Hay una coincidencia entre una de las demandas de las feministas y el reconocimiento de las radios comunitarias en el Instituto Federal Electoral (IFE). Las feministas han dicho siempre que las mujeres necesitan ser nombradas para ser vi sual izadas . “Nombrar para reconocer”, han dicho ellas, porque
en la transformación del lenguaje está el inicio de la acción.
El Comité de Radio y Televisión del IFE, con su aprobación unánime de nombrar y poner reglas especiales para las emisoras comunitarias las ha reconocido y las ha visualizado. Alfredo Figueroa, Benito Nacif y Francisco Javier Guerrero (éste incluyó a las comunitarias en su propia propuesta) dieron un voto a favor después de que Marco Antonio Baños les presentó la proposición que le hizo llegar la Asociación Mundial de Radios Comunitarias.
Lo anterior no es un hecho menor. El IFE es un órgano del Estado que tiene a su cargo regular la contienda electoral en los medios de comunicación, incluidas las emisoras comunitarias, que son permisionadas, sin fines de lucro, con todas las obligaciones que marcaba el Reglamento de Radio y Televisión en Materia Electoral, pero sin los medios necesarios para cumplir a pie juntillas con él, aun cuando la voluntad de hacerlo existe.
La muestra es que en diciembre pasado, sin haberse cumplido el plazo de término de instalaciones (establecido por la Comisión Federal de Telecomunicaciones) para Radio Aro, en Nezahualcóyotl, Estado de México, el IFE les hizo llegar el pautado para la contienda electoral que se lleva a cabo en dicha entidad. Formalmente la radio iniciaba sus obligaciones a partir de febrero de 2011, mes en el que se cumplía el plazo para terminar de instalarse; sin embargo, el colectivo, en una acción de buena voluntad, dio respuesta al Instituto mencionando esta dificultad y señalando que transmitiría sólo aquello que le fuera posible en sus emisiones de prueba.
La impor tancia del nombrar. Las comunitarias han sido denominadas en el reglamento del IFE, por tanto han sido reconocidas por esta institución, reivindicadas en su existencia. ¿Es un hecho histórico?
Sí, lo es; aun cuando el hecho no les dé completa certeza jurídica, es la primera vez que se institucionaliza el concepto de radio comunitaria.
Suena a apología de la institucionalidad, pero ¿cómo no habrían las radios comunitarias estar alegres por un reconocimiento que pretende mayor equidad entre los medios de comunicación? Tenemos un Estado que no considera a las comunitarias como interlocutoras, que no las reconoce como medios de comunicación más allá de lo experimental (véase la respuesta de las secretarías de Salud del Estado de México y de Oaxaca en las solicitudes de publicidad oficial por parte de La Voladora y Radio Nnandía sin embargo, el Instituto Federal Electoral dice sí, son medios con características especiales; sí, son permisionadas, pero de otra calidad porque no tienen cómo sostenerse (a no ser porque las personas de la comunidad, en un ánimo colaborativo, le brindan su trabajo) y porque definen sus objetivos a través del servicio social.
Cómo no habrían de estar alegres, si el reconocimiento se traduce en ser nombradas pero también en hechos concretos, como dar cumplimiento a sus obligaciones tomando en cuenta sus horarios de transmisión, el personal que labora en la radio, el contexto cultural (no Horario de Verano, lenguas originarias, regímenes de elecciones por asambleas comunitarias), y la tecnología con la que programan.
Otro órgano del Estado Mexicano, el Poder Legislativo, no puede ignorar que existen otros medios que no son públicos ni de la iniciativa privada, que surgen de las necesidades informativas de las personas de una comunidad, que ponen a discusión las agendas locales y la nacional, que se retroalimentan con diversas visiones de quienes los gestionan y operan, y posibilitan el ejercicio de la libertad de expresión de la ciudadanía. Una acción desde el Legislativo a favor de las comunitarias sería de muy grande celebración.