febrero 23, 2025

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Con El señor presidente (1946) del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura en 1967, inicia lo que se ha dado en llamar el género de las “novelas de dictadores”, la última de ellas Tiempos recios de Mario Vargas Llosa (2019).

Entre la primera y la más reciente de estas novelas han pasado 73 años. Otras obras de este género, propio de la condición de América Latina, son Yo el supremo, del paraguayo Augusto Roa Bastos; El recurso del método del cubano Alejo Carpentier y El otoño del patriarca del colombiano Gabriel García Márquez.

En diciembre pasado, en la presentación de la edición conmemorativa de la novela de Asturias, que leí por primera vez en 1968, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez reflexionó sobre las dictaduras y los populismos.

Ramírez fue vicepresidente de Nicaragua en el periodo de 1985 a 1990, cuando era presidente el comandante Daniel Ortega cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

En julio de 1979, los sandinistas se hacen del poder tras el triunfo de la Revolución que derrocó al dictador Anastasio Somoza. En 1990, tras once años en el gobierno, pierden las elecciones.

Eran todavía los años en que la Revolución Sandinista se veía como una alternativa realmente democrática a los gobiernos dictatoriales del socialismo real.

El sandinismo despertó grandes esperanzas, que después una parte de sus dirigentes se encargaron de sepultar. Hoy Ortega, que junto con su esposa Rosario Murillo vuele al poder en 2010, se mantiene en él a la manera que lo hizo la dictadura somocista.

Ramírez que conoce bien las dictaduras y los populismos en su intervención planteó que en El señor presidente encontramos “la concentración del poder en una sola mano, la adulación que el poder trae, el servilismo, los mecanismos oscuros que los dictadores utilizan para mantenerse en el poder”.

Y también que, en Estrada Cabrera, el dictador de la novela de Asturias, encontramos ya al “gobernante dictatorial reflejado en cualquier dictadura o gobierno autoritario del siglo XXI, más allá de las ideologías”.

“En América Latina, dice Ramírez, tenemos una recurrencia a las dictaduras por las imperfecciones y por las anomalías de nuestra propia vida política y social”. Realidad presente y renovada después de que se llegó a pensar que las dictaduras ya nunca volverían.

Sobre los gobiernos populistas Ramírez afirma: “No hay populismos democráticos. A mí no me ha probado ningún gobierno que haya un populismo democrático, transparente; son contradictorios los términos, los populismos siempre tienen al autoritarismo se llamen Chávez o Bolsonaro vienen siendo lo mismo”.

El nicaragüense, Premio Cervantes de Literatura (2017), conoce muy bien México y la política mexicana, y en su reflexión, seguramente por diplomacia, no citó al presidente López Obrador como un ejemplo de gobernante populista. Lo es.

Recomiendo leer la obra de Asturias, en particular Hombres de maíz y El señor presidente, y de la vasta obra de Ramírez, Castigo divino (1988), Margarita está linda la mar (1998) y su célebre Adiós muchachos (1999), memoria sobre la Revolución sandinista.

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