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jueves 07 noviembre 2024

Charlatanes del arte

por Mireya Maldonado

Una mujer robusta, de cabello corto, está de espaldas, levanta los brazos tatuados para resaltar los bíceps; al lado de su imagen una leyenda dice: “Soy una doña brazuda/un señor coquetón/ un muchacho coyón/ la machorra de la que tu padre te advirtió”. Arriba otra imagen muestra a una joven vestida de blanco y acostada; simula estar muerta.

Ambas imágenes forman parte de las fotografías que exhibe en su portal Lorena Wolffer, artista y activista cultural que ha expuesto en varios países. Por ejemplo, el performance Mientras dormíamos (el caso Juárez) y el proyecto de arte en espacios públicos La belleza está en la calle.

Teresa Margolles, quien explora temas como narcotráfico,

violencia o represión a través de sangre y morgues, ha exhibido cobijas con las que se envolvieron ejecutados o fotografías de cadáveres desconocidos para exhibir las “diferencias sociales en México”, según se lee en la página culturacolectiva.com.

Una creatividad de monos

Abraham Cruzvillegas ha expuesto en numerosas bienales. Una de estas, Nuestra imagen actual: autorretratos recientes, consiste en una serie de dibujos de chimpancés, orangutanes, mandriles de tres por cuatro metros. La muestra “puede considerarse un reflejo de la sociedad contemporánea que destaca la destrucción del hombre por el hombre”, dice la revista Código en una entrevista con el autor.

Elisa Espinosa escribió el ensayo “La sangre performática y nuestro tiempo. Lorena Wolffer y Rosemberg Sandoval”, para hablar sobre las razones de los procesos creativos de esos artistas y la sangre que trabajan a través del performance.

Espinosa concluye en que “al contrario de lo que siempre creyó un sector o ala del arte occidental, y cierto tipo de racionalistas de pensamiento cuadrado, sí es posible hacer política con la intensidad de la expresión corporal y la emoción aparejada a una propuesta universalizante; en el arte del performance se unen plenamente esas cualidades en pro no solo de una ‘lectura’ más sustanciosa de la realidad, sino de su vivencia y contemplación, acciones que iluminan la conciencia y, más a fondo, la plenitud vegetativa del ser”.

La crítica de arte Avelina Lésper dice en “Del Pop Art al Populismo”, publicado por Letras Libres en agosto del 2013, que algunos escenarios artísticos son “un conjunto de obras y objetos sin factura y sin inteligencia” que pretenden “crear conciencia”. Los autores de esos escenarios se solidarizan así con “cualquier causa políticamente correcta” pero sus denuncias “nunca ponen en riesgo al patrocinador”. “Utilizan taxis, figuritas de santos de plástico, anuncios de carnicerías, que fuera del museo son manifestaciones de escasa cultura, pero que apropiadas por un artista y dentro del museo, se legitiman, se revalúan y son arte”.

Unos brochazos y lista la obra

El muralista Ariosto Otero, con más de 30 años de trayectoria, habla de casos en los que de pronto alguien se sintió llamado por el camino del arte. Recuerda a Roberto Robaina, quien en 2002 fue destituido en Cuba como ministro de Relaciones Exteriores y en 2011 ya era pintor.

“Llegó a México a presentar su obra y lo informaron en La Jornada. Tres brochazos, ¡pum, pum, pum! Esa era su creación, pero como había tenido un puesto en la isla le rindieron pleitesía. ¡Oh genio inmortal! Ése es el basurero que vivimos. ¿Dónde está el arte y la capacidad?”.

“Conozco a muchachos que en su vida han tomado un pincel para pintar un óleo, escultores de computadora que jamás se han acercado a una bola de barro, que nunca han tallado una piedra, que no saben cómo se maneja el yeso.

“Varios van a Pietra Santa en Italia, con un papelito donde tienen su escultura y le dicen a los canteros: quiero que me hagas esta pieza y le pongas mi firma. Otros tienen en sus talleres maquinaria, gente haciendo sus esculturas o grandes fundidores de bronce que hacen las obras de esos ‘grandes genios’ que han demeritado a quienes sí se manchan las manos todos los días y producen obra monumental con una fuerza impresionante”.

¿Quiénes son esos impostores? La idea no es acusar a nadie, las máscaras se caen siempre, dice Ariosto.

De presupuestos y becas

El tema del arte en México sobrepasa el mero proceso creativo, se esté o no de acuerdo con su tema, técnica o fondo. Se trata de un asunto complejo y controversial. Por ejemplo, en el artículo “There´s no Business Like Art Business”, publicado en su blog, Avelina Lésper escribió el 3 de marzo de 2013: “Los presupuestos que maneja la UNAM se hacen con la obligada discrecionalidad y opacidad de un grupo que se desarrolla con ‘autonomía’ y sin rendir cuentas a nadie. La adquisición de obra que, según su Dirección General de Patrimonio Universitario, se llevó a cabo durante el ejercicio 2007 hasta lo que llevamos del 2013, suma un monto de 13 millones 478 mil pesos”.

Parte de ese dinero fue para pagar un millón 600 mil pesos por un camión de cascajo de Teresa Margolles, o 575 mil pesos que costaron sus cobijas, cuyo valor artístico se basa “en la ficción de que eran para cubrir cadáveres”. Flebitis, un par de botas con unas peras de boxeador adentro, de Abraham Cruzvillegas, fueron adquiridas por 182 mil pesos.

“El criterio de compra evidencia su apoyo a una sola corriente estética y lo hacen con dinero que proviene de los contribuyentes: se está utilizando el erario para posicionar artistas. De esta inversión de más de 13 millones únicamente 2 millones 702 mil pesos fueron dedicados para adquirir artes plásticas, y eso que entre las obras listadas hay un lienzo blanco de Mónica Castillo por 176 mil que se pudieron haber ahorrado”, opina la crítica de arte.

El muralista Ariosto Otero señala que “los dos sexenios pasados la cultura en nuestro país fue depredada casi al punto de la extinción”. Y cita un ejemplo. En 2012 la convocatoria para proyectos de inversión en la producción de pintura, danza, obras literarias, música, así como para la distribución de películas cinematográficas nacionales del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) “de 50 cuartillas aproximadamente, decía que la solicitud de apoyo que acompañara a una obra requería montar una empresa, con oficina, secretaria, tesorero, teléfonos. A cada ganador le darían dos millones de los 280 que había para repartir.

“Nunca se nombró al muralismo y la pintura nacional solo quedó en el título. Todo estaba dedicado a esas mafias que cuelgan hilitos y se sienten genios, a quienes asesinan perros para mostrarlos. El presupuesto está dedicado a un basurero”.

¿Y la pintura?

En una somera revisión de los resultados de dichas convocatorias, publicados cuando finalizaba el 2012 enhttp://www.conaculta.gob.mx/recursos/finan_proy_cult/ RESULTADOS_EPROS_GENERAL.pdf, puede verse, por ejemplo, en el desglose de los proyectos de inversión en la producción de pintura nacional que algunos proyectos ni pintaron pero sí recibieron apoyo.

A Hot Píxel Interactive S.A. de C.V. le fue aprobado un monto de un millón 500 mil pesos por su proyecto “Ceguera Circular”. La empresa se dedica a la creación de medios que funden arte, diseño y tecnología para desarrollar nuevas formas de interacción. Algunos de sus clientes son Coca-Cola, Nike, Ely Guerra, Ars Electrónica o el Palacio de Bellas Artes.

Otra empresa dedicada a servicios de consultoría en computación, obtuvo por su proyecto “Procesos New Media” la cantidad de 756 mil 630 pesos. Pero Poink Technologies S.A de C.V carece de página de Internet, sus teléfonos no corresponden al lugar y su ubicación no ha sido confirmada en la Delegación Miguel Hidalgo, según directorios empresariales del DF.

Pero además, ¿cuál es la relación de esas empresas y sus proyectos con la pintura?

Volvemos con Ariosto Otero, quien comenta: “En el 2006 varios medios, como La Jornada o Reforma, anunciaron que esas industrias produjeron 7 mil millones de dólares. Ahí está la cuestión, dieron dinero para ellas pero no para los verdaderos creadores”.

¿Cómo se justifican? Recurren a frases como “tenemos que estar en la moda y ser contemporáneos”. ¿Qué es eso? México no necesita estar en lo uno ni en lo otro. Es una nación con una historia milenaria, con valores intrínsecos que la hacen una de las grandes capitales culturales del mundo”, opina Ariosto Otero y cuestiona: ¿por qué ahora hay más pinturas de rayitas y menos compromiso en el arte? Porque todo mundo creyó que si las hace y las vende se vuelve genio.

Hay otros ingredientes de un complejo problema que menciona el muralista mexicano: los medios no están interesados en hacer una promoción seria de todo este trabajo, el Estado carece de proyecto para los jóvenes cuando debería abrir espacios para que se expresen en el arte, pero antes hay que formarlos. Mientras tanto, las becas son para los amigos.

Sobre muchos de los becarios, Ariosto pregunta “¿dónde está su obra? Pero algo digno, que no nos digan que se fueron tres años a darle vuelo a la hilacha por todas partes y luego salen con un pollo colgado”.

Tentaciones de las letras

En los proyectos de inversión en la producción de obras literarias nacionales, Rodrigo Daniel Castillo González recibió un millón 200 mil pesos por “La Dulce Ciencia Ediciones/ Esquina”, consistente en la edición de 12 números de su revista, así como una serie de libros. La decisión provocó una polémica con el poeta Mario Bojórquez, quien calificó al beneficiario y a Mauricio Salvador, quien trabaja en Conaculta, como “gente basura y funcionarios corruptos”.

El 12 de diciembre, este último le respondió como integrante de la editorial. Señaló que los ataques se basan en que supuestamente ambos lograron influir en un proceso, anunciado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) y operado por el INBA, para que Rodrigo Castillo recibiera una “beca millonaria” y en que no son elegibles porque “somos trabajadores” del Consejo.

Aclara que no es una beca ni convocatoria del Conaculta o del INBA “sino un beneficio económico” que existe debido a que ambas instituciones, Imcine y comunidades artísticas de danza, música, literatura y artes plásticas” se acercaron a la Cámara de Diputados para solicitar que el artículo 226 Bis de la Ley del Impuesto sobre la Renta se ampliara”. Así, agrega, la Comisión de Cultura etiquetó en 2012, 280 millones de pesos. “Es un beneficio dirigido a los contribuyentes mexicanos”.

Mauricio Salvador continúa su defensa y alega en cuanto a las fracciones XIII y XV del artículo 47 de la Ley de Responsabilidades, que el poeta no entiende que aquellas “se refieren a sacar provecho de manera ilícita del cargo, o procurarlo a un tercero”. No entiende que “La Dulce Ciencia Ediciones /Esquina”participó lícitamente en una convocatoria pública adquiriendo responsabilidades fiscales sujetas a comprobación ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y que el proyecto de inversión fue revisado y avalado por el INBA”.

Mauricio Salvador le revira a Mario Bojórquez que sus argumentos son “la proyección de un hombre que busca achacar a alguien más lo que durante años sus colegas poetas le han atribuido a él y a su grupo cercano”.

De Mario Bojórquez dice “que efectivamente ha logrado hacer carrera literaria puesto que ha sido becario desde 1991 y lo será hasta 2015, y que el poeta cayó en falta cuando al recibir el Premio José Revueltas 2010 convocado por el INBA se pasó por alto que trabajaba como tutor (2009-2011) del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). “La convocatoria prohibía expresamente la participación a trabajadores del Conaculta. Y Bojórquez lo era”.

Estos argumentos de autodefensa de Mauricio Salvador dejan claro que trabaja para Conaculta, donde está sectorizado el INBA, así como para “La Dulce Ciencia Ediciones/ Esquina”; que debe estar expresamente prohibido formar parte del Consejo o alguna de sus dependencias para participar en convocatorias, de lo contrario no existe problema y que el Instituto, revisor de los proyectos de inversión y por tanto garante en la asignación del recurso a la empresa donde también presta sus servicios, puede incurrir en omisiones como en el caso del poeta Bojórquez.

Dos décadas de un Estado mecenas

Las becas para creadores mexicanos pretenden ser estímulo económico para realizar proyectos artísticos o culturales.

“El objetivo es que la herencia cultural de México crezca y se enriquezca. La contrariedad es que han transcurrido más de dos décadas y aún no se nota ningún cambio sustancial, ni en lo cultural ni, mucho menos, en lo social.

“No ha crecido a la par de la industria de la beca, por ejemplo, una industria de lectores. Tampoco vemos que las obras convertidas en parte de nuestro legado cultural sean precisamente las que fueron ‘subsidiadas’. Mucho menos notoria es la diferencia entre los tiempos en que la industria de la beca no existía y los tiempos de su instauración”, dice en su blog Rogelio Guedea, escritor y exbecario del FONCA.

Eduardo Cruz Vázquez, periodista y experto en economía cultural, comenta que parece haber en el FONCA un estancamiento de la masa intelectual que favorece casos de repetición de ciclos de los becarios, sobre todo cuando se habla del Sistema Nacional de Creadores de Arte.

“El FONCA perdió dos elementos fundamentales. Uno, captar recursos de otras fuentes que no fueran las que le asignaba el Presupuesto de Egresos de la Federación y por otro lado expedir recibos deducibles de impuestos a fin de que cualquier artista o grupo intelectual pudiera conseguir un donativo o apoyo cuando no estuviera constituido legalmente para ello”. También se olvidó ligar a los creadores con el mercado cultural. “Algún día se debe saber cuántos de los becarios y proyectos que apoyó en sus diferentes programas fueron viables en ese mercado y además perduran”.

En esa institución, se tendría que poner un alto a quienes durante dos o tres ciclos han sido becarios o han recibido proyectos y por otro lado darle un carácter mucho más productivo y vinculado al mercado cultural. La inversión del gasto público sobre personas o grupos debería servir para que los creadores se dediquen dignamente a lo que quieren. Pero me temo que esto no está en la mira de las autoridades culturales.

Para Agustín Sánchez González, historiador y escritor, una de las grandes tragedias de este país es la simulación: en las becas de jóvenes creadores, en la creación del sistema político perfecto donde los intelectuales, los creadores y los no creadores viven a expensas del Estado. Eso les ha restado independencia para cuestionar y ha detenido los procesos de creación literaria. “Los grandes artistas no necesitan beca. Rulfo nunca tuvo una hasta donde yo sé, Arreola tuvo chambas hasta los últimos días de su vida.

“Las becas que da Conaculta, nacionales y estatales, son un despilfarro enorme. Yo siempre he estado por desaparecerlas o hacerlas de coinversión. Además no existen mecanismos de sanción para quienes no entregan resultados”.

Antonio Ortuño, novelista y reportero, escribió en “La beca o la vida”, artículo publicado por El Informador en agosto de 2013 que hay varios argumentos contra las becas. “El principal que recuerdo tiene que ver con la selección específica de quienes los ganan”.

Pero otra objeción es que “los proyectos que las ganan no llegan a nada, es decir, no son escritos o se quedan inéditos por siempre jamás. Otra es que los sellos públicos absorben una cantidad significativa de los títulos de los becarios y su conocida mala distribución provoca que autores, a veces bastante decentes, dejen de ser inéditos…”.

También se dice que “hay quien escribe al gusto de los tutores del Conaculta pero luego no le interesa al común de los lectores. ¿Y por qué tendrían que importar los lectores en la ecuación? Porque ellos son quienes pagan los impuestos. Nomás.”

Los círculos de poder

El viejo tema de los cerrados círculos de poder permea todos los ámbitos de la cultura. Agustín Sánchez menciona a un grupo de funcionarios de Conaculta, parte de una generación que ahorita tiene entre 50 y 60 años, “que se incrustaron en la burocracia desde hace tiempo y han saltado a diferentes puestos.

“Para quienes no pertenecen a ningún círculo de poder enfrentan una lucha de sobrevivencia. Es mi caso, el de Orlando Ortiz, Víctor Ronquillo, Mónica Lavín, entre otros. Todos nadamos contra corriente haciendo nuestra chamba sin hacerle caravanas a nadie.

“Los juniors son otro problema. Muchas veces basta con el apoyo familiar para entrar al mundo de las artes. Son las herencias de los núcleos del poder que se cierran a todos los demás: no puedes publicar, pintar o exponer en ningún lado”. Teresa Vicencio, la directora del INBA del sexenio pasado, no tenía mayor mérito que el de ser hija de un senador panista, comenta Agustín Sánchez.

Las grandes editoriales, agrega el escritor, también obstaculizan un auténtico desarrollo del mundo de las letras. “No les importa la calidad sino lo que se va a vender. Hoy, antes de ver tu obra, la mandan a mercadotecnia para analizar si funcionará un libro en el mercado, por eso siempre he dicho que si Rulfo viviera en esta época nunca le hubieran publicado.

“Yo estoy convencido de que solamente el arte y la cultura nos pueden salvar, ayudarnos a vivir mejor, lo que no significa necesariamente dinero porque cuando te encuentras con la imaginación, con música maravillosa, con una obra de teatro, con un libro, te conviertes en alguien mejor”.

El arte y los artistas no son únicamente lienzos en blanco, sangre en cobijas que “concientiza”, pinturas de rayitas que presumen de abstractas, cerrados círculos, los becarios o Conaculta. Nos hace falta sensibilidad o educación. Como dice el comunicólogo Aarón Mejía: “¿Quién define qué vale la pena? ¿Cuál es arte y cuál no? Porque para mi la obra de Warhol es un cochinero pero se considera arte pop, ¡pero arte al fin y al cabo! Tal vez una vaca sagrada debió decir que eso valía y ¡cataplum!”

“El problema con las becas es que el gobierno las utiliza para comprar conciencias y reducir las libertades. Y México, al ser un país abandonado en lo educativo y cultural, al ser un país que no ha formado públicos para apreciar obras de disciplinas como la escultura, la pintura o una buena película, provoque también que los creadores jóvenes e incluso no tan jóvenes, no tengan más posibilidad que agachar la cabeza y estirar la mano. ¿Qué artista se va a ocupar de ejercer la crítica al sistema si de éste provienen sus posibilidades y recursos? Triste panorama para el arte que en última instancia debe estar hecho para liberar”, sintetiza Aarón Méjía.

Otra arista consiste en que debemos mirar con apertura las obras de los jóvenes en las casas de la cultura, en las calles, las propuestas que ya se exponen en algunos espacios que ni la prensa especializada o los funcionarios visitan, que no son parte de bienales ni de grupos. ¿Cuántos talentos se pierden? ¿Cuántas obras con mérito se entierran en el olvido?

La situación de los creadores y sus obras es compleja. Por supuesto, hay una gran cantidad de creadores que aportan al acervo cultural de México y, por tanto, de la humanidad, pero también abunda la charlatanería, la falta de transparencia en el gasto de los presupuestos, las dudas sobre la utilidad de las becas o sus resultados, la ausencia de mecanismos de sanción para quienes no producen nada durante sus tiempos como becarios, los grupos de poder que no dejan pasar a nadie, el desinterés de la gente por el mundo del arte.

Buena parte del arte en México parece, como la fotografía de Lorena Wolffer, la imagen de esa joven viva que parece estar muerta. La vocación creativa bulle en las venas de México pero la rigidez de los círculos viciosos, anclados en viejas prácticas, han hecho un revoltijo de simulaciones y prebendas.

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