Dentro de poco, a más tardar el 30 de abril próximo, la presidenta Claudia Sheinbaum deberá dar a conocer su proyecto de Plan Nacional de Desarrollo (PND). La cuestión a dilucidar es si incluirá una política propia a dicho Plan, un sello propio, o si simplemente se impondrá la consigna de “más de lo mismo”.
En la Carta Magna y en la Ley de Planeación se establece que el Ejecutivo elaborará el proyecto de PND (bajo la coordinación de la Secretaría de Hacienda) y lo entregará a la Cámara de Diputados en el mes de abril del primer año de gobierno. Es el órgano legislativo el que tiene las atribuciones legales para su aprobación, cosa que de entrada está garantizada, puesto que el partido oficial tiene ahí una amplia mayoría artificial y dado el comportamiento de levantadedos que caracteriza a la bancada morenista.
El PND es el plan estratégico que guía las políticas públicas y las acciones del gobierno federal durante el sexenio, el cual debe ser consistente con los principios contenidos en la Constitución. Al respecto, debe recordarse que, hace seis años, el entonces presidente López Obrador remitió a San Lázaro dos documentos distintos: uno elaborado por Carlos Urzúa (entonces titular de la SHCP), producido con la participación de los diferentes sectores económicos en foros temáticos y regionales y que técnicamente se apegaba a lo mandado legalmente. Un segundo documento también se entregó: fue redactado a vuelapluma y en lo oscurito por Jesús Ramírez Cuevas (vocero de AMLO). De tan solo 69 páginas, era omiso respecto al contenido constitucional que debía cumplir, no observó las reglas de planeación ordenadas por ley y se limitaba a presentar un discurso más propio de un evento de campaña.
Luego de descalificar el primer documento, al que tildó de “neoliberal”, López Obrador dio la consigna de aprobar el segundo documento, es decir, el más apartado de los principios constitucionales y de la idea misma de lo que es la planeación del desarrollo. Esta decisión presidencial originó que, meses después, renunciara el Secretario de Hacienda, como el propio Urzúa lo publicó antes de su repentino fallecimiento.
El PND de AMLO, con ideas generales, sin la expresión de ejes estratégicos, políticas públicas, acciones ni indicadores de gestión, fue una de las condiciones de la política de ocurrencias y caprichos que caracterizaron a ese gobierno, así como de la amplia discrecionalidad con la que se condujo en el manejo de los recursos públicos.
En este nuevo sexenio cabría esperar una reorientación de la política pública para atender los graves problemas nacionales heredados por las anteriores administraciones (incluida la del propio AMLO), tales como el estancamiento económico y la dependencia, la desigualdad social, el atraso científico y tecnológico, el peso muerto de la deuda pública y otros lastres que aquejan al país.
Como se dijo en este espacio la semana anterior, los problemas de crecimiento cero de la economía mexicana, así como las presiones trumpistas para la renegociación del tratado de libre comercio (T-MEC), orillaron a la presidenta a presentar un plan para impulsar la industria nacional y con ella el crecimiento económico y la creación de empleos formales. Este anuncio, que encierra una crítica al neoliberalismo populista de AMLO, pudiera ser prometedor en cuanto a que el proyecto de PND diagnostique los problemas nacionales y ofrezca alternativas de mediano y largo plazo. Sin embargo, el seguidismo en que la presidenta incurre reiteradamente (el “segundo piso de la transformación”) y el contenido de sus expresiones mellan la expectativa de un cambio de línea.
En su discurso de toma de posesión Sheinbaum esbozó “su plan” en términos de lo que llamó los principios del Humanismo Mexicano y la Cuarta Transformación y que no son sino lugares comunes de la retórica del obradorato: 1) Por el bien de todos, primero los pobres, 2) No puede haber gobierno rico con pueblo pobre, 3) Honradez en el gobierno (pese a todas las evidencias), 4) Con el pueblo todo, sin el pueblo nada, 5) Prohibido prohibir, 6) Cuidado del medio ambiente y los recursos naturales (pese al ecocidio del Tren Maya), 7) Igualdad sustantiva, 8) Soberanía nacional, 9) La política se hace con amor no con odio (el odio lo reserva a la oposición) y 10) Condena al clasismo, racismo y machismo.
Mala señal es que Sheinbaum no encargó la elaboración del proyecto de PND a la SHCP, sino al mismo Jesús Ramírez Cuevas que redactó el mamotreto anterior y quien, heredado por AMLO, ahora ocupa el cargo de Coordinador de Asesores de la Presidencia.
Cincelada: Rocha Moya (y con él la presidenta, gobernadores y la 4T en pleno), protestan contra el mal trato que USA pretende dar a los narcotraficantes mexicanos.
Autor
Fundador y consejero nacional del PRD, fue su diputados federal y representante electoral. Se desempeña como asesor parlamentario y analista político.
View all posts