En 1979 la película sobre un divorcio y la custodia del hijo de la pareja conmovió a los espectadores. Protagonizada por Meryl Streep, Dustin Hoffman y el niño Justin Henry, Kramer contra Kramer (Kramer vs Kramer), dirigida y adaptada por Robert Benton a partir del libro del mismo nombre escrito por Avery Corman, recibió nueve nominaciones a los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, de los que obtuvo cinco: por película, guion adaptado, director, actor y actriz de reparto. Hoy, a 40 años de distancia, Netflix distribuye Historia de un matrimonio (Marriage Story), escrita y dirigida por Noah Baumbach y estelarizada por Scarlett Johansson y Adam Driver, con una historia similar pero diferente. Me explico.
Hace 40 años la familia nuclear estadounidense se encontraba en una profunda crisis y transformación. El matrimonio entre Joanna (Streep) y Ted (Hoffman) colapsa ante el abandono al que él -casado esencialmente con su trabajo- la confinaba. Ted es un exitoso publicista, pero ignora a su mujer. Así, llega el día en que Joanna decide abandonar no sólo a su esposo, sino también al pequeño Billy, hijo de ambos. Ante ello Ted, quien suele estar muy ocupado, ahora tiene la tarea de hacerse cargo del niño, lo que resulta difícil en el inicio, en especial porque Billy extraña los cuidados y el cariño de su mamá.
Con el tiempo, sin embargo, Ted y Billy se acoplan y se tornan inseparables, solo para que Joanna regrese meses después a solicitar el divorcio y, previsiblemente, la custodia del niño. En el juicio correspondiente, como suele ocurrir con los divorcios, los abogados de Joanna y Ted se esmeran en mostrar lo peor del otro para ganar la custodia de Billy y, además, obtener (Joanna) o evitar (Ted) una pensión determinada. El juicio favorece a Joanna, quien logra la custodia del pequeño, que, para entonces, está muy encariñado con Ted. El resto de la trama es conocido.
Historia de un matrimonio se inscribe en un contexto diferente. Está ambientada en el momento actual, cuando la familia nuclear prácticamente ha desaparecido. El matrimonio entre Nicole (Johansson) y Charlie Barber (Driver) colapsa cuando la mujer, que es actriz, decide aceptar una oferta de empleo en Los Ángeles. La pareja tiene problemas, por lo que ambos habían estado visitando a un terapeuta. Desafortunadamente los problemas no se resuelven.
Charlie es un exitoso director y Nicole protagoniza las puestas en escena que él realiza en Nueva York. Empero, ella se siente frustrada, así que cuando le ofrecen el estelar en una serie de televisión decide poner tierra de por medio, en este caso llevándose al pequeño Henry (Azhy Robertson) a Los Ángeles, al otro extremo del país. Se alojan con la madre de ella, y Charlie, quien viaja para buscarlos y llevarlos de vuelta a Nueva York, se encuentra con que Nicole le pide el divorcio.
Al igual que en el caso de Joanna y Ted Kramer, Nicole y Charlie Barber acuden con sendos abogados. La litigante a quien Nicole contrata, Nora Fanshaw (Laura Dern), es muy audaz y experimentada, y pide a su clienta le cuente los detalles sobre su matrimonio con Charlie y los problemas que enfrentan. Aquí Nicole detalla sus frustraciones y el abandono de su marido, más interesado en el trabajo que en las aspiraciones y sentimientos de ella.
Nicole también revela que presiente que Charlie le ha sido infiel. Todo lo que le cuenta a Nora evidentemente será usado en contra de Charlie, quien se ve obligado, a su vez, a contratar un abogado. Recurre así a un litigante sensato, Bert Spitz (Alan Alda), luego de conocer a uno despiadado, Jay Marotta (Ray Liotta), que quiere despedazar a Nicole en el juicio.
Spitz promete a Charlie que no irán a juicio, lo que no logra cumplir. Así, ante la inevitabilidad del juicio de divorcio, Charlie contrata a Marotta; en la Corte, éste y Nora incurren en todo tipo de estratagemas para evidenciar lo peor del cliente del otro. El juicio transcurre en esos términos, pese a lo cual Nicole y Charlie se reúnen y buscan convivir civilizadamente en beneficio del pequeño Henry. Empero, en un momento dado Nicole y Charlie tienen una fuerte pelea con agresiones verbales muy hirientes, las que evidencian la imposibilidad de que puedan seguir juntos. No mencionaré el final.
A pesar de que entre una y otra median 40 años, ambas películas revelan lo mucho -y también lo poco- que han cambiado los matrimonios. Sin embargo, una diferencia importante es que Kramer contra Kramer está pensada para favorecer la empatía del espectador con el personaje a quien Hoffman encarna, que en este caso es Ted, el padre abandonado. La audiencia veía con recelo a Joanna: “¿Cómo puede abandonar a su hijo? ¿Por qué no regresa al hogar y se sacrifica por el bienestar del pequeño?”, decían muchos de quienes vieron el largometraje. Si bien las razones de que Joanna se fuera del hogar son entendibles, la narrativa es, por momentos, misógina. Es cierto que el duelo actoral entre Streep y Hoffman es formidable y verosímil -con todo y que el segundo acosó y maltrató a la célebre actriz durante el rodaje, según lo ha confirmado ella misma. Seguramente muchas familias se sintieron identificadas con la trama. Empero, el momento social, político y económico no abonó a que la decisión de Joanna generara empatía entre las audiencias. Para la gran mayoría de quienes vieron la película, Joanna es, simple y llanamente, una madre desnaturalizada y, por lo mismo, una mala esposa.
En contraste, si bien Historia de un matrimonio presenta una trama muy similar a la de Kramer contra Kramer, el contexto social, político y económico imperante lleva a que la audiencia se identifique o se vea retratada en alguno de los dos protagonistas, en la totalidad de la historia o en sus partes. Los caracteres principales son complejos, contradictorios: se equivocan, sufren, gritan, lloran. Habrá quienes perciban que la trama es machista, pero también hay voces que postulan que es una película enteramente feminista.
Etiquetas aparte, se trata de una producción políticamente incorrecta. La incomodidad que generan las escenas de la película entre las audiencias es un fenómeno fascinante. Un amigo muy querido me decía que cuando la vio se sintió aludido, agredido, invadido, adivinado, mostrado y expuesto a propósito del personaje que encarna Adam Driver. Muchas mujeres podemos decir lo mismo del personaje a quien da vida Scarlett Johansson. Pero, a diferencia de Kramer contra Kramer, donde parece que gran parte de la culpa recae en Joanna, en Historia de un matrimonio no es tan simple repartir culpas. El pequeño Henry es lo único que queda de una relación en la que alguna vez hubo amor, respeto, deseo.
Nicole, ganadora absoluta en el juicio y ahora en una nueva relación, ha logrado superar el duelo y rehacerse, y, quizá por ello, entiende la importancia de que el pequeño conviva con su papá, quien es apenas una sombra de lo que era en lo personal y en lo profesional. Ella superó la ruptura, consiguió el empleo y la relación sentimental en la que quería estar, mientras que Charlie simplemente colapsó. Que los rompimientos duelen, y mucho, todo mundo lo sabe; que ponerse de pie tras un suceso así es difícil, es harto conocido. Que hay que hacer todo para seguir adelante y buscar la felicidad… Eso es lo que más trabajo cuesta, y es ahí donde Historia de un matrimonio nos retrata, como si nos viéramos en un espejo luchando para, después del naufragio, volver a empezar y no desfallecer en el intento.
Por cierto, a propósito de coincidencias con Kramer contra Kramer, Historia de un matrimonio es una fuerte candidata para alzarse con los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, puesto que es la película que más nominaciones recibió para los Globos de Oro -seis en total-, por encima de producciones como El irlandés (The Irishman), de Martin Scorsese, y Había una vez en Hollywood (Once upon a time in Hollywood), de Quentin Tarantino. Hace 40 años, Kramer contra Kramer se impuso a All That Jazz, de Bob Fosse; a Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, y a Norma Rae, de Martin Ritt.
Sin embargo, ayer Historia de un matrimonio estuvo a punto de irse en blanco, de no haber sido por Laura Dern, quien obtuvo el premio como mejor actriz de reparto. ¿Será un castigo para Netflix orquestado por los grandes estudios de Hollywood -Steven Spielberg dijo pestes de Netflix el año pasado, y contribuyó a que Roma no se alzara como la mejor película-? ¿O es que efectivamente Historia de un matrimonio tocó demasiadas fibras sensibles al retratar lo difícil que es un divorcio? Curiosamente, en 2012 la película Una separación (جدایی نادر از سیمین ), de Asghar Farhadi, que trata justamente sobre el drama del divorcio de un matrimonio iraní, obtuvo el Óscar como mejor película extranjera. Sólo que a esta producción la distribuyó Sony Pictures Classics y, últimadamente, parece sugerir que esa clase de problemas ocurren en otras partes, no en Estados Unidos.
Ya se verá qué sucede con Historia de un matrimonio en esta temporada de premios.
Autor
Profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
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