El amor y otras mentiras

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El cartonista Boligán acaba de publicar El amor y otras mentiras, un libro bellamente editado por Almadía, una pieza divertida, con ilustraciones que no perderán vigencia o sentido, aunque sean vistas dentro de muchos años, lo cual es una cualidad muy “boliganesca”: la atemporalidad de su obra.


Boligán es el mejor caricaturista del mundo: ha ganado el BIRD International Art Award, el WINE International, el World Press Cartoon y el World Cartoon, récord equivalente a que un tenista gane el Abierto de Australia, el Roland Garros, el Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos.


Nada de lo que dibuja Boligán es chiste de un instante, aun cuando la caricatura política, que es por lo que más ha trascendido este mexicano nacido en Cuba, viva de la coyuntura, de que el lector pueda hacer una lectura casi inmediata de la situación política, económica y social de un país.


Sin embargo, aun con la seriedad de su trabajo, a Boligán, cartonista de El Universal, le ocurre como a otro artista del humor inteligente, Gil Gamés, columnista de Milenio: la risa no sólo es un resultado de su trabajo… los arropa en su entorno.


Una vez visité a Boligán cuando él vivía en Tlatelolco. Intenté ir al baño, pero me extravié en una serie de galerías y pasos de gato y fui a dar al departamento de junto, donde encontré un señor desnudo machacando ajos en una mesa, mientras miraba un combate de lucha libre en un televisor.


Cuando el hombre me vio, tomó un cuchillo enorme y gritó: “Ya llegó, ya llegó”. Si el tipo esperaba a alguien, ése no era yo, así que salí corriendo por un pasillo hasta verme detrás del edificio donde antes estaba la cancillería. Me perdí y, para regresar al departamento de Boligán, tuve que llamarlo por teléfono.


Era aquel departamento de Tlatelolco en el que a su pequeño hijo aún se le enredaban el acento cubano y el mexicano, y donde había plantas traídas de Cuba por Boligán en las maletas de cada viaje a la isla. Una vez su esposa Sandra trajo hasta una avecilla.


Soltaron al pajarito en el departamento y nunca escapó. Al contrario, se instaló en la cabeza de Sandra. Vivía entre sus cabellos, la acompañaba en sus trajines en la cocina, tomaba sol en el alfeizar de las ventanas y picaba pan de la mesa.


Boligán (quien este viernes se encuentra en Varsovia como jurado del Premio de la Caricatura Polaca) presentó El amor y otras mentiras el pasado martes, y el gran problema de sus amigos para festejarlo por este gran psicoanálisis amoroso fue encontrarle un trago.


Porque, como buen cubano mexicano, a Boligán le gusta el tequila…


Pero el tequila de caña.



Este artículo fue publicado en La Razón el 17 de febrero de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.

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