Más allá de que el Presidente haya reconocido con un “¡claro que sí!” que está metiendo la mano en las elecciones, no se puede pasar por alto el marco legal para estos procesos, el cual aplica para todos empezando por el propio mandatario.
A lo largo de estas semanas el Presidente se ha echado para adelante. Ha arremetido contra todo y todos sin reparar, o quizá ésta es una de sus razones, en las secuelas de lo que hace y dice.
Va de nuevo, la palabra del Presidente adquiere un efecto exponencial entre millones de sus seguidores. Lo que dice se ha venido a convertir, en la gran mayoría de ellos, como una especie de verdad, haciendo a un lado la importancia que tiene entender que la verdad se construye colectivamente.
No necesariamente las razones que esgrime López Obrador valen por ser quien es. Los ciudadanos tienen diferentes opiniones sobre el país y su cotidianidad y tienen el derecho de ser respetados por ello.
Tenemos un marco legal construido por diferentes sectores de la sociedad que nos ha permitido dar pasos adelante en el complejo proceso democrático. Por ningún motivo esto quiere decir que estemos en algo así como en el mejor de los mundos, pero para una sociedad tan disímbola y con un pasado que concentró de manera grosera el poder, lo que hemos venido construyendo se ha convertido en alternativa y opción, insistimos perfectible, para ir evolucionando en democracia y convivencia.
Reiteramos que López Obrador ha sido un elemento clave en el proceso, pero pareciera que por alguna razón ha decidido no considerar en su gobernabilidad todo aquello en lo cual fue un gran factor. Más bien su ataque sistemático ha provocado que se trate de llevar al descrédito lo mucho que se ha hecho y que se quiera poner en duda una de las grandes claves de nuestra sociedad.
No se ve en la crítica del Presidente la búsqueda de alternativas. Lo que se aprecia es un tono que no construye presente y futuro. La gobernabilidad actual está partiendo de la búsqueda, presuponemos, de un nuevo modelo social, económico y político.
Sin embargo, no hay pistas de un rumbo que pudiera darle un giro de 180° a lo que tenemos, las instituciones bajo las cuales hoy se establece la vida en sociedad siguen siendo imprescindibles y nos permiten acceder a un elemento estratégico en la vida de la nación: los equilibrios, la transparencia y la rendición de cuentas, entre otros.
No somos los únicos que pasamos por cuestionamientos que sin duda tienen también un lado positivo. Lo que está sucediendo es que los cuestionamientos nos están llevando en algún sentido a un callejón sin salida.
El Presidente debe tener plena claridad que por más que su partido en el Congreso apoye los cambios constitucionales para su estrategia de gobierno, el marco legal puede frenarlos como de hecho está sucediendo.
El sistemático ataque a los jueces pasa más porque frenan sus proyectos que porque tenga información precisa sobre lo que están haciendo los impartidores de justicia. Atacar a un juez porque aplica la ley desata una confusión en la sociedad y alienta de alguna manera entre sus millones de seguidores, una actitud crítica que pueden tener consecuencias que salgan de control.
Queda claro que para el Presidente la campaña es un hábitat natural. Algo puede estar viendo en el 6 de junio. Hemos entrado en un proceso en donde la crítica al mandatario se diluye y se siente atemorizada.
El gobierno tiene urgentemente que mostrar su sentido constructivo porque para gobernar no le va a servir un sentido destructivo en esta materia, llegará la terca realidad y lo puede apabullar.
RESQUICIOS
Así nos lo contaron. Médicos privados fuimos a la segunda aplicación de la vacuna al Edomex, al llegar a La Marquesa nos regresaron porque había manifestantes que se oponían a que nos vacunarán “que porque somos fifís”.
Este artículo fue publicado en La Razón el 13 de mayo de 2021. Agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.