La capacidad de seducción, cooptación y/o convencimiento por parte de un país acerca de las bondades que posee en diversos ámbitos -por ejemplo el culinario-gastronómico, en las artes, los deportes, los sitios históricos, su biodiversidad, y hasta su sistema político- suele dirigirse a la atención de la opinión pública mundial, dado que ello le puede generar turistas, inversiones e influencia en los asuntos globales más allá del poder duro -i. e. fuerzas armadas, producto interno bruto- con que se cuente. El poder suave permite que los países se visibilicen de manera atractiva e incluso más notable de lo que de lo que su economía o sus capacidades militares les permitirían. Francia, por ejemplo, es una potencia nuclear y posee la 10ª economía a nivel mundial. Empero, su percepción en el mundo como cuna de los mejores vinos con una cultura gastronómica ampliamente difundida; como potencia cinematográfica; como la cuna de los derechos humanos; como el país más turístico a nivel global; como poseedor de una lengua que sigue siendo hablada y difundida en el planeta; etcétera, hacen aparecer a Francia como una súper potencia cultural con fuerte influencia en los asuntos globales. Conste que Francia tiene una extensión territorial equivalente a la tercera parte de la República Mexicana y una población de 69 millones de personas. A pesar de ello, está presente y destaca en las relaciones internacionales, mayormente por su poder suave, lo que además suaviza su imperialismo decadente respecto a los territorios que todavía son o han sido sus colonias -por ejemplo en el Sahel.
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Este recuento viene al caso en América Latina y el Caribe donde los países se esmeran por mejorar su imagen y con ello obtener buenas calificaciones a los ojos de los turistas potenciales o bien de inversionistas, etcétera. En la región, los países cuentan con un poder suave considerable a juzgar por su historia y tradiciones, el patrimonio cultural, la música, la gastronomía, los deportes como el fútbol o el béisbol, y la lengua, entre otros muchos elementos a considerar. Mediante estos activos, los Estados pueden remontar las percepciones negativas que se tienen sobre ellos, por ejemplo, por la violencia, las actividades de la delincuencia organizada, la depredación de sus recursos naturales, los regímenes políticos autoritarios, etcétera.
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En este tenor vale la pena echar una mirada a Argentina y su poder suave. El país sudamericano generalmente figura en los medios por noticias no tan halagadoras como la situación de su economía, y en décadas pasadas, los abusos de los gobiernos militares y la guerra sucia, la guerra de Malvinas, las violaciones de los derechos humanos, la corrupción, etcétera.
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En la actualidad, los instrumentos empleados por las autoridades pero también el sector privado para repeler la mala imagen del país buscan exaltar el orgullo nacional, mediante el fútbol -con especial énfasis en las figuras de Maradona y Messi y de la Copa del Mundo y la Copa América ganadas ambas por la selección de Lionel Scaloni en fecha recientes-; Mafalda, cuyas historietas se divulgan por el mundo con singular éxito -ahora también México alberga en la ciudad de Puebla una efigie de la singular argentinita acompañada de Susanita y Manolito-; el tango -cuya paternidad es disputada por Uruguay-; el rock -con Soda Stereo y Ricardo Cerati y Charly García, entre algunos de los músicos más destacados-; la música folclórica -por ejemplo, con Mercedes Sosa-; la viticultura -con tres sepas, Malbec, Torrontés y la menos conocida Bonarda, que dan a los vinos argentinos una enorme reputación-; la cinematografía -que le ha valido numerosos premios internacionales-; la gastronomía -encabezada por el asado, las empanadas, los alfajores (éstos de origen andaluz y muy populares en el Cono Sur)-; la literatura -con Alfonsina Storni, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato para citar sólo a algunos-; Mercado Libre, plataforma que facilita el comercio electrónico en diversas naciones latinoamericanas; y los paisajes, climas y flora y fauna tan variados que posee el país -que tiene una extensión territorial de 2 780 400 kilómetros cuadrados y una demografía de 46 millones de habitantes. Así, hay paisajes desérticos, pero también antárticos y con afluentes tan importantes como el Río de la Plata corazón de iniciativas de integración regional tan relevantes como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) -aunque hay que reconocer que esta iniciativa no pasa por su mejor momento.
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Como se sugería líneas arriba, las noticias que fluyen sobre Argentina no son las mejores, pero es ampliamente reconocido que en el mundo de hoy lo importante no es que hablen bien o mal de un país o de una persona, sino simplemente que hablen. De hecho, la figura de Javier Milei, el actual presidente, es tan controvertida, que es muy difícil no mirar las polémicas que generan sus decisiones y hasta su aspecto fisico. En cualquier caso, gracias a Milei, Argentina figura en el mapa global, sea por quienes consideran que las dolorosas medidas de ajuste económico y social que ha tomado son inaceptables por sus impactos en las personas -en especial en sectores como las pensiones y la educación-, o por quienes aplauden sus políticas de la motosierra por considerarlas indispensables para el resurgimiento económico del país. En cualquier caso, Milei apuesta a que todos los ajustes y reformas económicas reviertan la inflación -en septiembre la inflación argentina fue de 3 por ciento, según BBVA- y ello lleve a que los mercados internacionales vuelvan a confiar en el país, invirtiendo y generando empleos. Es una consideración arriesgada, pero es justo decir que Argentina se ha desenvuelto en un entorno de crisis tanto con peronistas como con neoliberales como Menem y Macri y ahora con libertarios como Milei. De hecho, existe en muchos lugares la percepción de que los peronistas nunca quisieron hacer los ajustes económicos requeridos -porque arriesgaban su capital político- y que eso es lo que sumió al país en la terrible debacle inflacionaria que colocó en la Casa Rosada a Milei.
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¿Por qué son importantes estos acontecimientos en el austral país? Porque revelan que algunas izquierdas se agotan en narrativas con modelos económicos mayormente clientelistas que, con el tiempo, se tornan insostenibles y ello empodera a fuerzas políticas antagónicas, con propuestas extremas y dolorosas de estabilización, que por más dolorosas que sean para el bienestar de las sociedades, al final se imponen, fruto del hartazgo y la pérdida de credibilidad en partidos políticos, instituciones y figuras políticas que prometen mucho y resuelven poco. Va también en sentido opuesto. Hay regímenes de derecha que resultan excesivamente lesivos para las sociedades y ello renueva la esperanza en las izquierdas. El problema con este péndulo es que es muy difícil construir proyectos de nación con iniciativas tan extremas. Los países son y sus circunstancias y su presente es resultado del pasado. Las lecciones no se aprenden. Se mira a futuro sin recordar las experiencias fallidas y entonces se recrean situaciones ya vividas y se reciclan fórmulas que antes no funcionaron y que actualmente tampoco podrían marchar. En este péndulo a Argentina le ha tocado apostar por la fórmula libertaria de Milei, quien aspira a gobernar quizá hasta por ocho años. Luego ¿qué pasará? ¿Lo mismo de siempre? ¿El péndulo volverá a la izquierda? Mientras eso sucede, Argentina atrae las miradas del mundo por las razones descritas y otras más y aunque parezca increíble, Milei se erige al menos por ahora, en poder suave del país.
Autor
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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