Una pregunta permea entre los usuarios digitales en relación con la plática telefónica sostenida entre los presidentes de Estados Unidos y México: “¿A quién creerle?”.
La pregunta es comprensible pero ineficaz para dilucidar el tema; “¿A quién creerle?”, alude a la incertidumbre de no saber con certeza si algo sucedió o no pero no plantea la exigencia de que las versiones tengan respaldo.
Así, hay quienes creen –sin más elementos que su creencia- en lo que afirma Dolia Estévez sin otra prueba que “fuentes confidenciales” que ella corroboró (no dice cómo, y eso es importante): en la plática Donald Trump humilló, ofendió y amenazó a Enrique Peña Nieto; desde luego que un factor a considerar es que la falta de credibilidad del Ejecutivo abona a que esta versión la compartan importantes franjas sociales (abona a ello también la tibia respuesta del Presidente durante la conferencia de prensa que en nuestro país dio junto con quien ahora es su homólogo estadounidense).
Por ello, en estricto sentido la pregunta no es si creerle o no a la señora Estévez (unos creen y otros no), el quid es anotar que su versión no tiene soporte documental ni testimonial y por ello adolece de insumos periodísticos. El único soporte documental que existe hasta ahora lo reseña la agencia AP que afirma tener en su poder la transcripción de parte de la charla y no menciona las supuestas prevaricaciones de Trump contra Peña Nieto. Vale la pena anotar de nuevo: se trata de una parte de la transcripción (de ser cierta), hasta ahora desconocemos el audio pero fue suficiente para que horas después varios medios internacionales recuperaran el parte de AP, lo cual genera la sensación –reitero, la sensación- de que esto es cierto.
La versión del gobierno federal desmiente a la señora Estévez, sostiene que la publicación “está basada en absolutas falsedades y con evidente mala intención”, también afirma que el tono de la conversación fue constructivo y algo más: “Usted afirma que obtuvo información de fuenes confidenciales de 'ambos lados de la frontera'. Sólo el Presidente y el Canciller participaron en esa llamada y ninguno de ellos recuerda conocerla o haber hablado con usted alguna vez”. Además, el vocero de la Presidencia de la República, Eduardo Sanchez, en el noticiero radiofónico que conduce Carlos Loret de Mola, no sólo desmintió a Estévez sino AP y aseguró que la Casa Blanca desmentirá ambas versiones (lo cual, hasta las 20:20 horas no había sucedido).
Entonces, la pregunta no es “¿A quién creerle?” la pregunta es si existen elementos suficientes para tener una idea aproximada de lo que sucedió durante la multicitada conversación. Nosotros, como la señora Dolia Estévez o AP, no somos adivinos. Eso está claro: es necesario tener un soporte documental, incluso que vaya más allá de la propia supuesta transcripción. Hay especulaciones, naturalmente, y estas se hacen en función de la empatía o no que se tenga con los personajes involucrados, y Trump no es precisamente popular en los medios del mundo como El País o Time, aunque también hay quienes toman distancia de esas reacciones emotivas y no especulan sino hasta tener mayores elementos (desde mi punto de vista la versión de la Casa Blanca es fundamental para tener un criterio). Adicionalmente hay que contemplar la versión que ayer mismo en la noche difundió CNN, en el sentido de que Trump no había amenazado a su pareja mexicano sino que le habría ofrecido ayuda, y no es lo mismo amenazar que ofrecer ayuda (algo que además han hecho varios gobiernos norteamericanos en otras ocasiones).
En el camino de valorar contenidos informativos –que para mí es lo central- hasta ahora no hay elementos para asegurar que Donald Trump humillló y amenazó al mandatario mexicano.