Hoy quiero hablaros de un personaje increíble al que podríamos nombrar el «Príncipe de los Maricones De Antaño» sin dudarlo.
Se trata de Álvaro Retana, que tenía esta cara, esta pose, este TODO:
Retana nació en un barco frente a la costa de Ceilán el 26 de agosto de 1890, pero él siempre decía que había sido en Filipinas, y en 1898, porque oye, si te vas a quitar años ya que estás te puedes inventar también que naciste en otro sitio que te parezca más mejor.
Era hijo de un señor muy guapo que era diplomático y se llamaba Wenceslao, que es un nombre un poco complicado, y de Adela Ramírez de Arellano y Fortuny, que era muy aristócrata y todo eso. Wenceslao era este señor, que para la época debía ser un Buenorro decimonónico fijísimo.
Álvaro Retana trabajó casi toda su vida como funcionario del Tribunal de Cuentas, porque su papá buenorro le obligó a sacarse la oposición. Pero a nosotros nos interesa por todas las cositas que hizo además de ser funcionario.
Y es que resulta que Retana era, como lo ha llamado Luis Antonio de Villena…. EL ÁNGEL DE LA FRIVOLIDAD. Ya solo el nombrecito da mucho que pensar y promete bastante, ¿a que sí?
Pues así era: Retana se pasó la vida dedicado a tres cosas: escribir novelas guarrillas llenas de cosas nefandas, hacer canciones guarrillas llenas de sicalipsis, y ser todo un «libertino», que era la forma chachi de llamar a alguien todo eso que estáis pensando.
Las novelas de Retana pertenecen a un género que suele llamarse «novela galante», y que es evidente que es un eufemismo de los gordos: aquello era porno del duro a principios del siglo XX, y para saberlo solo hay que mirar los títulos:
«El encanto de la cama redonda», «Mi novia y mi novio», y «Fuego de Lesbos», que a @firecrackerx le encantaría para hablar de sus #SeñorasQueSeEmpotraronHaceMucho