Anabel Hernández: publirrelacionista de Caro Quintero

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La segunda entrevista que Anabel Hernández hizo a Rafael “Caro” Quintero –divulgada a principios de abril– es una afrenta a la sociedad y al periodismo. A la sociedad, por ayudar a limpiar la imagen de uno de los capos más siniestros de México, y al periodismo, por semejante muestra de mal oficio.

La primera entrevista, o mejor dicho “publientrevista”, tuvo lugar en el 2016 y, dos años después, Anabel Hernández repite el error. Antes, cobijada por Proceso TV, ahora, por Aristegui Noticias.

“¡Qué importante, esta entrevista!”, le dijo Carmen Aristegui a Anabel Hernández el 9 de abril durante su noticiario online. Y como si fuera un gran logro, comentó que tal conversación se suma a la lograda por Julio Scherer con Ismael, el “Mayo” Zambada, y a la que hizo Kate del Castillo al Chapo Guzmán (¿eso fue una entrevista?), en materia de acercamientos con personajes del narcotráfico.

Tal como acostumbra a hacer con piezas que considera destacadas, Aristegui no sólo publicó la entrevista de Anabel Hernández (texto y video en cinco partes), sino que además le dedicó largos comentarios, análisis y realizó una entrevista en vivo con la reportera. El historiador Lorenzo Meyer participó en dichos comentarios. En la conversación que sostuvieron, ambas intentaron justificar por qué es importante divulgar los dichos de un notorio narcotraficante, conocido por su crueldad, convicto por asesinato y liberado no por ser inocente, sino por un error procesal.

Fue reiterativo de parte de las dos el llamarlo “personaje”, para distanciarse de él y justificar la necesidad de “comprenderlo”, como si ello fuera importante para alguien (con excepción, claro de Anabel Hernández). Y si comprenderlo como personaje de estudio fue el objetivo –que lo dudo–, la entrevista fracasó miserablemente.

Pero lo peor de todo fue la afirmación de Anabel en el sentido de que Caro Quintero, por su trayectoria criminal, tendría la experiencia suficiente como para opinar sobre un tema muy grave: la amnistía a narcotraficantes sugerida por Andrés Manuel López Obrador.

“La suma de su experiencia en el mundo criminal me parece que le da la categoría de tener cierta capacidad para entender qué es el problema y para expresar una idea”, dijo incoherente Anabel Hernández, al conversar con Aristegui.

Un aura romántica para el delincuente

Anabel generó varias piezas a partir del encuentro con Caro Quintero. Una grabación que segmentó en cinco partes y que acompañó de sendos textos y comentarios al interior de la grabación, y una versión escrita, la cual es pródiga en imágenes pretendidamente poéticas.

Nos cuenta Anabel Hernández que a pesar de su edad, Caro Quintero conserva su figura esbelta y erguida “como una lanza”. Se detiene en los detalles de su vestimenta “impecable” y agrega que, en contraste, sus zapatos están llenos de polvo.

Tiene el pelo teñido de negro y usa una gorra “Adidas”, lo cual no le parece extraño en un hombre que asegura que, si tiene algo para comer es gracias a la caridad de las personas.

Nos hace saber, mediante una pregunta directa, que Caro Quintero “vive con dolor”. Se lo pregunta y él dice “claro que sí, por tanta injusticia”.

Además Anabel, cómo no, aprovecha para poner el reflector sobre sí misma: “viajé, pensé, llegué, me dijo, lo confronté, le respondí…”. Eso se suma a las escenas en blanco y negro en donde la vemos en actitud pensativa, como quien tiene una gran misión.

El “personaje”

Tanto Aristegui como Anabel, de manera reiterada, llaman “personaje” a Caro Quintero, lo cual, a nivel comunicativo, tiene un efecto importante sobre la manera en que puede ser percibido.

Este sustantivo ayuda a reducir, en la percepción, sus dimensiones criminales y a comunicar una “naturaleza unidimensional”: no es alguien que cometió graves delitos y a quien estamos haciéndole relaciones públicas, sino un algo que queremos comprender, nada más, no se nos tome a mal, por favor. Es mero interés intelectual.

Dar voz a quien no la merece

Supongamos que, en efecto, “comprender” a Caro Quintero es relevante para entender el tema del narcotráfico, a nivel general. Que conversar con él pudiera aportar algo a esa comprensión.

Cuando una persona se convierte en fuente para “comprender” un fenómeno (eso dijo Anabel), sus dichos no deben amplificarse más allá de lo que el valor de la información que provee lo justifique.

En lugar de eso, Carmen Aristegui y Anabel Hernández convirtieron a Aristegui Noticias en el escenario en donde Caro Quintero le grita al mundo su inocencia. Amplifican su voz para que, condescendiente, ofrezca su “ayuda” al presidente de México en el tema de las drogas, “porque estoy limpio”.

¿Qué información de valor dio Caro Quintero? Ninguna. Absolutamente ninguna. No para nosotros. Para él, mucha.

La trayectoria criminal es un expertise o Caro Quintero como líder de opinión

Como lo leen. Para Anabel, como citamos arriba, la trayectoria de Caro Quintero dentro del narcotráfico lo “capacita” para opinar respecto a un tema tan complejo como es la posible amnistía a delincuentes sugerida hace unos meses por Andrés Manuel López Obrador.

Así, alguien cuyo único mérito fue romper la ley y generar violencia en numerosas formas se convierte en una suerte de conocedor con autoridad para opinar en un tema tan colosal. Por arte de sus varias décadas como delincuente se le puede considerar una especie de líder de opinión.

Al conversar con Aristegui, la reportera explicó: “Para mí es fundamental esta opinión que externa Rafael ‘Caro’ Quintero”, en el sentido de que México podría intentar la amnistía a narcotraficantes, tal como lo hizo Colombia. “La suma de su experiencia” lo capacita para ello, dice ella. Y él, en el video, agrega que puede aportar “porque estoy limpio”.

Qué patético. Anabel, qué obvia eres. Aristegui: qué vergüenza que cobijes algo así.

A Caro Quintero se le cayó la máscara

Tanto en la entrevista del 2016 como en ésta, Caro Quintero mantuvo una máscara de viejito vulnerable, disminuido, que no trae un peso encima y que si come es porque la gente le comparte.

En ambas entrevistas, Caro Quintero es un ingenuo campesino que ha cometido “errores” y ya ha pagado su deuda con la sociedad. Nada queda de aquel varón violento, opulento y ostentoso que fue en la juventud, en el pináculo de su poder como capo. Ahora, perseguido injustamente por las autoridades, vive aterrorizado, con dolor, “totalmente paranoico”, dice la reportera.

ANDREA MURCIA / CUARTOSCURO.COM

Anabel nos cuenta que su terror es tal que incluso no se ha podido operar de la próstata porque no tiene un lugar seguro para convalecer. Qué triste, caray.

Pero hay un momento en que a Caro Quintero se le cae la máscara. Cuando habla sobre la amnistía y considera que México podría intentarlo, agrega: “Colombia lo hizo”.

Con esta breve frase, vemos al auténtico Caro Quintero: una persona inteligente, astuta, informada, que tiene su propia agenda y que, por medio de Anabel Hernández y Carmen Aristegui, quiere sembrar en la opinión pública la percepción de que una amnistía es una opción viable.

Caro Quintero corrige casi de inmediato, diciendo que algo supo al estar preso, porque a veces lo dejaban ver televisión. Más adelante comenta como de paso que, de vez en cuando, lee “periódicos viejitos”, pero que, en realidad, está muy desconectado de lo que pasa en México.

Anabel le hace el juego: al hablar con Aristegui, dice enfática que es momento de que la amnistía a delincuentes sea parte del intercambio público. Que se hable de ello, que se debata, dice.

Resalta “la importancia de que un personaje como Caro Quintero diga: ¿Por qué no lo intenta México?”.

¿Por qué no, Anabel? Pregúntale a las víctimas. También se merecerían entrevistas tan cacareadas como ésta.

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