La instantánea será indeleble durante su mandato, la capturó Ariel Ojeda para Milenio, aunque minutos después el diario la retiró de las redes sociales. En ese circuito, el escándalo tuvo grandes proporciones, a diferencia de los medios de comunicación tradicionales, que lo desdeñaron. La escena ocurrió durante la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México, el mismo día en el que afirmó que ella no llegaba sola al cargo, sino todas, aludiendo a las mujeres. Para sorpresa de todos, la jefa del Ejecutivo besó la mano de Manuel Velasco, un político de infausta trayectoria.
El asunto no era menor. Tanto, que los encargados de la transmisión censuraron la secuencia y medios de radiodifusión privada como Televisa, colocaron una pleca para que se viera lo menos posible aquella acción. Además, los comunicadores del oficialismo se encargaron de negar lo evidente e incluso, insospechadamente, Álvaro Delgado Gómez acusó a Claudio X. González de haber montado la escena. Al otro día, Claudia Sheinbaum hizo el mejor control de daños: aceptó el hecho, aunque con ello exhibiera la abyección de sus propios voceros y la sumisión de la mayoría de los medios. La presidenta aceptó el hecho como parte de sus costumbres. Y vuelta a la página.
¿Vuelta a la página? Corrijo: apuesta al olvido. La presidenta de México besó la mano de uno de los políticos más corruptos del país. Eso es lo que sus propios colaboradores y simpatizantes han dicho en los últimos años. Rafael Barajas, Jenaro Villamil, Citlalli Hernández y Álvaro Delgado, entre otros quienes además han calificado en términos muy despectivos al exgobernador de Chiapas que desvió millonarios recursos del erario para promover su imagen, en desdoro de las grandes necesidades de los pobladores del estado, uno de los más pobres del país. Incluso el expresidente, años antes de ser su amigo, informó que lo demandaría por ello ante las autoridades correspondientes. El 25 de junio en X, López Obrador escribió:
“El 7 de junio, el gobernador de Chiapas del Partido PRI-Verde, cometió un monstruoso fraude: compró miles de votos con dinero del erario”.
Pero ahora el político de Macuspana y los apoyadores de Claudia Sheinbaum hacen como si no pasara nada, aunque el cuestionamiento es obvio: ¿Cómo cambiaron las circunstancias hasta llegar a que la presidente besara la mano de Manuel Velasco?
Es un títere de lujo, tiene ropas elegantes y su rostro es pulcro. La sonrisa dibuja una línea perfecta que, sin embargo, no tiene calor ni sentimientos. Los ojos son dos cuentas verdes que reflejan la luz, pero no expresan emociones, su voz parece una grabación editada. Sus movimientos son mecánicos, como si los controlaran hilos invisibles. Es una creación diseñada para impactar, aunque carece de sustancia. Tal fue el resultado del diseño que, de su propia imagen y con cargo al erario Manuel Velasco, se mandó a hacer. Gastó 110 millones de pesos para salir en radio, televisión y en salas de cine durante su primer informe de gobierno. Además, derrochó 250 millones de pesos para edificar un lienzo charro. Más aún, en 2021, el gobierno de López Obrador descubrió un desvío de 500 millones de pesos al identificar operaciones inexistentes o simuladas por esa cantidad; esas operaciones fueron detectadas por el SAT. ¿Qué pasó después?
El PVEM mantuvo su alianza con Morena y Manuel Velasco fue uno de los principales promotores de la autoproclamada 4T. No tuvo problemas y menos pisó la cárcel. Al contrario, el 16 de junio de 2023 se registró como “corcholata” para participar como marioneta en la pantomima ideada por López Obrador para que Morena eligiera a Claudia Sheinbaum como su abanderada a sucederlo. Manuel Velasco quedó relegado, pero le hizo un gran servicio al oficialismo al ser parte de esa simulación. Distintas fuentes aseguran que todo ese arreglo fue a cambio de dinero. Lo cierto es que un año después, la presidenta le besó la mano al senador.