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Cuando una sociedad tolera el abandono de sus niñas y niños en lugar de procurar su desarrollo integral, algo grave sucede, especialmente con los adultos, tanto al interior del seno de las familias como con las autoridades y sus políticas públicas encargadas de atenderlos.

En México, y muy particularmente en la Ciudad, estamos viendo que el deterioro social por el que atraviesa el país, no sólo impacta en el aumento de violencia, desempleo e inseguridad, sino también en la vulnerabilidad y atención que se da a los menores de 18 años, considerados así por organismos internacionales.

De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo que va de este año se ha tenido un aumento del 7.7% en homicidios dolosos y feminicidios en menores, esto significa que de enero a septiembre al menos 934 niñas y niños han sido asesinados en territorio nacional, en el 70% de esos casos se utilizaron armas de fuego, lo que demuestra el impacto de violencia en los menores.

Más allá de lo que dicen las cifras, los tratados internacionales o las declaraciones, desde hace un par de semanas lo que nos ha estremecido son las noticias de los casos de violencia en los que menores de edad mueren y son descuartizados, desaparecen o bien son quienes agreden, lo que refleja que la violencia que se ejerce contra menores está presente y cada vez es más visible.

Alessandro, Johana Vianey, Brandon, Arturo, Alán Yahir, Héctor Efraín y Mario son sólo algunos de los nombres que en los últimos días han llamado la atención de la sociedad y las autoridades que a la fecha no acaban de salir del asombro y no atinan presentar un programa integral de atención y prevención en favor de los menores. Todos ellos han sido víctimas de la violencia de una u otra forma y parece que nadie lo ve y por tanto nadie hace nada.

CIUDAD DE MÉXICO, 02NOVIEMBRE2020.- En el pueblo de San Andrés, Mixquic, en la Alcaldía Tláhuac, los habitantes de esta localidad, despidieron las almas de sus difuntos realizando una alumbrada afuera de sus casas. FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

Frente a estos hechos, la pregunta es ¿de qué sirve que existan tratados, convenios y leyes en favor de la infancia y que México forme parte de ellos si en los hechos no se cumplen?. Si los menores están siendo abandonados y son objeto de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, negligencia, explotación comercial, uso del crimen, y se les pone en peligro permanente, frente a hechos como los vistos en días pasados, la igualdad seguirá siendo una materia que se ve lejos, muy lejos de cumplirse.

De qué sirve lo que se dice en el papel y se presume en el discurso si en México diariamente mueren cuatro niñas, niños o adolescentes a causa de la violencia. Actualmente es más factible que un infante sea asesinado en México que en países donde hay conflictos armados como Palestina y Siria, aquí los adolescentes de entre 12 y 17 años son los más vulnerables, con un promedio de 78% del total de defunciones, de acuerdo con las Estadísticas de Mortalidad 2010-2016 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Y si esto no fuera suficiente, el reclutamiento de niñas y niños en las filas del crimen organizado cada día es más grave. Se ha estimado que, por lo menos, 30 mil menores de edad cooperan activamente con la delincuencia organizada, la situación preocupa aún más cuando se explica que en las condiciones de pobreza que se vive en ciertos sectores de la infancia les genera un equivocado modelo de superación a través del crimen”.

El panorama no podía ser más desolador por eso exigimos que se implementen acciones y programas integrales de gobierno, que arranquen a los niños de las manos del crimen, que se prevenga la violencia, y fundamentalmente que se deje de criminalizar a quienes deben ser vistos como víctimas, los menores.

Se requieren intervenciones en las colonias, ahí donde los menores y sus familias se encuentran, ahí donde la violencia se vive día con día, donde falta el empleo, donde la deserción se hace costumbre, donde la discriminación y falta de oportunidades, se respira e impide el desarrollo de las infancias.

Si el gobierno federal y los estatales continúan sin ver a los niños y niñas, sin implementar políticas públicas de largo plazo y sin hacer que los tratados, convenios y leyes se cumplan, nos encaminamos a una debacle en donde la violencia será tres veces mayor de la que hoy existe con las consecuencias sociales que ello implica.

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