Al final, tuvo razón quien al inicio de la pandemia advirtió que nadie le creyera a Hugo López-Gatell. Dos años después, la más respetada publicación médica del mundo, The Lancet, ha nombrado a Gatell como el funcionario más irresponsable.
Las cifras hasta el 31 de mayo, tienen a México en el primer lugar mundial en muertes por COVID-19, seguido por Rusia, Italia, Estados Unidos y Brasil. Los cinco países gobernados por presidentes populistas, durante el inicio y pico de la pandemia.
El número de muertos en México por la pandemia estaba en 329 mil 895 personas el pasado lunes, según las cuentas del gobierno. Como sea, el propio Gatell aclaró que, debido a la manera de contar los muertos, las cifras oficiales crecían después al triple.
Pero las cinco mil 723 muertes por cada millón de habitantes causadas por el COVID-19 aquí fueron muertes anunciadas, si se recuerda la actuación anticientífica del doctor Gatell, como jefe de la contingencia, designado por el presidente.
En pleno confinamiento de la población, justamente por órdenes de Gatell, éste fue sorprendido por un fotógrafo mientras vacacionaba en Huatulco; y, contagiado del virus, apareció paseando sin cubrebocas, por la colonia Condesa.
Hoy van 329 mil 895 fallecidos, pero el cuatro de junio de 2020, Gatell se atrevió a decir que “sólo en un escenario muy catastrófico se podría llegar a 60 mil”, porque “el COVID-19 no representa una amenaza en términos sanitarios ni económicos”.
Lo más triste es que, casi todo México, creyó en el médico que le confió el presidente para que les salvara la vida en la peor catástrofe sanitaria del planeta en un siglo: tanto le creyeron, que hasta empezaron a mencionarlo como candidato presidencial.
Del 29 de marzo de 2020 al 28 de febrero de 2021, Gatell mantuvo 52.8 por ciento de aprobación en las encuestas de la Consulta Mitofsky, a casi nada del 55.9 por ciento que tenía el propio presidente de la República.
La popularidad de Gatell y del mandatario se registraron, sin embargo, a pesar de las recomendaciones anticientíficas de ambos. Gatell decía que la mascarilla tenía nula utilidad; y el presidente pedía a sus gobernados que se abrazaran sin temor al virus.
Dos años después, la conclusión de The Lancet sobre Gatell es lapidaria: “Con sus declaraciones, el funcionario mexicano expuso más al peligro a los ciudadanos, descuidando la evidencia científica y arriesgando vidas innecesariamente”.
Apuntemos para siempre que, lo anterior, es lo que aparece sobre Gatell en el informe “Lecciones de la pandemia del COVID-19 para el futuro”, de la Comisión Lancet. Y que, a ese funcionario, le creyeron los mexicanos.
El mismo que dijo que “el coronavirus ni siquiera equivale a una gripe”.
Sí: una gripe.