasionó la muerte de un mayor número de personas en Tlatelolco que la epidemia de 1545 a 1548.
En 1595, cinco años después de la muerte de Sahagún, el colegio era ya solo de formación básica. Es cuando entra en un prolongado proceso de decadencia. Ya nunca más volvió a ser lo que antes había sido. En 1728, un siglo y medio después, Juan Manuel de Oliván, juez de hospitales y colegios de Nueva España, lo visitó. Lo describe en condiciones ruinosas donde solo funciona una escuela de primeras letras con crecido número de niños indígenas.
Resultados
El colegio fue un proyecto innovador y para su tiempo revolucionario. En los primeros 50 años de su existencia logra impulsar una corriente a favor de la enseñanza superior y la investigación científica con base a la integración de conocimientos indígenas y europeos. Algunos de los frutos del colegio fueron:
– La influencia y el estímulo directo que ejerció para el establecimiento de otros centros de enseñanza superior en la Nueva España.
– La preparación de los caciques en el arte de gobernar. A su tradición incorporaron nuevos elementos.
– La incorporación de los remedios y la terapéutica indígena a la medicina novohispana.
– La investigación y la publicación de obras fundamentales en los primeros años de la Colonia.
Comentario
En su origen el colegio tuvo un carácter precursor. Era una propuesta ambiciosa e innovadora. Se trataba de un proyecto sin precedentes. Se propuso como un centro de educación universitaria para indígenas de familias nobles. Los franciscanos asumieron un papel de vanguardia en su comprensión del mundo indígena y en su proyecto de incorporarlos a las estructuras de gobierno y el sacerdocio.
Al momento de su fundación, el colegio se sitúa en la avanzada con una propuesta civilizatoria dirigida a la nobleza indígena, parte del reconocimiento de que son iguales a los europeos. Sus primeros objetivos resultaron un planteamiento utópico, que no pudo hacerse realidad. Sus fundadores no tomaron en cuenta elementos de la cultura indígena que hacían inviable el proyecto.
En su propuesta utópica es donde el colegio cobra sentido. En los años que van de 1536 a 1590, son 54, ocurren muchas cosas. Entre ellas las investigaciones de Bernardino de Sahagún con el apoyo de sus estudiantes, que dan lugar a la Historia General de las cosas de la Nueva España (1580), y a la investigación que deriva en la elaboración del Códice De la Cruz – Badiano (1552) escrito por dos alumnos del colegio.
Más allá de esos resultados está la poderosa iniciativa de que los indígenas nobles se formaran como gobernantes, para gestionar el territorio, junto con los españoles, y que se ordenaran sacerdotes, para que un clero nativo se hiciera responsable de la evangelización y en su momento, también de la administración, de la Iglesia.
– Fuentes consultadas
- Notas personales.
- Segura, Tapia, Carlo, “El Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Representación histórica de un proyecto fallido”, Contribuciones desde Coatepec, 2021, núm. 34, Enero-Junio, UAEM.
- Escalante Gonzalbo, Pablo, “El Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco”, Arqueología Mexicana núm. 89.
- https://www.academia.edu/38615447/Colegio_de_Santa_Cruz_Tlatelolco
Twitter: @RubenAguilar