Indonesia, el archipiélago más extenso del mundo, irá a las urnas para elegir presidente el próximo día de San Valentín, 14 de febrero. Antes de analizar el perfil de los candidatos, vale la pena recordar algunos datos sobre un país sumamente desconocido en México.
Con una superficie muy similar a la de México (1 904 569 kilómetros cuadrados) y una población de 279 118 866 habitantes -la cuarta a nivel mundial- Indonesia es uno de los 17 países bioceánicos del mundo, con acceso tanto al Océano Índico como al Pacífico por lo que pertenece tanto a Asia como a Oceanía. Con un producto interno bruto (PIB) de 4. 715 billones (trillions) de dólares es la séptima economía mundial y pertenece al Grupo de los 20 (G-20). Sin embargo, su ingreso per cápita es de apenas 16 843 dólares, lo que lo coloca en la 98ª posición a escala planetaria. Tiene una densidad demográfica de 147 habitantes por kilómetro cuadrado.
Por sus dimensiones, tiene fronteras terrestres con terrestres con Malasia, Timor Oriental y con Papúa Nueva Guinea. En lo que hace a sus fronteras marítimas, estas incluyen vecindades con India, Tailandia, Malasia, Singapur, Vietnam, Filipinas, Palau, Papúa Nueva Guinea, Australia y Timor Oriental. El archipiélago indonesio es muy extenso y se integra por más de 17 500 islas. Tiene una extensión de 5 110 kilómetros y de Norte a Sur median 1 880 kilómetros. Detrás de la costa canadiense, la de Indonesia es la segunda más extensa del orbe con 54 mil kilómetros. Algunas de las islas del país son extremadamente importantes como Java, por ejemplo, que alberga a más de la mitad de la población (56 por ciento), en tanto Sumatra cuenta con el 22 por ciento de los habitantes; las islas Célebes se erigen con el 7. 36 por ciento; y Borneo con el 6. 15 por ciento. Yakarta, la capital, alberga a 11 millones de habitantes que se incrementan hasta 31 millones al sumar la zona conurbada. La capital será traslada en el presente año a Borneo dado que las dimensiones de Yakarta, el aumento en el nivel del mar y las condiciones ambientales se han deteriorado considerablemente.
Por su ubicación geográfica, el país tiene una enorme diversidad religiosa si bien el islam predomina en el 87. 18 por ciento de la población (la mayor del mundo y de predominio suni); seguido de los protestantes con un 7 por ciento, los católicos con casi 3 por ciento, los hindúes, con 1. 69 por ciento, los budistas con 0. 72 por ciento y los confucianos con un 0. 05 por ciento.
Indonesia ocupa la 114ª posición en los índices de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con un desarrollo alto. Figura en el 50° lugar -en un listado de 141 países- en el índice de competitividad global del Foro Económico Mundial correspondiente a 2019.[1] En el índice de libertad económica de la Fundación Heritage, Indonesia se encuentra en la 60ª posición.[2] En el índice de percepción de la corrupción de Transparency International, el país asiático se ubicó en el 115º lugar, empatado con Ecuador, Malawi, Filipinas, Sri Lanka y Turquía entre 180 naciones en 2023[3] -ojo, estar en las primeras posiciones significa que el país tiene las mejores calificaciones y que la percepción de corrupción es muy baja, cosa que lamentablemente no acontece en Indonesia. En el índice de paz global de 2023, Indonesia está en el 53º lugar en un listado de 163 países.[4] En el índice de seguridad en salud global está en el 45° lugar entre 195 países.[5]
Fuente: Banco Mundial.
El país ha destacado por sus tasas de crecimiento constantes situadas en un 5. 7 por ciento en promedio desde 1999, meritorio pero explicable porque sus productos de exportación se componen de petróleo, gas natural, aceite de palma, textiles, productos minerales, fertilizantes, etcétera. Dos momentos críticos se observan en el gráfico anexo en lo que al PIB concierne: la crisis financiera de 1997, la que se tradujo en una caída del -13. 1 por ciento del producto interno bruto y la pandemia del SARS-CoV2 la que repercutió en un – 2.1 por ciento. En general, el país muestra una economía boyante en los pasados 60 años. Con todo, el aumento en el nivel del mar como resultado del calentamiento global, además de la debacle ambiental generada, entre otras razones, por la explotación del aceite de palma, plantea importantes retos económicos, políticos y sociales para el archipiélago.
Indonesia cuenta con 1 340 grupos étnicos reconocidos. El mayor de ellos es el javanés que equivale al 40 por ciento de la población total. El segundo lugar lo ocupan los sundaneses, con el 15. 51 por ciento de la población. Posteriormente no se han identificados grupos étnicos que tengan dos dígitos, sino porcentajes más reducidos de habitantes como los malayos (3. 7 por ciento); los batak (3. 48 por ciento); los madureses (3. 03 por ciento); y los chinos indonesios (1. 2 por ciento); entre muchos otros. El idioma oficial en el país es el bahasa indonesia, pero también hay otros idiomas como el javanés, el sundanés y el balinés, además de numerosas lenguas regionales. La diversidad étnica y lingüística emana de migraciones en una zona por donde han transitado diversas culturas en su mayoría de origen malayo.
Indonesia es una república presidencialista, y el mandatario puede designar a los integrantes de su administración. El Parlamento se conforma tanto por la Cámara de Representantes del Pueblo, con 575 escaños y la Cámara de Representación Regional conformada por 136 miembros que representan a las regiones. Ésta ultima hace las veces de cámara alta. En ocasiones ambas cámaras se reúnen para aprobar la investidura del presidente y vicepresidente o bien para su destitución. Las comunidades indígenas se agrupan en la Alianza de los Pueblos Indígenas del Archipiélago (AMAN) que en los comicios de 2019 se eligieron 34 candidatos indígenas. Pese a ello las comunidades indígenas se enfrentan a numerosos problemas, incluidos el analfabetismo, la falta de servicios esenciales, el despojo de sus tierras, la criminalización de los agricultores y dificultades para su empadronamiento y la obtención de la tarjeta de identidad electrónica KTP, lo que impide que se les registre en la población, en el registro civil y que participen en las elecciones.
Dada la extensión geográfica del país, se ha buscado impulsar la descentralización para fines administrativos, de manera que Indonesia se divide en 38 provincias y dentro de ellas hay regencias y municipalidades. El nivel administrativo inferior es denominado subdistrito. La ley de 1999 ha abonado a la descentralización y a la autogestión en los gobiernos regionales y locales quienes cada vez gozan de más autonomía y designan a sus propias legislaturas. Cada provincia es encabezada por un gobernador.
En términos electorales, Indonesia elige desde 1955 a la legislatura, no así al titular del ejecutivo sino que esto se instituyó apenas a partir de 2004. Desde ese año el presidente es elegido para servir por un período de cinco años y sólo se puede reelegir en el cargo una sola vez. Asimismo, los 575 miembros de la Cámara de Representantes del Pueblo son votados en esos mismos comicios. Indonesia cuenta con un sistema de multipartidos, lo que lleva a que sea necesario crear gobiernos de coalición. La edad para votar es de 17 años, pero quienquiera que posea la tarjeta KTP o esté casado y tenga una edad inferior igualmente puede votar. El voto en Indonesia se rige por los siguientes principios: general, directo, libre, confidencial, honesto y equitativo.
A pesar de lo señalado anteriormente, Indonesia ha vivido una tortuosa transición a la democracia. Su primer presidente, Susno Sosrodihardjo, mejor conocido como Sukarno, fue el padre de la independencia, proclamada en 1945 que obtuvo el país de Países Bajos. Los holandeses intentaron recuperar el territorio, pero el ímpetu de Sukarno determinó que Ámsterdam reconociera definitivamente la independencia de Indonesia en 1949. Inicialmente se estableció una democracia parlamentaria, pero más adelante, Sukarno dio un viraje y creó un gobierno de corte socialista estableciendo importantes alianzas con la Unión Soviética y la República Popular China (RP China). El jefe de las fuerzas armadas de Indonesia, Suharto, derrocó a Sukarno en 1967 confinándolo a arresto domiciliario, situación en la que se mantuvo hasta su muerte por insuficiencia renal en 1970. Suharto fue apoyado por Occidente para garantizar los intereses estadunidenses y europeos en una volátil región donde se desarrollaban conflictos como las guerras de Vietnam, Laos y Camboya. Suharto se mantuvo en el poder por espacio de 31 años y estableció el llamado “nuevo orden” un régimen autoritario y militarizado, que atentó contra los derechos de las minorías, reprimió los derechos de asociación y reunión, favoreció torturas y desapariciones. Ejerció la mano dura contra el soberanismo de Papúa Occidental y de Timor Oriental. La corrupción del régimen, el fin de la guerra fría y la crisis financiera de 1997 dieron al traste con su permanencia en el poder, renunciando en 1998 y dejando al mando a su vicepresidente Yusuf Habibie. Suharto falleció en 2008 también a causa de insuficiencia renal, pero su legado pervive y el suhartismo es una fuerza política poderosísima en el país. De extracción militar, su suesor Habibie fue simplemente una figura transitoria con dos años en el cargo (1998-1999), durante los que se confrontó con la hija de Sukarno, Megawati Sukarnoputri, por lo que, debido a la polarización política, se negoció el ascenso de Abdurramanh Wahid, quien sería el titular del ejecutivo de 1999 a 2001.
Ya en le presente siglo, Indonesia tendría al frente del ejecutivo a la hasta ahora primera y única mujer en la historia del país: Sukarnoputri llegó a la primera magistratura en 2001 y perdió la reelección en 2004 frente a Susilo Bambang Yudhoyono. Militar retirado, fue el primer presidente electo democráticamente en 2004 y reelecto de nueva cuenta en 2009, de manera que culminó sus dos períodos en 2014. La Constitución prohíbe una reelección más allá de dos mandatos, por lo que Yudhoyono se retiró tras los comicios de 2014 cuando fue ungido Joko Widodo, reelecto para un período subsecuente en 2019. También conocido como Jokowi, es ingeniero de profesión.
Se podría pensar que estas sucesiones en el poder al paso del tiempo han hecho de Indonesia una democracia más madura. Desafortunadamente, la herencia de Suharto, como se explicaba, permea en el sistema político y diversas figuras afines al suhartismo manipulan las elecciones, controlan el aparato político, militar y judicial y dan pie a un desencanto de parte de la población. Con todo, Jokowi, si bien fue postulado por el principal partido político del país, el Partido Democrático de Indonesia-Lucha (PDI-P) logró posicionarse inicialmente como una figura independiente, con una narrativa plurinacional, anticorrupción, de erradicación de la pobreza e impulso de la economía. Pretendió no bien llegado al poder, gobernar fuera de la influencia de los seguidores de Suharto, pero se dio cuenta de que requería concertar con ellos para, por ejemplo, tras la crecida del nivel del mar, trasladar la capital Yakarta a Nusantara en la parte oriental de la isla de Borneo que se espera sea inaugurada el próximo 17 de agosto del presente año. Nusantara albergará los palacios del Presidente y Vicepresidente, bases militares, centros de investigación, parques, incluida una instalación especial para la conservación del orangután, servicios médicos, educativos, universidades y todo conectado por una moderna red de transporte público.
Poco a poco, Jokowi se “suhartizó” y ha ejercido prácticas de nepotismo, corruptelas e incluso otorgó acciones para las obras que se construyen en la que será la nueva capital del país, a sus rivales políticos, todo para afianzar su país. Es popular, pero como la ley le impide postularse para la reelección ahora apuesta por la figura de su adversario político Prabowo Subianto, actual ministro de defensa y contra quien contendiera en 2019. Para dar una idea al lector de quién es Prabowo, baste mencionar que estuvo casado nada más y nada menos que con Titiek Suharto, hija del poderoso segundo mandatario del país. Contendiente en elecciones previas, se resistió a aceptar los resultados de los comicios de 2019, los cuáles impugnó airadamente luego de obtener el 45 por ciento de los votos, hasta que finalmente aceptó el cargo al frente de los cuerpos castrenses. Prabowo considera que finalmente ha llegado el momento para que gobierne Indonesia. No es un tema menor que, para sorpresa de todos, el hijo mayor del actual presidente Jokowi, Gibran Rakabuming Raka, es el compañero de fórmula de Prabowo para el cargo de Vicepresidente con lo que Jokowi estaría buscando influir en las altas esferas políticas más allá del período en que ha gobernado. La elección del hijo de Jokowi como compañero de fórmula de Prawobo es ilegal, dado que el aspirante tiene 36 años por lo que no cumple con el requisito constitucional. Sin embargo, los jueces le permitieron participar por presiones del Presidente. ¿Nepotismo? Claro, es una suerte de Maximato. El instituto al que pertenece Prabowo es el Partido del Gran Movimiento de Indonesia (Gerindra).
¿Quiénes son los otros candidatos? Del lado del PDI-P, se presenta Ganjar Pranowo, exgobernador de Java Central acompañado de Mahfud MD, ex-Ministro de Coordinación de Asuntos Políticos, Jurídicos y de Seguridad. También contiende Anies Baswedan, exgobernador de Yakarta, apoyado por la coalición Koalisi Perubahan Untuk Persatuan y su narrativa enfatiza que es una alternativa a los otros dos candidatos.
En Indonesia más de la mitad de los electores tienen menos de 40 años y se identifican poco con Prawobo Subianto, que pertenece a una acaudalada familia indonesia y forma parte de una generación más longeva (nació en 1951). Se le acusa de haber perpetrado violaciones de derechos humanos durante los tiempos en que gobernó su suegro además de brutales matanzas que desarrolló en Timor Oriental previo a la independencia del territorio. En este sentido, a Prawobo se le considera vinculado al represor régimen de Suharto. Estados Unidos, hasta recientemente, le prohibía el ingreso al país. Así, lo que le da vida política a Prawobo es la popularidad del actual presidente Jokowiquien descaradamente ha estado haciendo campaña por él.
Las encuestas señalan que Prawobo ganaría las elecciones pero para evitar una segunda vuelta (escenario que no ocurre desde 2004), debería obtener la victoria por más del 50 por ciento del total de los sufragios y por lo menos el 20 por ciento de los votos en más de la mitad de las provincias del país. Si hubiera una segunda vuelta, podría ocurrir que los partidos frustrados por la candidatura de Prawobo cambien sus lealtades lo que una vez más, al igual que en las elecciones previas en que ha contendido, lo dejarían fuera de la jugada. Habrá que ver si quienes apoyan a Ganjar Pranowo en una posible segunda vuelta decantarían por Anies Baswedan o viceversa. Dependerá de quién de ellos tenga el segundo lugar y por cuánto. Al igual que en diversos países del mundo, Indonesia enfrenta una crisis de sus instituciones y un desencanto de la población. Se vota por personalidades, no por planes de gobierno. Cuando se miran las plataformas políticas de los candidatos, se observan semejanzas que restan originalidad y entusiasmo al electorado. Prawobo dice que en su gobierno tomaría lo mejor del capitalismo y el socialismo, pero no queda claro cómo lo hará.
En este sentido, la democracia no ha terminado de consolidarse en el país y pareciera que el sistema absorbe incluso a quienes inicialmente lo criticaban y luego, una vez en el poder, se sirven de él para sus intereses instrumentales particulares. Parafraseando a Gramsci, en Indonesia el viejo orden no termina de morir y el nuevo no termina de nacer. Así las cosas en la tercera democracia más grande del mundo.
[1] Klaus Schwab (2019), World Competitiveness Report 2019, Geneva, World Economic Forum, p. xiii, disponible en http://www3.weforum.org/docs/WEF_TheGlobalCompetitivenessReport2019.pdf
[2] The Heritage Foundation (2023), 2023 Index of Economic Freedom, Washington D. C. The Heritage Foundation, disponible en https://www.heritage.org/index/country/Indonesia
[3] Transparency International (2023), Corruption perception Index 2020, Berlin, Transparency International, disponible en https://www.transparency.org/en/cpi/2023
[4] Institute for Economics and Peace (2020), Global Peace Index 2020. Measuring Peace in a Complex World, Sydney, Institute for Economics and Peace, disponible en http://visionofhumanity.org/indexes/global-peace-index/
[5] John Hopkins (October 2021), Global Health Security Index. Building Collective Action and Accountability, disponible en https://ghsindex.org/wp-content/uploads/2022/05/2021GHSindexABRIDGED_Spanish_Final.pdf
Autor
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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