México-Trump: el futuro está aquí

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Es noticia: 30 mil mexicanos deportados en ocho años de gobierno de Obama han logrado convertirse aquí en patrones y empleadores, tras instalar negocios con los ahorros de su trabajo como ilegales en Estados Unidos.


Es un 3.6 por ciento. Pocos aún. Pero el estudio “El retorno, el nuevo escenario de la migración entre México y Estados Unidos”, elaborado por la Segob, enaltece al grupo de inmigrantes más denostado por la nueva administración americana.


Porque demuestra cuánto potencial humano pierden allá y cuánto ganamos aquí: 44 por ciento de los expulsados se inserta como obreros competitivos, 20 por ciento se dedica a labores del campo, 27 por ciento a trabajar por cuenta propia, y sólo cuatro por ciento no encuentra salario regular.


Deja atrás también antiguos estereotipos del mexicano que maneja básicamente la derecha estadounidense: no sólo ahora al calor de las políticas antimexicanas del presidente Donald Trump, sino desde hace más de un siglo.


Estándares despectivos que no sólo se formaron por sí mismos los grupos más reaccionarios de Estados Unidos, sino también a partir de nosotros mismos. Leamos, por ejemplo, un criterio de Porfirio Díaz, a quien no pocos atribuyen un superexitoso modelo de modernización económica hasta 1910.


Cita Rafael Tovar y de Teresa al general Díaz en De la paz al olvido (Taurus, 2015):


“Los mexicanos están contentos con comer desordenadamente antojitos, levantarse tarde, ser empleados públicos con padrinos de influencia, asistir a su trabajo sin puntualidad, enfermarse con frecuencia y obtener licencias con goce de sueldo, no faltar a las corridas de toros, divertirse sin cesar, casarse muy jóvenes y tener hijos a pasto, gastar más de lo que ganan y endrogarse con los usureros para tener posadas y fiestas onomásticas…”


Es el tipo de estigmas que usa Trump: “Cuando México envía a su gente, no nos mandan a los mejores. Nos mandan gente con un montón de problemas, que traen drogas, crimen y son violadores”, o “los mexicanos nos están matando en la frontera”.


Fue por eso, aunque sin divulgarlo como Trump, que Obama deportó casi tres millones de mexicanos en ocho años. Pero es más alta cada vez la cifra de deportados convertidos en emprendedores, gracias (hay que decirlo) a que se les valoran más los conocimientos que traen.


Hoy, los gobiernos los enlazan con cámaras empresariales, cooperativas, con empleadores y por disposición oficial se les agilizan los créditos, además de hacérselos más accesibles y que sean en buenas condiciones: se les da un nuevo valor.


Porque existe un México fuerte, que crece por encima de la media mundial hace años, con una moneda que se resiste a ser aplastada por el dólar. Un México que permite pensar en que el futuro…


Está aquí.



Este artículo fue publicado en La Razón el 27 de marzo de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.


 

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