Datos del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), de la UNAM, documentan que sólo tres de cada 10 mexicanos de entre 19 y 23 años tienen acceso a la educación superior.
Alejandro Canales Sánchez, académico del instituto, sostuvo que, de cada 100 niños que ingresan a primaria, la mitad concluye sus estudios a nivel medio superior, 21 terminan la universidad y sólo 13 se titulan.
Hay más: según el Reporte de Competitividad Global 2012-2013, elaborado por el Foro Económico Mundial, México ocupó el lugar 118 de 144 países clasificados.
Esas cifras y otros indicadores estadísticos articularon razones para que la Reforma Educativa fuera aprobada por amplia mayoría a nivel federal, y ratificada por los Congresos locales; Chiapas, por cierto, el primero, en 2013.
Ayer el inicio de clases quedó marcado por la oposición de la CNTE a comenzar el periodo 2016-2017. Logró cerrar planteles en Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero principalmente, todo ante su demanda de abrogar esa reforma.
La SEP sentencia que sin clases no habrá diálogo; en cambio, sanciones, despidos y reemplazos están en el horizonte inmediato.
En este relevante contexto para todos, se da a conocer que la tesis con la cual el Presidente Peña Nieto se tituló carece de las citas y las referencias de rigor. De cada 100 mexicanos que inician primaria sólo 13 alcanzan un título profesional. Las tesis son el paso final obligado para cerrar un ciclo.
Las tesis universitarias y las notas académicas de quienes han gobernado, lo hacen o aspiran a hacerlo ¿definen sus resultados, desempeño y honorabilidad? Lo dudo.
Aun así, aquel pasaje de la vida del Presidente que en 2012 no mereció investigación alguna debería aplicarse en 2018 con la y los aspirantes a la presidencia. Mínimo.
Que AMLO haya tardado 14 años en terminar su carrera como licenciado en ciencia política con calificación de 7.7 ¿lo transforma en un político más o menos atractivo? Lo dudo.
Y con Margarita Zavala y su tesis en la Escuela Libre de Derecho, o Mancera, Silvano, Graco, Moreno Valle, ¿qué nos dirán sus tesis? Cada quien responderá en función de filias y fobias.
En una sociedad con mala calidad educativa, la información y la opinión pública suelen nutrirse de agendas personales; de pasiones que eligen blancos, no temas.
No habrá, en el caso de la tesis del Presidente Peña Nieto, un antes y un después, como sí lo hubo con el reportaje de la casa blanca.
Lo sustantivo y lo superfluo se entremezclan a partir de criterios subjetivos para construir una percepción general; mala antes, mala después, nada cambia. La economía nacional no crecerá acorde a los pronósticos por razones más trascendentes.
Quizá la respuesta de la presidencia la noche del domingo debió ser “reconocemos fallas académicas en la tesis aprobada hace 25 años”. Punto final.
Este artículo fue publicado en La Razón el 23 de agosto de 2016, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.