Mario Maldonado está en la mira de la Fiscalía General de la República (FGR). Es un hecho inaudito, porque de lo que se le acusa es de hacer su trabajo, es decir, periodismo.
Maldonado, en su cuenta de Twitter, replicó un audio en el que el fiscal Alejandro Gertz conversa con Juan Ramos, uno de los funcionarios que operan los temas más delicados. En esa conversación se reveló que el titular de la FGR había tenido acceso a un proyecto de sentencia, que beneficiaba, de modo parcial, a Laura Morán. El fiscal estaba enfurecido porque, como ahora es público, quiere tener a toda la familia de su hermano Federico tras las rejas.
Los audios son inquietantes porque dan cuenta de cómo se hacen las cosas y de los intentos de presionar a ministros de la Suprema Corte.
Maldonado escuchó los audios que se colocaron en Youtube y, con instinto periodístico, puso el ojo y la atención en ellos.
En la FGR sostienen, así lo dijo el fiscal Germán Castillo, que Maldonado actuó mal, porque las conversaciones fueron obtenidas de modo ilegal.
Esto es absurdo. El interés periodístico es lo que debe privar en ese tipo de asuntos, porque la sociedad tiene derecho a saber cómo se comportan los poderosos.
La obtención del audio implica un problema, pero para quienes lo grabaron de modo ilegal, no para los periodistas. Si prosperaran las acusaciones contra Maldonado, se atentaría contra la libertad de expresión.
En la FGR saben esto y además conocen del sentido garantista que suele imperar en los juicios contra los periodistas. La Constitución protege la divulgación y más cuando se trata del escrutinio sobre los servidores públicos.
A nivel internacional hay diversos instrumentos que también operan en ese sentido y que impiden que se atente contra el trabajo en los medios de comunicación.
¿Entonces, de qué se trata? De intimidar, de hacer que Maldonado, quien es uno de los columnistas más talentosos de El Universal, se lo piense dos veces antes de escribir sobre el fiscal Gertz.
Este es otro error de apreciación de la FGR, porque Maldonado seguirá haciendo su trabajo y además con el respaldo de sus colegas y, muy relevante, de quienes lo leen.
Pero tampoco nos engañemos, son tiempos sombríos en los que la libertad de expresión está en riesgo. Por eso Gertz se siente con la autoridad para intentar revertir lo que tanto esfuerzo ha costado.