El socialdemócrata Olaf Scholz asumió su cargo como canciller de Alemania, el 8 de diciembre de 2021. Lo hizo con la coalición inédita entre socialdemócratas, verdes y liberales.
La campaña electoral se caracterizó por la discreción e incluso sencillez. Sus pimeros discursos como canciller fueron piezas bien estructuradas con ideas políticas claras.
Su triunfo y la gestión en los tres primeros meses de gobieno despertaron expectativas después de los 16 años del gobierno de la socialcristiana Ángela Merkel.
El 24 de febrero ocurre la invasión de Putin a Ucrania y la situación del mundo cambia de manera radical y con ella la política europea y en particular de Alemania.
Scholz tenía que definirse pronto y de manera clara. El 27 de febrero en un discurso en el Parlamento dijo: “Estamos viviendo un punto de inflexión. Y eso significa que el mundo ya no es el mismo de antes”.
Ahora Alemania debería de estar a la altura de los tiempos y circunstancias. Ese día el canciller anuncia un fondo especial de 100,000 millones de euros para iniciar la mayor operación de rearme del ejército después de la Segunda Guerra Mundial.
Y autoriza el envío de misiles y material de guerra en apoyo de Ucrania y con ello se viene abajo la política que se establece desde la derrota frente a los aliados en 1945.
La guerra de Putin en Alemania se expresa como la mayor crisis energética en muchas décadas. Un tema que el país tenía básicamente resuelto a partir de la importación de gas ruso.
La relación entre los partidos de la coalición se tensa. En la plataforma del acuerdo no estaba la posibilidad de una guerra y lo que se debería de hacer ante ella.
Es un hecho que desde el inicio del conflcito en Alemania se han incrementado los precios del gas, la electricidad y los alimentos.
Los alemanes ven que deben pagar más por estos bienes y que su presupuesto no les alcanza. Culpan de su situación a Scholz y los partidos de la coalición en el gobierno.
El gobierno tripartito reacciona a los acontecimientos e intenta, unas veces con más éxito que otras, hacer frente a los problemas que se le presentan a la ciudadanía.
A pesar de las dificultades, en medio de la crisis, el canciller ha podido sacar adelante un aumento del 25 % del salario mínimo, que ha beneficiado a más de seis millones de trabajadores. Ha podido también garantizar el abasto del gas y no habrá escasez este invierno.
Los comunicadores y analistas político-alemanes con los que he podido hablar están de acuerdo que una deficiencia central en el gobieno de Scholz es la comunicación.
No ha sido capaz de explicar de manera clara y efectiva lo que su gobierno está haciendo, para enfrentar la guerra y resolver los problemas derivados de la misma.
La mala comunicación del gobierno tripartita, abstracta y difusa, afecta la imagen del canciller. Después del discurso del 27 de febrero su popularidad subió al 60 % pero al terminar el año es del 36 %.
La Alemania de hoy es distinta a la de antes de la guerra de Putin contra Ucrania. En ese horizonte hay que evaluar al gobierno de Scholz y a los partidos de la coalición.
El canciller en un artículo reciente en la revista Foreign Policy escribe: “Los alemanes estamos decididos a convertirnos en el garante de la seguridad europea que nuestros aliados esperan que seamos”.
La oposición no se ha beneficiado con la caída de la aprobación de Scholz. Él ha dicho que quiere presentarse de nuevo a las elecciones de 2025 con el apoyo de la misma coalición. Falta todavía tiempo.
Twitter: @RubenAguilar