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Con gran ostentación, pero con el silencio del coro obradorista, Claudia Sheinbaum presentó el 13 de enero su proyecto de política de desarrollo industrial, Lo bautizó como Plan México y, aunque no sea su intención, incluye una tácita crítica a la política económica de su predecesor y líder. Obligada por las negociaciones para la ratificación del T-MEC y por el nulo crecimiento económico de los años recientes, la presidenta pretende reinstalar la política de promoción de la industria nacional, política en la que fueron omisos los gobiernos de corte neoliberal desde la apertura de México al comercio internacional y hasta el sexenio de López Obrador.

Sheinbaum incluyó en el Plan México 13 objetivos y una serie de medidas fiscales, administrativas y de concurrencia con empresas privadas, universidades y dependencias públicas para atraer inversiones y promover el desarrollo de algunos sectores de la industria nacional. Se busca impulsar el crecimiento de la economía de México y de la creación de empleos formales.

El principal de los objetivos anunciados es que la economía mexicana se ubique como la número 10 mundial por el tamaño de su Producto Interno Bruto (PIB). El ranking mundial publicado en diciembre de 2024 por el Centro de Investigación Económica y de Negocios (Centre for Economics and Business Research, CEBR) con sede en Londres, ubica en el lugar 12 mundial a la economía de México. Para alcanzar la posición 10 deberá superar a Brasil y Rusia, lo que implica tener un crecimiento del PIB de alrededor del 6 o 7% durante los próximos años. El objetivo planteado es difícil de cumplir por el antecedente del promedio nulo de crecimiento anual del PIB que nuestro país tuvo durante el sexenio anterior. El CEBR pronostica, por el contrario, que México retrocederá tres posiciones en los próximos lustros y señala como lastres la informalidad de la mitad de la economía, el que las condiciones de los trabajadores son precarias pese a los espectaculares aumentos al salario mínimo y que la legislación empresarial y el marco institucional del país es deficiente. A esos obstáculos cabría añadir el golpe que sufrió el Estado de Derecho (y la certeza jurídica de las empresas) con la reciente reforma que terminará con la independencia y profesionalismo del Poder Judicial, así como el control criminal de extensos territorios y caminos.

Del antecedente de crecimiento cero y de los lastres mencionados, el Plan de Sheinbaum no dice nada, como tampoco establece las medidas necesarias para lograr superarlos.

Se incluyen como objetivos del plan el que la mitad del consumo y la mitad de las compras públicas sean de producción nacional, aunque no detalla las medidas proteccionistas que apuntalarían la consecución de tal objetivo. A esta carencia del anunciado plan se debe añadir que, en lo referente al consumo, la protección se limitará a la producción textil, calzado, mobiliario y juguetes, dejando fuera industrias tan importantes como la alimentaria, química, farmacéutica (se habla solo de la producción de vacunas), la eléctrica y electrónica, la de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como la producción de maquinaria y equipo.

Quienes festinan por anticipado el renacimiento de la política de sustitución de importaciones olvidan que esa política tuvo éxito en nuestro país en los años 50, en un mundo muy distinto al del presente, sin los nuevos avances tecnológicos en materia de comunicaciones y transporte, sin internet, teléfonos inteligentes, ni la interdependencia actual. Tampoco el Plan de Sheinbaum establece la actualización que tal política requiere en las condiciones del mundo global, además de que en posteriores declaraciones y los operativos contra la piratería, indica que el nuevo proteccionismo parece orientarse exclusivamente a combatir la introducción de productos chinos.

Finalmente, otra variación respecto a la política de AMLO que se observa en el Plan México es el establecimiento de mesas en las que participen las universidades y el sector empresarial para definir asuntos relativos a los polos de desarrollo, nuevas zonas industriales y la innovación científica y tecnológica, lo que contrasta con la condena generalizada que sufrieron las universidades en la administración anterior, así como la demonización que se hizo de la colaboración gobierno-empresarios en materia de investigación científica y tecnológica.

Quizá es la tímida diferenciación referida la que originó la afonía del coro de matraqueros oficialistas respecto al Plan México. Apegados a las instrucciones de su guía, parecen esperar que de Palenque emane la consigna a seguir, como ya hizo notar Orquídea Fong en la videocolumna que difunde en el portal de nuestra revista Etcétera.

Cincelada: Durazo (Sonora), el exfutbolista Blanco (Morelos), Rocha Moya (Sinaloa), Ovalle (Segalmex), Garduño (Migración) y Salgado (Guerrero), presentes en el Top 6 de la impunidad.

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