El escritor de este artículo ha vivido de modo crítico las elecciones de siete presidentes, por ello quiere aportar de modo positivo su memoria para juzgar el proceso electoral en que México se encuentra inmerso. Se habla desde la perspectiva de la opinión pública que juzga en libertad al mercado capitalista y al Estado nacional, una situación donde es decisivo, para el buen juicio, saber separarse de ambas instancias de lo social y hacer en efecto un periodismo independiente. Un periodismo para la libertad.
Lo primero que se puede apreciar es que nunca antes había existido esta amplitud de libertades; ha desaparecido el PRI “dictablanda”. Ahora la corrupción política sí somos todos y no sólo ellos, lo que no impide que haya unos más y otros menos corruptos y trácalas. La solución es pactar un nuevo contrato social, donde nos comprometamos en dominar de modo político la corrupción general y no sólo la de unos cuantos. Pero tal deseo de mejor justicia para todos no se puede realizar antes de llegar a estas elecciones, sigue siendo un deseo más que nada utópico. Una buena esperanza; mas esperanza nada más. Y lo cierto es que hay más libertad para votar y ser votados que nunca antes en la historia de México.
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Dos puntos clave para la buena competencia electoral sí se han debilitado mucho en lo que va de este siglo, que ya llega a su mayoría de edad; ni el INE es lo que fue el IFE; y lo que pudo la Reforma Reyes Heroles (1977), ha llegado a su límite, hoy día hay equidad en el reparto del poder legislativo, lo mismo que la hay entre los tres poderes de la república. Hay un sistema electoral robusto para organizar las elecciones: pero muy deficiente para regular las condiciones de la competencia, pues hay manga ancha con respecto a uno de los pre-candidatos, por ejemplo. Los partidos ahora son proclives a desafiar las reglas que aprueban de dientes para afuera, dispuestos a ganar como sea. Los candidatos de partido e independientes están dispuestos a desacatar los resultados si les conviene. La población desconfía de todo y de todos; pero no suele ser lúcida al tomar decisiones colectivas, quizá por culpa más de la SEP que del PRI y sus clones como MoReNa o lo que sea.
Y del lado positivo es que esta vez se calcula que puede haber un alto índice de votantes; si se logra el 70%, serán unas votaciones excepcionales, muy concurridas y muy representativas del pensar y desear de la mayoría en México. Aunque en tal caso serán muchos (30%) quienes votarán más en contra de un candidato que a favor de otro. Una gran oportunidad para proyectarnos en serio hacia el porvenir de acuerdo a los ideales democráticos de justicia y equidad. De otro modo, todo puede ponernos en peligro de tomar una decisión reaccionaria, que nos puede llevar a perderlo todo en medio de una terrible dictadura incontrolable.