Gil está de plácemes, rebosante de alegría. El presidente Liópez Obrador reveló allá por el mes de agosto que Antonio Helguera, Rafael Barajas El Fisgón, José Hernández y el periodista Pedro Miguel son sus amigos “inteligentes y críticos” con quienes pasa una tarde de sábado. En una jugosa entrevista de Jacobo García que leyó Gamés en su periódico El País, los cuatro amigos charlan, chacotean, recuerdan con cariño a su amigo de Palacio. Gilga no ha resistido la tentación de traer a esta página del fondo algunas tabletas de esa plática histórica.
Así se enteró Gil que después de estar cuatro horas con su amigo el Presidente, sus invitados comieron paella, “muy rica”, dijo Hernández, cuya altura intelectual dejó pasmado a Gamés: qué profundidad, qué forma de traer el concepto en la punta de la lengua. Dice el dibujante Hernández: “Nos llevó al departamento que mandó construir Calderón. No entramos, pero lo que nos quería mostrar es que la puerta de acceso al departamento tiene un vidrio blindado”. ¡Oh!, exhaló Gil, ¡blindado! Qué desmesura, quiten el blindaje y pongan una cortina de tela.
El Fisgón se ganó el trofeo de la alegre tarde en un patio de Coyoacán: “Con Andrés me pasa con mucha frecuencia que no estoy de acuerdo con cosas que dice. Pero ahora mi reflejo es preguntarme: ‘¿qué es lo que no estoy entendiendo?’ Y sí, me doy cuenta de que con mucha frecuencia a la larga él tiene razón, y esto lo ves a la larga”. ¿Sin albur, Fis? Que tan a la larga: ¿cincuenta, cien años?
Dibujantes militantes (tes-tes)
Como diría el Piporro: ajúaaa. No, Fis, nadie dirá que son ustedes unos dibujantes oficialistas, salta a la vista su sangre crítica. Ah, qué bonito es lo bonito. ¿Pero y si en realidad asistiéramos a un acto vergonzoso de cortesanía, de vesania política? Na. Ellos son luchadores: por ejemplo, El Fisgón dirige la escuela de cuadros de Morena, tiene dos programas de televisión del gobierno y trabaja en La Jornada, ¿algún problema? Claro que no, así lo exige el movimiento.
Helguera es el cínico, siempre se requiere uno así en grupos compactos: “Es un hombre muy brillante y con un conocimiento de la historia de México que te cagas. El señor da cátedra cuando se sienta a hablar y me callo el hocico porque aprendo”. Ah, Helguera, ¿ya leyó usted lo que dijo? ¿Requiere pañal? ¿Sabe leer? Helguera again and again: “Hoy en día nos dicen: No, ustedes son oficialistas. A ver, sí pendejo, de un gobierno que es antineoliberal. ¿Pues qué esperaban? ¿Qué coño esperaban? Todos mis monos son antineoliberales Si me dicen a mí monero oficialista, ¿sabes qué? A mucha honra y encantado de la etiqueta. Me la pongo aquí. Pero oficialista de este gobierno, no del PRI o del PAN, no jodas”.
De acuerdo, Helguera, no se diga más: dicho y escrito. Aiogeii. Muy bonito.
Amigos y más amigos
Los amigos, muy amigos, del Presidente son un solo corazón. Muy chistosos, se ríen mucho de sus chistes entre ellos. Se adivinan el pensamiento. Uno sigue el pensamiento que el otro deja trunco. Eso sucede cada vez que uno trata de hilar un pensamiento. No es una debilidad de su charla. Es su manera de conversar: terminar lo que dejó incompleto el que acaba de hablar. Hacen pensar en un equipo de nado sincronizado.
Los amigos hablan con gran economía de palabras. Entre todos, es posible que alcancen a decir unas cuarenta palabras distintas, una vez que se suprimen artículos y preposiciones. Con cuarenta palabras son capaces de decir todo lo que tienen que decir. Como quiera vérsele, es una hazaña de concisión y economía de lenguaje. Ji. Ahora mal sin bien: estos dibujantes han realizado el mejor autorretrato que se recuerde de ellos mismos. Menos mal que son grandes dibujantes. Y Gil dice dibujantes porque caricaturistas hace rato que no son, estamos ante dibujantes panfletarios, lo cual es un oficio muy respetable, por cierto.
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