El son de Alejandra, de Alejandra Barrales

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Alejandra Barrales se hace la muerta por ver el entierro que le hacen. O por cándida, para ver cuánto tiempo puede jugar. Por ejemplo, dice que desde el PRD busca un frente tan amplio que el próximo presidente pueda ser alguien tan común que ahora esté tirando cacahuates a los monos en Chapultepec.


Y ayer, la presidenta del sol azteca anunció que para las elecciones presidenciales de 2018 su partido bailará “al son que nos toquen”, por lo que igual se une a la izquierda reaccionaria y autoritaria de Morena, que a la derecha monacal del PAN. Es decir, para ella, el PRD solo sirve de corifeo.


Por qué no puede pensar que su partido encabece un crisol progresista al que se le unan no precisamente partidos, sino grupos de ciudadanos de izquierda o cercanos a la izquierda, liberales, independientes, ajenos al populismo o a las connivencias de coyuntura tradicionales en el PRI o el PAN.


Seguramente porque Alejandra Barrales anda despistada últimamente. No olvidemos que hace menos de un mes, en el mejor momento de su candidato en el Estado de México, Juan Zepeda, la presidenta del PRD se dedicó a hablar de alianzas con el PAN para… 2018.


¡Por favor! Zepeda se había convertido en el candidato revelación, estaba enfrascado en un pleito público al tú por tú con AMLO, el político favorito de las encuestas… Era cuando más apoyo necesitaba, pero la jefa de partido estaba dando conferencias para la elección presidencial.


Barrales insistió ayer: “El PAN sigue siendo un partido de oposición, que entendemos la coincidencia de estar dispuestos a trabajar para sacar al PRI”. Tiene razón, desde 2010 han ganado juntos siete elecciones estatales, aunque todas con candidatos priistas.


Además, en ninguno de esos triunfos el PRD pudo influir en los gobiernos emanados con su concurso para imponer en esos estados programas de gobierno de izquierda: Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Quintana Roo y Veracruz, aunque falta el más reciente, Nayarit.


¿Pudo el PRD llevar hasta esos estados su agenda en favor del aborto, de la donación de órganos, de los matrimonios entre personas del mismo sexo, del apoyo universal a las personas de la tercera edad, del programa Médico en tu Casa…?


Ni siquiera con Gabino Cué (2011-2016), quien llegó siendo cercano a la izquierda: lo que hizo fue hundir más todavía la educación en Oaxaca.


Barrales debería pensar en cómo ayudar a definir la construcción de un proyecto de convocatoria amplia, que sea capaz de aglutinar a todos los mexicanos que no se sienten inclinados por partido político alguno, que cada vez son más y más.


La izquierda agradecería más que participase en ese proyecto. En lugar de pedir sones para bailar.



Este artículo fue publicado en La Razón el 8 de junio de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.

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