La UNAM es una de las cajas de resonancia del país, lo que le pasa trasciende en innumerables sentidos. Son muchas las razones: su función, su trascendencia y su papel crítico la convierten en un valioso y primer referente.
A menudo tratan de usar y aprovecharse de la UNAM. Si alguien lo sabe son los propios universitarios, pueden ser minorías los que la agredan pero por su importancia por más que el problema sea menor se sobredimensiona y en muchos casos puede terminar en escándalo mediático.
En unos meses la comunidad universitaria decidirá si hay nuevo rector o permanece el doctor Enrique Graue. No es una decisión sencilla porque al interior de la UNAM se mueven intereses y diferentes concepciones sobre cómo debe ser y dirigirse la institución.
Lo más importante ante el proceso que viene es que la decisión se tome única y exclusivamente por la comunidad. Tentaciones siempre las hay y da la impresión que en estos días se han intensificado.
Si la elección del rector pasa por factores externos el resultado puede ser brutal para la UNAM. En particular el Gobierno debe auténticamente hacerse a un lado, inquieta que se crea que la Universidad tiene algo así como identidad con la 4T. Puede haber sin duda coincidencias, pero ello no debe llevar a la institución a tomar partido o recibir línea en lo interno.
La UNAM ha entrado después de mucho batallar en un círculo virtuoso. Después de largas huelgas la comunidad universitaria logró revertir el estado de las cosas y la institución va paso a paso recuperando y ganando su prestigio.
La elección del rector de nuevo pone a la Universidad en el centro porque a las eventuales diferencias internas sobre la dirección que debe seguir la institución, se suman quienes se aprovechan de la coyuntura para meterse a la UNAM, con todo lo que implica.
No son casuales las agresiones recientes a la Universidad. Más allá de que se usen y apele a causas como el aniversario del ataque a estudiantes del CCH Azcapotzalco en CU, para lo que sirvió la manifestación fue para que se vandalizara la Rectoría, quienes dirigieron el acto sabían lo que estaban provocando.
Cabe la posibilidad que en la medida que se acerque la elección de rector pudieran suscitarse actos que busquen el desequilibrio interno.
Otro hecho de confrontación se presentó la semana pasada con motivo de la participación en la FCPS de Ricardo Anaya. El debate en este sentido es distinto, pero por ningún motivo puede ni debe ganar la intransigencia de no escuchar a alguien, más tratándose de la UNAM, expresar sus ideas.
Son muchas las voces y pensamientos que conforman el rompecabezas de la Universidad, a final de cuentas esto es también lo que la fortalece. El debate con Anaya debe darse en las aulas y no en manifestaciones que le impidan entrar a ellas.
Pocas cosas son tan difíciles como gobernar la UNAM. Es de gran complejidad en si mismo, a lo que se suma la importancia de mantener siempre vigentes sus grandes atributos, los cuales la definen y le dan identidad.
La UNAM es el centro de la libertad, de la autonomía y de una sistemática lucha en favor de la convivencia y el debate. Es junto con el IPN uno de los grandes centros de investigación científica.
No les vaya a dar por buscar fuera de la UNAM lo que internamente tiene de sobra. Enrique Graue ha logrado algo muy importante en la vida universitaria: estabilidad, a lo que se suma un gran avance académico producto del trabajo colectivo.
Que la UNAM decida por la UNAM.
RESQUICIOS.
Está circulando el libro más reciente de Enrique Serna, “El vendedor de silencio”, Ed. Alfaguara. Es un texto obligado. Narra la historia de Carlos Denegri uno de los periodistas más influyentes de su tiempo, mediados del siglo XX. “Era tan prepotente y déspota en el trato con las mujeres como en el periodismo”. Forma parte de una época que ya fue y que no debe regresar ni existir.
Este artículo fue publicado en La Razón el 9 de septiembre de 2019, agradecemos a Javier Solórzano su autorización para publicarlo en nuestra página.
Autor
Javier Solórzano es uno de los periodistas mexicanos más reconocidos del país, desde hace más de 25 años. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, cursó estudios en la Universidad Iberoamericana y, hasta la década de los años 80, fue profesor de Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana.
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