Populismo a mano alzada en la plaza

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Hasta suerte tenemos: antes de las elecciones de 2018, contaremos con la oportunidad de comprobar, a cero kilómetros de distancia, cómo funciona el populismo. Aunque, sin tener que esperar tanto, pudimos ver cómo un presidente populista toma decisiones a mano alzada en la plaza pública.


En un baile, Donald Trump concluyó que como presidente de Estados Unidos seguirá gobernando a través de las redes sociales. Mientras bailaba con su esposa a los acordes de “My way”, preguntó a los asistentes si debería “mantener los mensajes en el Twitter”.


El grupo gritó que sí y eso le bastó para anunciar que continuará con tuits a toda hora a sus más de 20 millones de seguidores porque se lo pidió “el pueblo”, ya que las redes sociales son “una forma de evitar a los medios de comunicación deshonestos”.


Para Trump, aquellos seguidores representan a todo el pueblo estadounidense, el mismo al que anunció en la toma de posesión que le “transferirá el poder de Washington”.


¿Qué es pueblo para los populistas? Aquellos que alcancen a reunir en el auditorio de turno. Para Trump pueden ser los asistentes a un baile, pero, por ejemplo, para AMLO son aquellos a quienes su partido de turno pueda reunir en el Zócalo.


Por eso el “sí” en el baile basta a Trump para dirigir por Twitter. ¿Qué escribe en Twitter? Lo que quieren leer sus seguidores: insultos. Desde junio, escribió “indecente” 215 veces, “malo” 77, “deshonesto” 74, “tonto” 42, “mentecato” 19, “imbécil” 16, “payaso” 14, “ilegal” 11.


Pero las palabras negativas o despectivas para referirse a quienes no los quieren cambian para los populistas según el entorno: en la Venezuela de Maduro son “oligarcas” y “escuálidos”; en Cuba son “vendepatrias”, en el discurso de AMLO aquí son “mafiosos” o “salinistas”.


Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac (Connecticut) indica que dos de cada tres estadounidenses prefieren que Trump cierre su cuenta en Twitter. Y siete de cada diez jóvenes de entre 18 y 34 años los desaprueban absolutamente.


Aunque las encuestas nunca van a representar el pueblo para los populistas si no arrojan los resultados que desea. ¿Qué es pueblo para ellos? La gente que alcancen a reunir en el auditorio de turno, desde los asistentes a un baile hasta los acarreados en una plaza pública.


Por ejemplo, la agenda oficial de ayer de Trump apuntaba que tendría una reunión con “los trabajadores americanos”. ¿A poco pudo reunir en su oficina a “los trabajadores americanos”? No. Esos detalles no importan a los populistas.


Pero deberían importar a quienes no lo son. En México somos privilegiados: tenemos dos años para observar de cerca al populismo en el poder.


Así que ya empezó el baile.



Este artículo fue publicado en La Razón el 24 de enero de 2017, agradecemos a Rubén Cortés su autorización para publicarlo en nuestra página.

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