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viernes 13 diciembre 2024

El ⿿plagio⿝ de Peña Nieto o la Academia ⿿mancillada⿝

por Carlos Arturo Baños

Les juro que me estoy destornillando de la risa con la “súper bomba” que nos dejó caer Carmen Aristegui una vez clausuradas las Olimpiadas de Río, con la nota Peña Nieto, de plagiador a Presidente. Por si no la han visto, aquí la tienen:


https://www.youtube.com/watch?v=SuMirsvkTCg


El hecho, estratégicamente sobre dimensionado, como lo amerita la ocasión, merece algunas reflexiones.


Carmen Aristegui: la mirada tuerta


Podemos pasar por alto la obsesión enfermiza de Carmen Aristegui en contra de Enrique Peña Nieto. ¡Qué más da, humana naturaleza! Se vale.


Podemos pasar por alto, también, la nula o poca energía que ha gastado Aristegui en investigar todas las sospechas que giran en torno a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), como son: a) el asesinato “accidental” de su hermano José Ramón; b) su historial académico; c) el fallecimiento de su primera esposa; d) su fuente de ingresos tras haber dejado la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal; e) el ingreso, como académica, de su actual pareja (Beatriz Müller) a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, cuando Enrique Dussel era el Rector de la misma; f) la historia de su patrimonio inmobiliario; g) su controvertida declaración “3de3”; h) sus posturas conservadoras con respecto al aborto, al matrimonio igualitario y a la legalización de la marihuana; i) su extraña faceta de “hacedor de libros” cuando sabemos que se dedica a la política de tiempo completo (¿Paco Ignacio Taibo II es su “negro” o no?); etc. Esto también se puede pasar por alto, pues cada periodista decide sus filias y sus fobias.


Y, de igual modo, podemos pasar de largo por la “ética mocha” de Aristegui, quien voltea la cara sin desparpajo cuando sus amigos y colaboradores son señalados por realizar prácticas deshonestas. Memorable ha sido, por ejemplo, el silencio que guardó Aristegui cuando su amiga y compañera de micrófono, Denise Dresser, fue señalada de “autoplagio”, cuando se demostró que “reciclaba” sus propios textos: prácticamente calcó sus críticas a Vicente Fox (2004) para realizar sus críticas a Peña Nieto (2015). ¿Lo recuerdan?


Ah, y se trata de la misma Denise Dresser que cobra carísimo, con cargo al erario público, conferencias, pláticas y presentaciones donde sólo despotrica contra la clase política mexicana y vomita lugares comunes. En torno a todo esto, Aristegui ha ahorrado saliva y tiempo. ¿Conflicto de intereses o simple y convenenciero empoderamiento entre amigas con “perspectiva de género”?


Lo que no se puede pasar por alto es que Carmen Aristegui quiera “quemar” a Peña Nieto con algo que sucedió… ¡hace 25 años y que, para efectos de sanción penal, ha dejado de tener relevancia! ¿Será que el petardo se arrojó, entonces, con miras a los procesos electorales de 2017 y 2018?


El “plagio” en la Academia


Comencemos por lo más elemental del asunto. El “plagio” (copiar o reproducir obras ajenas pasándolas como propias) es un mal hábito muy común en la Academia, sobre todo entre el alumnado… ¡si lo sabré yo, que llevo varios lustros como docente, desde secundaria hasta posgrado!


Antes del Internet, pero sobre todo gracias a él, los alumnos son muy proclives a la función copy-paste. ¡Y cuántas veces he visto que lo hacen con brutal descaro!


¿Cómo se da uno cuenta? Gracias a la convivencia diaria en el aula, uno conoce cuál es el nivel de cultura general de sus alumnos, y se familiariza con sus formas expresivas escritas y verbales. Por ello, cuando llegan con un trabajo que no se corresponde con sus hábitos académicos… ¡zas, salta la liebre!


Después, basta con que uno indague (gracias, Google) y presione al matriculado hasta que salga a flote la pifia. Muchos de mis alumnos han tenido que pasar la vergüenza de ser descubiertos en el engaño. Muchos me han odiado por ello. Pero siempre me han valido madres sus reproches, justificaciones y caras largas.


¿Entre los académicos se da también el “plagio”? Muy rara vez de forma descarada. Lo común entre ellos es el “reciclaje”, una forma elegante y sofisticada de piratearse a ellos mismos: hay muchos académicos que vuelven a masticar las mismas ideas y los mismos escritos que vienen publicando desde hace 30, 20 ó 10 años para elaborar textos nuevos, muchas veces con el apoyo de becarios, pasantes, meritorios y ayudantes.


Esta práctica es cada vez más común, porque a los académicos les encanta el billete y saben que deben producir textos como locos para acumular “puntos” que les generen méritos para la beca, el premio, el estímulo, el escalafón, la categoría, etc. Interesa un pepino si su producción es original o trascendente (casi nunca lo es). Lo que importa es seguir dentro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) o sistemas parecidos: Pávlov no se equivocó, pues.


¡Cuántas sorpresas se llevaría la humanidad si todas las tesis de todas las universidades se pasaran por el filtro de la “originalidad”! Yo creo que la “virginidad” de la sacrosanta Academia quedaría herida de muerte. Afortunadamente, no hay quién se meta en estas cosas.


¿Cometió un ilícito Enrique Peña Nieto?


Primero es importante destacar un hecho. En su tesis de licenciatura, Enrique Peña Nieto sí reprodujo literalmente párrafos o extractos de obras ajenas a su autoría. Técnicamente, esto es un “plagio”. Pero esto sucedió en el año de 1991, hace 25 años. ¿Qué decían las leyes en la materia en ese entonces?


Recordemos que el Código Penal Federal introdujo el Título Vigésimo Sexto, intitulado “De los Delitos en Materia de Derechos de Autor”, apenas en diciembre de 1996, es decir, cinco años después de que Peña Nieto presentara y defendiera su tesis, por lo que no le sería imputable ningún delito en la materia con base en el Código Penal de referencia.


En 1991, resultaba aplicable la Ley Federal sobre el Derecho de Autor, publicada en diciembre de 1956 por el Presidente Adolfo Ruiz Cortines. Esta norma experimentó adiciones y/o reformas en 1963, 1982 y 1991.


El artículo 130 de la mencionada ley disponía la sanción penal que le hubiera sido aplicable a Peña Nieto, siempre y cuando se le hubiera demandado en el momento procesal oportuno (lo que no sucedió):


Artículo 130.- Se impondrá multa de 500 a 5,000 pesos y prisión de seis meses a seis años:


  1. Al que use, explote o aproveche, por cualquiera de los medios señalados en el artículo 1º, en todo o en parte, una obra literaria, didáctica, científica o artística protegida por esta ley, sin autorización del titular del derecho de autor o sin las licencias obligatorias previstas en los artículos 26, 30, 33 y 70;


El problema es que dicho ilícito ya dejó de ser susceptible de sanción penal, porque simplemente ya prescribió, desde hace mucho tiempo. Es decir, que por el simple paso del tiempo quedó extinta la oportunidad de demandar al transgresor, Enrique Peña Nieto, por parte de quien pudo ver afectados sus derechos de autoría.


Así que, fuera del escandalito pasajero, no creo que algo cambie realmente. Quizá tenga algún impacto político en función de las próximas elecciones estatales y federales.


Conclusión


Desde siempre hemos sabido que Enrique Peña Nieto, el actual Presidente de México, es un político con pocas luces intelectuales, como la mayoría de todos los políticos de todos los partidos, por cierto. ¡Ahora sabemos que, hace 25 años, incurrió en “plagio”!


Sí, en efecto, Peña Nieto incurrió en una práctica muy común en muchas generaciones de universitarios. ¿O ya se nos olvidó la cadena de negocios que pululaban alrededor de Ciudad Universitaria que, de plano, ofrecían sus servicios con la famosa frase “SE HACEN TESIS”? ¿Y ustedes creen que esas tesis hechizas eran muy originales? ¿Se imaginan cuántos universitarios han recurrido a tan maliciosos servicios?


En fin, para el morbo está buena la “investigación especial” de Aristegui Noticias. Pasados unos días, el fuego del petate se extinguirá. Y miren que todavía hay algunos incautos que creen que, por esto, Peña Nieto debe renunciar. ¿Dónde me río?


Aunque, sinceramente, creo (como hipótesis) que lo importante no es atacar a Peña Nieto en lo particular, sino al PRI en tanto partido. Todo de cara a las elecciones de 2017 y 2018. ¿Esto a quién beneficia? Obvio, a AMLO y a MORENA, los que parecer ser los “intocables” de Carmen Aristegui.


Como sea, con esta clase de “bombazos” mediáticos Carmen Aristegui sólo queda como la Laura Bozzo de los “progres” afines a MORENA; de ésos que odian desaforadamente al PRI y a Televisa. Nada nuevo bajo el sol, pues.



Este artículo fue publicado en El Arsenal el 23 de agosto de 2016, agradecemos a Carlos Arturo Baños su autorización para publicarlo en nuestra página.

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