López Obrador y el odio a las políticas públicas

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“Se hablaba mucho de las nuevas políticas públicas, maestrías, doctorados, seminarios sobre las nuevas políticas públicas, y al final pura simulación para llevar a cabo el saqueo”[1]. Así se expresaba López Obrador en su conferencia de prensa matutina del 24 de diciembre de 2019. No es la única ocasión en que el presidente ha mostrado su animadversión a las políticas públicas, de hecho, una sencilla búsqueda en Google evidencia su lenguaje ofensivo para esa disciplina.

Su tirria no tiene justificación racional. Una política pública no es otra cosa que una acción de gobierno que soluciona un problema público específico, con una población objetivo determinada. Su nota distintiva de diseño radica en que la solución escogida se obtiene de un proceso de diagnóstico y análisis de factibilidad. En la práctica, las políticas públicas se distinguen de otras actividades gubernamentales porque no son decisiones discrecionales y disparatadas, carentes de respaldo técnico, como sí son algunas políticas de gobierno.

A la conversación sobre este tema no le ayuda la irresponsabilidad discursiva de políticos y comentaristas, que usan el término política pública como sinónimo de “acción de impacto superimportante”. Precisamente hoy escuché a un periodista radiofónico que la usó de esa forma. Y si los comunicadores y clase política no emplean adecuadamente ese concepto, no es de esperarse que López tenga alguna motivación para corregir ese error en su mensaje populista. Detrás de la antipatía presidencial está su desprecio a la técnica, a la que considera neoliberal. Quizá lo más absurdo de esa posición es que parte de su gabinete está formado en política pública, al igual que varios de sus defensores sin cargo público. Salvo el caso de algún ultramontano de pena ajena, ninguno de sus seguidores educados defiende tomar decisiones sin apoyo científico, ni carentes del uso de la economía, el Derecho y los métodos fundamentales de gobierno y administración pública.

Es decir, lo neoliberal no es la técnica, sino la finalidad. Por ejemplo, los socialdemócratas europeos no repudian las políticas públicas y un jurista de izquierda como Stefano Rodotà utilizaba el Análisis Económico del Derecho. En otras palabras, de esas que sí entiende López Obrador, el error del presidente es que quiere tirar el agua sucia con todo y niño.

No estaría de más que algunos de los radicales de izquierda —y el mismo jefe del Ejecutivo federal— le dieran una mirada al análisis de Peter Taylor-Gooby sobre el trilema de la izquierda relativo a las políticas públicas progresistas en épocas de austeridad. Los cuaternarios pueden leerlo en este hipervínculo, para que, de una vez por todas, expurguen su odio irracional contra una técnica que les evitaría ser el lamentable gobierno de ocurrencias que actualmente son.

Mientras no se tenga más rigor en el discurso público, será más fácil para los populistas hacer su labor: difundir tonterías de consumo sencillo. La mala propaganda también es alimento chatarra, lástima que ésta no le preocupe a Obrador y a López-Gatell de la misma forma que les inquietan los refrescos y papitas…


[1] “Versión estenográfica de la conferencia de prensa matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, diciembre 24, 2019”, consultable en la dirección electrónica https://lopezobrador.org.mx/2019/12/24/version-estenografica-de-la-conferencia-de-prensa-matutina-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-223/

Autor

  • Óscar Constantino Gutierrez

    Doctor en Derecho por la Universidad San Pablo CEU de Madrid y catedrático universitario. Consultor en políticas públicas, contratos, Derecho Constitucional, Derecho de la Información y Derecho Administrativo.

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