febrero 24, 2025

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Gris y triste se ve el arranque de las precampañas presidenciales. Nada hay de verdad nuevo o interesante, todo es muy predecible, todo hueco. Mucha demagogia populista. Y nada más.

Otra vez más de lo mismo. Democracia deficiente.

Ninguno de los tres precandidatos nos propone algo que no haya sido planteado antes varias veces y siempre con malos resultados. Nada que de veras ofrezca algo mejor que lo que ya tenemos medio mal. Los tres se ven de mentalidad reaccionaria, burocrática y de pocas miras. Muchas promesas imposibles de cumplir, mucho sueño guajiro y ofertas de todo para todos. Nada de razonamiento público efectivo, nada de debate abierto y polémica con argumentos. Mucha calumnia y desprestigio.

FOTO: GALO CAÑAS /CUARTOSCURO.COM

Se comprueba que en México la izquierda sólo es un fantasma ideológico, mucha palabrería, mucho ruido en las calles y las redes y pura confusión en los hechos. Siguen sin cabeza la clase trabajadora y sin voz pública la conciencia emancipadora. Por eso esta vez resulta evidente que no hay ni un solo candidato que quepa dentro de esa nebulosa etiqueta de “izquierda”.

Meade va con un partido eficiente y obediente (PRI), pero un partido lleno de mala fama y que tropieza a cada paso con su propia corrupción; López nada más tiene en Morena su gran negocio con máscara de partido, y sigue adelante con sus contradicciones trágicas y derrumbando sus propios planes y proyectos cada vez que abre la boca; Anaya va solo en su carrera loca y con la cauda o aval de ese batidillo de incongruencias que armó con los batidillos del PAN, el PRD y el MC.

Entonces, hasta ahora el que menos cosas fantásticas promete es el burócrata del PRI, que promete más PRI; los otros dos se reflejan como merolicos con garrote e intentan superarse en lo delirante de sus ofertas de bienestar a costa de lo que no hay.

Todo en este arranque de las tres precampañas parece depender del espectáculo y la imagen publicitaria comercial, de la fuerza servil de los grupos clientelares y de las acusaciones de corrupción sin pruebas efectivas. Puras habladurías. Nadie hace auténticas propuestas de administración pública y gobierno político de la realidad, los tres predican como si fueran la voz del espíritu absoluto y con la certeza de que prometer no empobrece.

FOTO: EDUARDO TREJO /CUARTOSCURO.COM

El análisis de contenido de los discursos y programas de los tres precandidatos no encuentra hueso ni sustancia para la interpretación política real, sólo hay ideología sin fundamentos y mitología popular sin documentos. No se habla de la auténtica historia política de México o el mundo, tampoco se habla en serio de las grandes cuestiones políticas del momento actual dentro y fuera de nuestras fronteras. Parece imposible que lo hagan después, en las campañas y en los debates públicos programados. Debido a ello hay que ejercer presión desde el lado del público votante, para que estos políticos mediocres y sus partidos comodinos intenten mejorar sus propuestas de campaña.

Sí, es cierto; allí está todavía en precampaña la compa Marichuy, una utopía más de la izquierda romántica y sin partido. Quizá no consiga reunir siquiera las firmas necesarias para ser reconocida como candidato a la presidencia de la república; pero ella puede ser la única mujer en la competencia (Margarita Zavala, de conseguirlo, hablaría por la iglesia católica y el sistema patriarcal). Pero tampoco Marichuy dice algo que no se haya dicho antes y que no haya fracasado ya antes como plan de gobierno. Ideas bonitas pero muy abstractas. Nada ofrece que sea menos oscuro que lo propuesto, digamos, por el EZLN, nada que efectivamente hable desde otro México, sólo más priismo rojo y con pasamontañas de anomia posmoderna repleta de citas de frases chuscas de Monsiváis.

Los medios de opinión pública se encuentran igual de grises y predecibles. Poca información con sustancia, mucho espejo de las habladurías. Opiniones subjetivas generalmente alineadas al juego ideológico de los partidos y grupos. Gran descuido del uso público de la razón. Predominan los intereses del mercado capitalista sobre los ideales de la opinión libre, los institucionales manifiestan sus preferencias sin declararlas en lo abierto; los guía la publicidad mercantil. Los militantes tampoco suelen declarar de forma clara y abierta su posición, más bien la disfrazan de organización popular casi espontánea. No critican su dogma; pero lo aniquilan en los otros, aunque se contradigan. Los corruptos se prodigan en las paparruchas e injurias.

FOTO: HILDA RÍOS/ CUARTOSCURO.COM

Pero pocos, muy pocos medios o personas manifiestan su independencia y su crítica realista, su alejamiento tanto del estado como del mercado. En lo propio de las redes virtuales predomina lo peor de todo; aunque también es donde más brilla lo libre y razonado, y donde mejor se practica de inmediato la voluntad de diálogo.

Total. Poca democracia y mucha marrullería. Entonces lo decisivo de verdad se encuentra ya ahora del lado de los votantes. Es la hora de la más auténtica opinión pública. Será la compleja conciencia colectiva lo que decidirá el rumbo de estas elecciones, hay mucha libertad para hacerlo; según la conciencia de la multitud se deje o no se deje engañar por el canto de las sirenas, las Fake News y los abalorios y espejitos.

La gran desconfianza ciudadana de este preciso momento es la palanca efectiva para mejorar en los hechos la democracia mexicana; cosa posible a través de la mejor información política de los medios de la opinión pública, lo que es nuestro principal objetivo. Este es un buen momento histórico para asumir más en serio la responsabilidad ciudadana de saber gobernarnos como república libre y soberana. Nuestro voto real da el poder real.

Si los políticos prometen todo sin poder dar nada claro, entonces es la multitud ciudadana la que puede dar sentido y razón al ser demócrata de México. Un modo cierto de hacer un mundo mejor.

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