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miércoles 06 noviembre 2024

Escuchar

por Carlos Urdiales

Acción individual, colectiva, civil y oficial de escuchar a víctimas, familiares, organismos no gubernamentales, personas en situación carcelaria, migrantes, policías, agencias de seguridad, académicos, representantes religiosos, servidores públicos y gobernantes, para construir una estrategia nacional de paz, legalidad y seguridad. Ejercicio plausible y esperanzador.

Los foros Escucha para la pacificación nacional comenzaron el martes en Ciudad Juárez, Chihuahua, y continúan hoy en la Comarca Lagunera de Coahuila. Serán 19 en total, además de 25 consultas especiales en los cuatro puntos cardinales del país.

Olga Sánchez Cordero, Alfonso Durazo y Loretta Ortiz, responsables de organizar y procesar los foros, pregonan que dar voz a los involuntarios protagonistas de la violencia, la cual alcanza sus niveles más altos, no se debe considerar solamente una catarsis, un concentrado de dolor y enojo.

La estrategia, afirman, es contribuir a la futura arquitectura institucional del Gobierno federal con todos los insumos posibles que sólo quienes de una u otra forma han vivido la trágica erosión nacional de legalidad y justicia pueden ofrecer a través de su experiencia y estudios.

La pacificación del país, en su acepción más amplia, es un reto mayúsculo; del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, hacia abajo, saben que la voz del líder, ejemplo y llamado, son insuficientes. Se necesitará mucha política pública integral, transversal, capaz de ser auditada, comparada y corregida.

Una estrategia nacional que reconozca que Tijuana, Ciudad Juárez, Laredo y Reynosa no enfrentan lo que Chilpancingo, Cuernavaca, Morelia o Tapachula. Que los cárteles de hoy no son los de hace 10 o 20 años, que la incidencia delictiva se ha diversificado.

Cultivo, trasiego, venta mayorista y al menudeo, secuestro, explotación, trata, extorsión, asaltos a ferrocarriles o a ductos de Pemex son modalidades del crimen que también han gestado otros fenómenos paralegales: guardias comunitarias, autodefensas, policías privadas, territorios en estado de excepción constitucional, tierras de nadie donde el imperio no es el de la ley, sino el del crimen organizado. O espontáneo, ése que, de la impunidad, obtiene sus mayores incentivos.

Para pacificar México hace falta un sistema de justicia que sirva, ministerios públicos decentes, jueces que traben la puerta giratoria por la cual la escoria entra y sale, legisladores que construyan reglas eficaces, no que bloqueen al adversario político, cárceles que reinserten en lugar de transformar a rateros en matarifes.

Pero la paz también transita por la justicia social y política, por una economía menos desigual, por empleo, desarrollo nacional, educación, cultura y salud.

Los foros y consultas deben generar propuestas puntuales. Los futuros jefes del gobierno son responsables de hacer que la exposición, aún protegida contra difusión amarillista e innecesaria de esas historias de horror, no se quede en desahogo emocional.

¿Los foros son la solución? No, pero son mejores que las recetas sin diagnóstico. Dos sexenios después y con los niveles más altos de violencia jamás registrados en el país. A ver; a escuchar.


Este artículo fue publicado en La Razón el 9 de agosto  de 2018, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.

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