Una muletilla entre las que más acude el presidente es la que se respalda en Benito Juárez para decir que los conservadores están moralmente derrotados. Hoy, durante su conferencia mañanera, la usó para referirse a los medios de comunicación críticos de su gobierno y que, según él, falsean noticias (digo según él, porque el mandatario no acostumbra sustentar sus aseveraciones con datos).
En este reiterado embate contra el periodismo, Andrés Manuel López Obrador deja clara su concepción del trabajo informativo y de opinión como ejercicio militante que debe aplaudirlo para respaldarlo, es decir, lo asocia con la propaganda. Ahora dirigió sus baterías contra El País y The New York Times sin advertir que ayer mismo, la jefa de gobierno de la CDMX admitió que, en efecto, hay más muertos de los registrados oficialmente, tal y como han propalado ambos medios internacionales.
Dijo también, y en su desplante volvió a mentir, ser el presidente más criticado en la historia, así como si fuera víctima de la prensa, y esa es otra forma de alentar a la sociedad contra medios y el periodismo, en un contexto donde la muerte de los comunicadores en el país es un suceso reiterado, al menos en 17 ocasiones durante la actual administración. Lo dice en sus conciliábulos de prensa cotidianos, como el presidente que más gusta de salir en los medios, tanto los convencionales como los digitales.
López Obrador no entiende, no quiere entender, no está en su naturaleza autoritaria comprenderlo, que los medios de comunicación no son correas de propaganda de ningún gobierno (aunque eso es lo que él ha impulsado en los medios públicos y Notimex). Pero ese “periodismo” aplaudidor merece el escarnio de las audiencias, está moralmente derrotado.