Vivimos en una sociedad que cambia constantemente; los avances tecnológicos y científicos se dan de tal manera que es difícil adaptarse a su uso. Hace diez años el reproductor de discos DVD apenas comenzaba y su costo era muy elevado; estaba surgiendo el iPod para sustituir a los Discman y las computadoras Pentium III con Windows 2000 eran la novedad. Actualmente los reproductores son de tecnología Blu-ray, los celulares se han convertido en teléfonos inteligentes con reproductor multimedia, conexión 3G, conectividad Wi-Fi y cámara fotográfica, entre otras funciones. Varías versiones de Windows han dejado huella y actualmente las computadoras con Windows 7, a través de una conexión a Internet, nos permiten visitar páginas como YouTube donde encontramos videos al instante, redes sociales dirigidas a usuarios con intereses diversos como Facebook, Twitter, Myspace, etcétera.
La capacidad de interactuar socialmente en la red como se hace ahora es algo que incluso hace diez años no imaginábamos. El intercambio de información, fotografías y video es casi instantáneo y es utilizado por millones de personas. Si viajamos a los ochenta, seguramente tendríamos relojes analógicos o eléctricos marca Casio para despertarnos, no sería el celular el que nos despertaría, no se apagaría automáticamente en unos minutos, en caso de no haber sido apagado manualmente sonaría hasta agotar la batería. El uso de la computadora, al no estar extendido al público, me tendría ahora en una máquina de escribir, transportándome en un camión Delfín y escuchando a Michael Jackson.
Para buscar información utilizaría la Enciclopedia Durvan y visitaría la biblioteca, disfrutaría de Star Wars en Beta y luego en VHS y leería El Nombre de La Rosa para pasar un buen rato. Muchas de estas tecnologías y actividades a pesar de la existencia de las recientes tabletas y de múltiples páginas para descargar libros de Internet, siguen siendo una opción muy adecuada; los servicios en línea aun no se consolidan lo suficiente como para sustituir a estos medios.
Probablemente llegaremos a ver al libro en formato códex siendo sustituido por las tablets, de la misma forma que el correo tradicional, la música disco y el fax, se ven rara vez en la actualidad. Antes de entrar en pánico podemos tomar en cuenta que cuando el libro se extendió mundialmente, muchas personas estaban en su contra. Don Quijote de la Mancha es un claro ejemplo del miedo a los libros. La idea de que las personas se encerrarían en su casa, se volverían locas y se abstraerían de la sociedad estaba muy extendida.
Lo que se piensa ahora de las computadoras es muy similar y sólo es parcialmente cierto. Pueden llegar a darse conversaciones triviales a través de los servicios de mensajería instantánea como Windows Live Messenger, Facebook Chat, AIM. También podemos utilizar programas como Skype para conversar prácticamente en vivo, y correos electrónicos. Lo mismo sucedía en los ochenta que se daban conversaciones triviales entre amigos y se platicaba de John Travolta y Olivia Newton, los jóvenes llegaban a pasar todo el día en la calle, olvidando sus deberes y tomando Pepsi (porque en esos años ha sido la única ocasión en que esa marca le ganó a la Coca-Cola, precisamente, gracias a un comercial de Michael Jackson).
Es importante transmitir ideas, iconos culturales y técnicas del pasado que resulten útiles para el presente. Conviven formas diferentes de vida en un mismo espació al estilo de Yo-Robot de Asimov y muchas veces nos olvidamos del pasado. Por otra parte también es importante adaptarnos a las nuevas necesidades que nos brinda el presente y que nos ofrecerá el futuro. Las posibilidades que ahora tenemos a nuestro alcance, disminuyen las barreras del tiempo y el espacio. Hay recursos didácticos muy útiles como las presentaciones de Power Point y tenemos la capacidad de organizar nuestras actividades en una agenda electrónica, fotografiar información para después imprimirla o memorizarla, reproducir grabaciones de una presentación académica, etcétera.
El mundo de hace treinta años no se parece mucho a éste y por lo tanto la brecha generacional se hace más amplia dificultando la comunicación. Si somos capaces de entender tanto las formas de vida del pasado, como las formas de vida del presente, esta distancia puede disminuir y hacer el intercambio de información en vivo y en directo más sencillo.