febrero 23, 2025

El disfraz y la parodia de los personajes en Fiesta en la madriguera

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Fiesta en la madriguera es una novela del escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, publicada y editada en el año 2010 por Anagrama. En ella, se relata la historia del hijo pequeño y solitario de un capo del narcotráfico. La narración está llena de símbolos y ha sido aplaudida (con razón) por críticos nacionales y extranjeros. El presente trabajo tiene como objetivo analizar, precisamente, la construcción simbólica de los personajes del relato.

En el contexto de la semiótica carnavalesca de Bajtín, la construcción de personaje cobra especial importancia en la novela de Villalobos, pues todos ellos se configuran a través de la parodia, proceso que consiste en invertir las jerarquías tradicionales para dar una carga contraria de sentido y causar el efecto satírico que pretende el relato: provocar la risa en el lector.1 Dicho efecto paródico sólo es posible a partir de una existencia relativa. Al respecto, señala Juan Pablo Villalobos: la voz de Tochtli –al ser un niño– me liberaba de emitir ciertos juicios morales y también me permitía poner a funcionar cierta lógica del absurdo.2 Así, para explicar dicha construcción, tomaremos a cuatro personajes importantes en la historia y, como un punto adicional, retomaremos el asunto de los nombres nahuas que el autor utiliza para designar a sus personajes y la manera en que éstos contribuyen en la identificación paródica.

Yolcaut: El rey-narcotraficante

La jerarquía social tradicional propone que los delincuentes, y en este caso los narcotraficantes, sean considerados la escoria de la comunidad. En la historia de Villalobos, Yolcaut es El Rey, así con mayúsculas, pues su poder, dinero e influencias le dan el lugar de respeto y liderazgo que merecería un monarca, a pesar de que él es el narcotraficante. De ese modo, la parodia bajtiniana queda demostrada: “Aunque en realidad no le llaman Yolcaut, le llaman El Rey”.3

Otro elemento paródico en la construcción de Yolcaut es que, a pesar de ser el padre de Tochtli, no permite que éste lo llame papá: “Yolcaut es mi papá, pero no le gusta que le diga papá […] Yolcaut es de los realistas”.4

Efectivamente, Yolcaut es de los realistas, esas personas que ven el mundo de manera diferente y que no se tocan el corazón para cumplir con sus objetivos, pésele a quien le pese. Por eso, es y no es el padre de Tochtli. Él tiene presente que el vínculo de paternidad no debe existir con alguien que en un futuro deberá ocupar su lugar y tendrá que ser de los realistas, al igual que él lo es ahora. Además de responsabilidad, la paternidad genera un vínculo afectivo que en el contexto del narcotráfico es inútil y, en muchos casos, resulta una clara desventaja ante las adversidades que se puedan presentar, por lo que es mejor deshacerse del mote de padre.

Mazatzin: el culto

La jerarquía social invertida en la construcción del personaje llamado Mazatzin tiene al parecer tres maneras de manifestación, la primera de ellas es en la descripción que hace Yolcaut de quien es maestro de su hijo: “que los cultos saben muchas cosas de los libros, pero que de la vida no saben nada”.5

La aseveración anterior es una sentencia sobre Mazatzin que queda grabada en la mente del pequeño Tochtli. La segunda manifestación paródica es que, a pesar de ser una persona de buenas intenciones, con hambre y sed de justicia, Mazatzin queda convertido en un traidor: “Lo sabía, lo sabía: Mazatzin no es ningún santo, es un patético traidor”.6

En la segunda parte de la novela, cuando el profesor Mazatzin, disfrazado de Frankiln Gómez, hace obras de caridad, Yolcaut lo califica como un “santo” en tono irónico, afirmación que queda anulada y parodiada con su traición, como se lee en la cita anterior. Cometer el delito de la traición sólo puede ser pagado con el destierro, el odio y el olvido. Mazatzin no cometió mayor delito y su calidad humana y moral es bastante mayor a la de Yolcaut o a la del mismo Tochtli, y sin embargo es él quien debe ser castigado con cárcel: “El gobierno del país Honduras ya tiene una lista larguísima de delitos para dejar en la cárcel a Mazatzin por muchos años”.7

Su delito: buscar justicia y hacer públicas las excentricidades y bajezas de Yolcaut. Una nueva inversión paródica de la realidad. El bueno es castigado y el malo retratado como víctima de la traición. El ideal de “buen ejemplo” se reduce a lo patético y la escoria queda nuevamente exaltada por sus “hazañas” y en libertad.

El “gober” y la parodia política

El llamado “gober” no es un personaje demasiado relevante en la historia, sin embargo, existe una clara parodia de la clase política en la novela, que debe subyugarse a la autoridad del capo narcotraficante, cuando en la práctica debería ser por el contrario:

El gober es un señor que se supone que gobierna a las personas que viven en un estado. Yolcaut dice que el gober no gobierna a nadie, ni siquiera a su puta madre. […] Entonces el gober me preguntó mi edad y cuando se la dije opinó que yo todavía era pequeño para estas cosas. Ahí fue cuando Yolcaut se enojó y le tiró a la cara un montón de dólares que sacó de una maleta. Eran muchos miles. Y se puso a gritarle:

–Cállate, pinche gober, ¿tú qué chingados sabes?, pendejo, toma tu limosna, cabrón, ándale.8

Claramente, con el fragmento anterior queda explícita la parodia del político, aunque, a lo largo de toda la novela, Tochtli tiene reflexiones como la siguiente: “O sea que las guillotinas son para los reyes y los balazos para los presidentes “.9

En la cita anterior se puede apreciar que existe también una clara referencia a la autoridad política y cómo esta se ve violada por personajes de jerarquía menor. Además, los nombres utilizados como disfraz para Yolcaut y Mazatzin en la segunda parte de la novela son claras referencias paródicas de la política, pues Winston López (disfraz de Yolcaut) refiere a Winston Churchill, y Franklin Gómez (disfraz de Mazatzin) alude a Benjamin Franklin; así como los nombres de los guías en las expediciones por Liberia: John Kennedy Johnson y Martin Luther King Taylor, que claramente se relacionan con destacados personajes de la política estadounidense que demuestran la idea de que los balazos son para los presidentes.10

Tochtli y el disfraz

El personaje de Tochtli es de verdad “enigmático” (como él mismo diría), pues a través del disfraz siempre es lo que no es. Él es un samurái mudo, un vaquero o un charro muy macho, toma esas identidades a través del disfraz que construye con los sombreros y la bata de samurái (que es una simple bata de dormir): “Mazatzin no escribió nada sobre mí, hizo como si no existiera. Miztli opina que fue para protegerme. Patético. Yo soy un samurái y los samuráis no necesitamos que nos proteja nadie”.11

En realidad, Tochtli es un niño, por lo que resulta ser el más indefenso en la historia y, sin embargo, invierte este lugar y se convierte en un samurái, un guerrero invencible o en otros personajes de poder masculino. Es un personaje paródico-carnavalesco en el sentido en que nos narra el mundo de la novela desde una perspectiva infantil, de abajo hacia arriba, con ojos “nuevos” en la inversión de jerarquías. Su mundo (el mundo de Fiesta en la madriguera) es el “mundo al revés” del carnaval.

Los nombres y su contribución paródica

La voz náhuatl de los nombres con que Juan Pablo Villalobos designa a sus personajes contribuye a su configuración y a la función de los mismos en la narración, pues los identifica con las características que dichos nombres expresan. La parodia se encuentra en el origen mismo de las palabras, pues el significado de los nombres se relaciona con el papel que cada personaje desempeña en el relato. Quienes llevan esos nombres son lo que no son. En este sentido, el nombre resulta también el disfraz de carnaval que todos los personajes llevan puesto.

A continuación la lista de nombres de los personajes con su traducción al español(12):

Tochtli: conejo
Yolcaut: serpiente de cascabel
Mazatzin: venado
Chimalli: escudo
Miztli: puma
Chichilkuali: águila roja
Azcatl: hormiga
Cinteotl: diosa del maíz tierno
Quecholli: la preciosa pluma, penacho
Itzcuauhtli: águila blanca
Itzpapálotl: mariposa de obsidiana
Alotl: guacamaya, perico.

La lista anterior no requiere de mayor explicación, pues queda clara la función del nombre como disfraz en los personajes, y la manera en que este contribuye a la construcción del rol paródico que cada uno desempeñará a lo largo de la novela.

Conclusión

Como conclusión resulta pertinente acotar que que, precisamente, el título de la novela hace honor a su contenido y que la Fiesta en la madriguera es una de disfraces, en donde el delicuente se comporta como rey, el profesor como traidor, el niño como guerrero y el político como esclavo. Además, el nombre de todos los personajes nos permite saber la función que desempeñan en la novela. Así, a través de los postulados de la semiótica de Mijail Bajtín, Juan Pablo Villalobos construye la identidad simbólica de todos los participantes del relato y nos regala una novela de una manufactura sobresaliente y de un estilo impecable al que vale la pena acercarse.


Referencias

1 Pablo Nocera. “Parodia, ironía e ideología en Bajtín”, Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, 22:2, 2009. Consultado en junio de 2018. Disponible en: http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/22/ pablonocera.pdf
2 Laura Fernández. Una novela narra la vida de un narco desde los ojos de un niño. Consultado en enero de 2018. Disponible en: http://www.anagrama-ed.es/PDF/Villalobos 20NH%20 473%20-%20El%20Mundo%20E.pdf
3 Juan Pablo Villalobos. Fiesta en la madriguera, Barcelona, Anagrama, 2010, p. 92.
4 Ibíd. p. 13.
5 Ibíd. p. 16.
6 Ibíd. p. 93.
7 Ibíd. p. 97.
8 Ibíd. pp. 26-27.
9 Ibíd. p. 59.
10 Los nombres de los guías tienen en su contenido a los presidentes: John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson y Zachary Taylor, así como al activista social y premio Nobel de la Paz, Martin Luther King.
11 Villalobos, op. cit., p. 94.
12 Diccionario náhuatl-español. Consultado en junio de 2018 en: http://aulex.org/nah-es/

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