Las mentiras
Los informes de Gobierno en nuestro país tradicionalmente han servido para ocultarle la verdad a los ciudadanos y tratar de mostrarles una realidad que no existe.
Los presidentes en turno, durante sus respectivos informes, se esfuerzan por mostrarse sinceros, francos y auténticos; pero lo cierto es que incurren en simulaciones, falsedades y mentiras para ocultar lo que realmente está sucediendo. De tal forma que no todo lo que se dice en los informes de Gobierno es verídico o exacto sino todo lo contrario.
Mediante los informes de Gobierno los presidentes establecen la verdad oficial, su verdad, sobre todas las cosas, para decir que la nación marcha bien y sin contratiempos, aunque en los hechos las cosas no vayan tan bien como lo pintan.
Y es que muchas veces esta verdad oficial choca con la realidad y con la opinión de amplios sectores de la sociedad que ven con incredulidad el informe, porque nada tiene que ver con lo que están viviendo realmente.
Antes, durante y después de los informes de Gobierno el aparato de comunicación y propaganda del Estado se vuelca para difundir e imponer esa verdad oficial en todos los rincones del país.
Hasta el mismo presidente cuando era oposición le recomendaba a la gente que:
“Por salud mental, busquen la forma de protegerse ante el bombardeo de mentiras en la prensa, la radio y TV, en vísperas del informe de EPN”
El Informe de López Obrador en ninguna forma es diferente. Está plagado de mentiras y de cuentas alegres, tal y como se hacía en los informes a la nación de los gobiernos del PRI o del PAN, y para que amarre bien de igual forma saturan de propaganda la vida pública y privada de todos los que vivimos y padecemos la realidad nacional.
Veamos. El presidente López Obrador dice en su Informe que asumió “…el compromiso de convocar a los ciudadanos para emprender juntos la Cuarta Transformación…”, pero una cosa es convocar y otra muy distinta es involucrar y abrir los espacios para la participación, y hasta el momento no hay mecanismos formales para esa participación que no sean sus votaciones a mano alzada y consultas a modo para imponer sus propias decisiones, en las que participan principalmente quienes simpatizan con su proyecto. El presidente miente, no hay una participación auténtica de los ciudadanos y busca una ley de consulta popular a modo para legitimar decisiones tomadas de antemano.
¿En verdad vamos juntos para emprender la Cuarta Transformación? Yo digo que no. Recordemos que sólo un tercio de la población votó por él, y de los otros dos tercios una parte importante votó por otras opciones u otros más de plano se abstuvieron de votar. Por lo tanto, no vamos juntos ni estamos revueltos.
La nación está dividida y el presidente no hace un esfuerzo real por sumar y conjuntar a todos. En todo caso su convocatoria es parcial pues sólo la promueve con sus afines y con quienes aceptan sus condiciones. El presidente miente, no todos vamos juntos en su proyecto ni la convocatoria es para todos.
Luego dice que: “Este informe nos permite explicar cómo se ha venido ejecutando la política para la transformación… ha empezado a convertirse en realidad, en práctica cotidiana.”
¿En verdad López Obrador explica en este Informe cómo ha venido ejecutando la política para la transformación? Una ejecución que ha dejado mucho que desear por ineficiente, con poco tacto social, totalmente desaseada y de magros resultados. El presidente miente, no está informando realmente cómo está instrumentando la política. En el Informe no hay luz de una autocrítica seria en este sentido.
¿Es cierto que la transformación que promueve se está convirtiendo en una realidad y en una práctica cotidiana? Falso, hay más de lo mismo. Para muchos la realidad sigue siendo de corrupción, desempleo y violencia. El presidente miente, no hay tal transformación ni mucho menos que ya sea una práctica cotidiana. En todo caso lo que hay es una regresión con sentido autoritario.
De igual forma señala que “Ya es un hecho…la separación del poder económico del poder político.” ¿En verdad es un hecho la separación entre estos poderes? Evidentemente que no. Hay un reacomodo entre ambos poderes. La otrora “minoría rapaz” ha encontrado la forma de alinearse con el poder político actual y ambos se necesitan para sobrevivir. Todos hemos sido testigos de cómo los grandes empresarios y banqueros que antes fueron despreciados ahora están muy acomodados con el poder político para salvaguardar sus intereses. Antes los negó, pero ahora se apoya en ellos.
El presidente miente, no hay una separación de estos poderes. Él mismo lo confirma cuando alude en su Informe a los empresarios y les da las gracias por su colaboración.
Asimismo afirma que “El gobierno actual representa a todos…al margen de ideologías” ¿Es verdad que este gobierno nos representa a todos sin importar las ideologías? Evidentemente que no. El presidente representa a su proyecto político y a quienes simpatizan con él, pero no a todos. No hay día en que no la emprenda contra los que a su juicio son conservadores o contra sus críticos u opositores. Es particularmente intolerante contra todos aquellos que no están en su proyecto. El presidente miente, no representa a todos sino a quienes están con él. De igual manera, él mismo lo confirma al final del Informe cuando la emprende contra la oposición.
Enseguida asegura que “Ya existe un auténtico Estado de derecho…al margen de la ley, nada; y por encima de la ley, nadie” ¿Es verdad que ya existe un auténtico Estado de derecho y que la ley se respeta? Por supuesto que no. Todos los días somos testigos de cómo infringen la ley las bandas de delincuentes que asolan al país, los políticos corruptos que viven al amparo del poder y los funcionarios, empezando por el presidente, que no respetan la legalidad ni a institución alguna. El presidente miente, en este país se sigue violentando la ley, no hay un auténtico Estado de derecho.
Luego asevera que “…el Poder Ejecutivo ya no interviene…en las determinaciones del Poder Legislativo y del Poder Judicial…” ¿En verdad ya no interviene? Hay constancia pública de los encuentros con los coordinadores de sus fracciones legislativas donde les tira línea para sacar los acuerdos que le interesan y tiene una mayoría cómoda en ambas Cámaras que le sacan los proyectos que le son funcionales. Es público que mantiene un conflicto permanente con los ministros y jueces a quienes presiona para que se ajusten a sus políticas de austeridad y cuyo Poder lo tiene intervenido con jueces afines a su política. El presidente miente, el Poder Ejecutivo sí interviene y trata de controlar a los otros poderes de la Unión. Ya veremos para las elecciones del 2021 cómo el presidente estará metido hasta las manitas en el proceso electoral para garantizar la permanencia de esa mayoría en el Congreso.
También dice que el Ejecutivo “…respeta las atribuciones de las instancias estatales y municipales, no se entromete en decisiones de órganos autónomos, como la Fiscalía General de la República, el Banco de México, las autoridades electorales y la CNDH, y se abstiene de intervenir en la vida interna de sindicatos y partidos políticos.” ¿En verdad el presidente es muy respetuoso de todo esto? Claro que no. Hay evidencia pública de su conflicto contra la CNDH que amenaza con ponerle fin a esta institución; de igual forma, hay evidencia pública de su confrontación contra la instancia electoral central a la que se le presiona para ajustar su presupuesto y para que cercene su estructura operativa; de igual forma, el presidente siempre tiene otros datos cuando organismos financieros y económicos advierten situaciones adversas en relación a la economía, incluyendo al Banco de México; pero por supuesto que en la FGR el fiscal es su carnal y ahí se manejan los expedientes de acuerdo al interés del presidente bajo el criterio de “para los amigos justicia y gracia; y para los enemigos, justicia a secas”; toda la estructura territorial que tiene con los subdelegados, los Servidores de la Nación y los programas sociales le han restado capacidad operativa a los Estados y municipios, y no hay gobernador de otros partidos que no haya sido golpeado verbalmente en eventos oficiales del presidente; el impresentable líder sindical Napoleón Gómez Urrutia y la Secretaría del Trabajo le están construyendo una red de sindicatos a modo; y desde la presidencia se interviene en los partidos, ahí está el caso de la reciente elección del PRI, donde fue pública su aversión contra el Dr. José Narro y su favoritismo por quien finalmente resultó electo, y desde luego que interviene en su partido y en sus partidos aliados. El presidente miente, claro que interviene políticamente de alguna forma u otra en todos estos aspectos.
Más adelante asegura que “También estamos transitando hacia una verdadera democracia…” ¿Seguro que estamos transitando a una democracia de verdad? Falso, no hay tal transición. No puede haber democracia con tanta intolerancia contra sus opositores; cuando el gobierno opera con recursos públicos para favorecer candidaturas del partido oficial como si fueran elecciones de Estado, como lo vimos en Puebla y Baja California; cuando se construye una inmensa estructura territorial con fines electorales mediante los programas sociales, aprovechándose de las necesidades de la gente, para favorecer a su fuerza política, lo cual constituye una forma de fraude electoral. Evidentemente que no, el presidente miente. No estamos transitando hacia una democracia, sino que por el contrario hay un claro sentido de regresión hacia el viejo régimen del presidencialismo autoritario y caudillista, con partido único.
En seguida presenta una relación de supuestos logros sin dar pruebas fidedignas que realmente sustenten sus datos. Por ejemplo, hace unos días se puso al descubierto que en el programa de jóvenes Construyendo Futuro había una serie de irregularidades que hacen pensar que hay una gran ineficiencia y hasta corrupción. Nada indica que los demás programas no estén igual o peor. Ya tocará a los diputados en el desglose del informe analizar a fondo cómo están efectivamente esos programas. Por lo pronto, lo que sí queda claro es que el presidente está construyendo una gran base social con recursos públicos y que sin duda constituirán su principal respaldo electoral. Por eso, no le importa que la economía no crezca, mientras tenga dinero para regalarle a una masa cautiva. No construye una nación sino su propia fuerza electoral.
La lista de mentiras del presidente es muy larga en este Informe de Gobierno. Se necesitarían varios artículos o todo un ensayo para apuntarlas. En conclusión, el presidente López Obrador no tuvo nada bueno para presumir y quizá por eso se fue de largo con las falsedades.
Claro, queda a los ciudadanos decidir cuánto realmente le creen al presidente en su Informe de Gobierno, como lo ha sido siempre con los informes de gobiernos anteriores. Yo, por lo pronto, le creo muy poco o nada.
El Ultimo Clavo
Las intenciones
El presidente López (dicho con todo respeto como cuando se dice Peña, Salinas, Calderón, Zedillo o Fox) cree que la votación que logró lo autoriza para cambiar el régimen de nuestro país. Que alguien le diga que no tiene la autoridad moral ni la legitimidad de toda una nación para alterar la esencia de dicho orden, el cual está establecido en el Artículo 40 de nuestra Constitución, que a la letra dice:
“Artículo 40. Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental.”
Porque en el Informe insiste en que su proyecto de transformación significa un cambio de régimen:
“Con lo conseguido en apenas nueve meses bastaría para demostrar que no estamos viviendo un mero cambio de gobierno, sino un cambio de régimen, y que esto no ha sido ni será más de lo mismo; por el contrario, está en marcha una auténtica regeneración de la vida pública de México.”
¿Quiere decir entonces que está en curso algún tipo de golpe de Estado para alterar el orden constitucional?
¿Quizá por eso el presidente López se empeña en atacar y agredir a sus opositores? ¿Por eso celebra que no haya una oposición real? ¿Para qué nadie se interponga en su camino de alterar el orden constitucional? ¿Por eso le dedicó a la oposición la parte importante en el cierre de su discurso?
“…nuestros adversarios, los conservadores que se oponen a cualquier cambio verdadero y están nerviosos o incluso fuera de quicio…viven aturdidos y desconcertados…no han podido constituir, y esto lo celebramos y toco madera, para que no se pueda crear un grupo o una facción con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos. Además, lo digo con respeto…están moralmente derrotados…”
El presidente deja ver su talante autoritario, sectario e intolerante. Esa es una actitud propia de un dictador o un tirano, en el entendido que su aspiración política es que en México sólo exista su propia fuerza política, su proyecto y su autoridad. En ese sentido, no tenemos como presidente a un demócrata sino a un tirano. ¿A caso esta es la forma de régimen que quiere instaurar con la transformación que se ha propuesto? ¿Un régimen de tiranía o de dictadura?
Si las oposiciones no se fortalecen y establecen espacios de entendimiento prácticamente serán borradas del mapa político nacional. Quizá tenga que pasar que esa tiranía se imponga por treinta años y que las oposiciones en su condición actual desaparezcan para que surja un México diferente, justo, libre y democrático, producto de una gran fuerza social cuyo empuje e ímpetu logren cambiar ese régimen totalitario y tiránico hoy en ciernes. Ojalá que no se termine de imponer un régimen con estas características totalitarias ni mucho menos que se prolongue tanto en el tiempo. Pero ¿quién puede asegurar que este proyecto de gobierno sería sólo por seis años o doce? Nadie.