febrero 23, 2025

Los Simpson: 20 años y contando

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Las series de televisión y sus antecesoras en radio siempre han tenido un notable éxito en la sociedad estadounidense y, por extensión, en otras latitudes. Según Gerard Jones, el secreto estriba en que se trata de productos diseñados por grandes corporaciones para el consumo en masa. Ello supone no sólo conocer lo que le gusta a las personas, sino sobre todo influir en sus preferencias, percepciones e intereses.

Aun cuando las autoridades gubernamentales estadounidenses intentaron, en la primeras décadas del siglo XX, tener un papel dominante en la radio, el principal medio de comunicación en aquellos tiempos, al final se impusieron los intereses corporativos, dado que éstos fueron capaces de crear emisiones atractivas para los radioescuchas. Se recuerda cómo, por ejemplo, el 30 de octubre de 1938 en el marco de las series Mercury Theater on the Air, Orson Welles presentó la adaptación de la obra de H. G. Wells, La guerra de los mundos en la radio, lo que provocó la histeria y el temor de varios cientos de miles de radioescuchas, al punto de que cuando Adolfo Hitler tuvo noticia de lo sucedido, comentó que el hecho mismo evidenciaba la decadencia y la corrupción de la democracia (y conste que Mercury Theater on Air no era la serie de mayor audiencia). Inclusive existen testimonios de que cuando Japón atacó Pearl Harbor, muchos estadounidenses recibieron la noticia con escepticismo y desconfianza, pensando que se trataba de otra historia ficticia. En cualquier caso, cuando la televisión hizo su aparición, numerosas series de radio fueron adaptadas para satisfacer las necesidades de entretenimiento de los televidentes.

En general, el formato de las series de radio y televisión ha favorecido una trama harto conocida: uno de los personajes actúa y se desenvuelve contra los intereses de los demás (la familia, los amigos, la oficina u otro), hasta que al final se transforma y modifica su conducta egoísta. Dicha trama ha sido una constante en las series estadounidenses por lo menos desde los años 50. Es verdad que ha sido necesario hacer adaptaciones al paso del tiempo, debido a los cambios en el contexto nacional y/o internacional, y también a la importancia de interesar a sectores de la población tradicionalmente excluidos (afroestadounidenses, homosexuales, madres y padres solteros, huérfanos, adoptados, viudos, hispanos y otras minorías), pero que al ser nichos de mercado con cierta relevancia, fueron tomados en cuenta.

En el caso de los dibujos animados, tradicionalmente se concibe que están dirigidos sobre todo a un público infantil, percepción no del todo acertada: Betty Boop, posiblemente el primer símbolo sexual animado, apareció en los años 30 en el marco de la gran depresión capitalista, y tuvo un enorme éxito en la población adulta. Hay episodios en los que Betty, quien se supone que tiene 16 años (aunque en otros momentos aparece casada y con muchos hijos), es víctima de acoso sexual, estando en riesgo su virginidad, aunque siempre alguien llega en su auxilio. Cuando la acosaban, Betty interpretaba una canción que se volvió muy famosa: Dont take my boop-oop-a-doop-away, una especie de súplica que bien podría traducirse como no me quites mi virginidad. Cuando la rescatan, canta No, he couldnt take my boop-oop-a-doop away, o bien, él no me pudo quitar la virginidad.

 

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Los dibujos animados también suelen ser vistos como protagonistas de historias fantásticas e inocentes, muy lejos de los vicios de la vida real. Sin embargo, en los primeros episodios de Los Picapiedra, Pedro y Vilma aparecían fumando cigarros Winston, porque esta marca patrocinaba el programa. Más controvertida fue la serie de Popeye el marino. Como se recordará, cada vez que Popeye estaba en problemas, tomaba una lata de espinacas, la abría y la consumía, muchas veces absorbiendo las espinacas a través de su infaltable pipa. Pues bien, espinaca es una de las múltiples denominaciones de la mariguana. Puesto que cada vez que Popeye comía espinacas, adquiría una gran vitalidad para enfrentar a los malosos, se especula que lo que realmente consumía era mariguana y como la ingería a través de su pipa, no falta quien diga que los guionistas de la serie no dejaban nada a la imaginación.

Un tema no menos importante es la relación entre la política y la cultura popular. Es claro que una serie como 24 se ha beneficiado del estado de ánimo que impera en la sociedad estadounidense tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, lo que favoreció la percepción de que el mundo es muy peligroso y que Estados Unidos se encuentra, como reza la publicidad para la actual temporada, bajo amenaza.

A diferencia de 24, los dibujos animados estarían llamados a ser más relajados, alejándose de la política, aunque, como bien lo refiere Joseph J. Foy, a propósito de Los Simpson, la cultura popular está llamada a interesar a los miembros de la sociedad, a los que tanto necesita el sistema político: Si la política es algo familiar [común], y comenzamos a tomar conciencia de su presencia cotidiana a nuestro alrededor, podríamos percibirla como la causa y la solución a los problemas que enfrentamos.1

Cuando George H. Bush afirmó que deseaba que los estadounidenses fueran más como Los Walton y menos como Los Simpson, la respuesta de Bart fue demoledora: nosotros también rezamos para que termine la recesión. Para los televidentes, muchos de ellos enfrentando problemas de desempleo, es natural que las palabras de Bart tuvieran tanta resonancia. Si un dibujo animado repite las frases que el obrero, el oficinista, etcétera, comenta con sus amigos, entonces, como expresión de la cultura popular que es capaz de convocar a los televidentes, conminándolos a interesarse en el sistema político.

En el inicio de la actual temporada, en el especial de noche de brujas, Homero Simpson acude a votar en los comicios presidenciales. La secuencia es divertida, porque cuando Homero presiona el nombre de Obama en la pantalla, su voto es acreditado a McCain. Homero repite esta operación varias veces, hasta que la máquina le agradece haber votado por el Presidente McCain. Este segmento fue transmitido por primera vez el domingo anterior a los comicios presidenciales de EU. Aun cuando la audiencia de Los Simpson no es tan alta en estos momentos como sí ocurrió en sus primeras temporadas, la serie todavía es vista por muchos millones de personas dentro y fuera de la Unión Americana. Al presentar a los republicanos como tramposos en el citado episodio, Los Simpson asumen una postura favorable a los demócratas y contribuyen a que el televidente tome cartas en el asunto, o por lo menos, que vaya a las urnas.

En cualquier caso, la irreverencia que caracteriza a Los Simpson se nutre de series previas, animadas y no animadas. Es cierto que la familia favorita de Springfield aborda con mucho humor y mordacidad hasta los temas y situaciones más delicados. También es cierto que la producción de cada episodio toma meses y que es una serie muy laboriosa y costosa. Baste mencionar que en la actual temporada, la 20, Los Simpson ya entraron a la era de la alta definición; eso sin dejar de lado que con notable frecuencia, los actores responsables de las voces de la familia amarilla piden aumentos salariales (antes del inicio de esta temporada lograron que su sueldo sea del orden de los 400 mil dólares por episodio para cada uno). Pese a los altibajos que a lo largo de dos décadas ha experimentado la serie, Los Simpson son una marca registrada del American way of life: nunca habrían visto la luz sin el ADN que heredaron de Los Picapiedra, Los Supersónicos y Walt Disney, por citar sólo algunos antecesores destacados.

¡Feliz cumpleaños!
En honor a la verdad, Los Simpson están cumpliendo 22 años desde su aparición en el Show de Tracey Ullman, el 19 de abril de 1987. En ese tiempo, no era una serie de televisión autónoma, sino pequeños cortos intercalados en el citado programa. Además, los personajes eran cualitativamente distintos a como se les conoce actualmente, aunque la familia contaba ya con Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie, con trazos burdos, si bien ya estaban delineados (es posible que ésa sea la razón por la que en 2007, a manera de festejo por los genuinos 20 años de su creación, Los Simpson, la película haya llegado a la pantalla grande). Es cierto que es hasta 1989 que Los Simpson comienzan a transmitirse como una serie independiente, con 30 minutos de duración (en realidad son 22 minutos, porque el resto del tiempo es para los anuncios comerciales), gracias al contrato suscrito con la Fox Broadcasting Company, mismo que incluyó una cláusula mediante la cual la empresa se abstendría de intervenir en el contenido de Los Simpson.

El primer capítulo fue un episodio sobre la navidad, transmitido en Estados Unidos el 17 de diciembre de 1989. Lejos de los dibujos animados clásicos, en que la navidad es asumida como una época de milagros y donde todos los problemas se solucionan, Simpsons Roasting on a Open Fire presenta a Homero, el jefe de familia, agobiado por la decisión de su jefe, el Señor Burns, de no dar aguinaldo a ninguno de sus empleados. Afortunadamente, Marge cuenta con algunos ahorros que guardó, a lo largo del año, en un gran frasco, y es con esos recursos que decide ir a la tienda a comprar los regalos de la familia. Sin embargo, estando Marge en el centro comercial, se encuentra con que Bart se hizo un tatuaje en el brazo, razón por la que los ahorros del frasco los gastará en la remoción, con láser, del tatuaje. Eso explica también la ausencia del árbol de navidad en la casa. Homero, ante las quejas de las hermanas de Marge, va a una zona restringida a la tala, corta un pino, recibe unos cuántos balazos de un cuidador aunque ninguno lo hiere y regresa a la casa con el anhelado árbol. A pesar de lo difícil de la situación, Homero no se atreve a decirle a la familia que no recibió aguinaldo, y consigue un empleo como Santa Claus en un centro comercial donde al final recibe una remuneración de tan sólo 13 dólares. Por consejo de su amigo Barney decide apostar sus 13 dólares en el galgódromo. El perro al que apostó Homero (Ayudante de Santa Claus) llega en el último lugar. El dueño echa al perro y Homero lo adopta. Al regresar a casa, el atribulado padre de familia confiesa a la familia que no recibió aguinaldo, aunque los niños se muestran eufóricos ante la presencia de Ayudante de Santa Claus. El episodio concluye con el abuelo Simpson tocando el piano, mientras toda la familia canta Rodolfo, el reno de la nariz roja. Como se ve, fue una navidad atípica para una serie de televisión, sobre todo, tratándose de dibujos animados. En cualquier caso, ese episodio fue la carta de presentación de Los Simpson, y con el que la serie inauguró una larga cadena de éxitos.

 

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Han transcurrido 20 años, con más de 400 episodios que divierten a audiencias de todo el mundo. Esto no deja de llamar la atención: después de todo, se trata de una serie estadounidense, que se aboca primordialmente a satirizar la vida cotidiana de la sociedad de ese país y de su cultura popular. Es cierto que la familia Simpson viaja de vez en cuando a otros países, y que también hay extranjeros que aparecen en la serie, pero en todos los casos se observan los estereotipos que la familia amarilla tiene sobre lo extranjero, y su percepción en torno a la forma en que viven y piensan otras sociedades, siempre desde la óptica simpsoniana léase, del estadounidense promedio. Con todo, no son sólo los televidentes de Estados Unidos quienes se identifican con las situaciones a que la familia amarilla se enfrenta. La globalización y el contexto histórico en que la disfuncional familia de Springfield vio la luz, contribuyen a su aceptación en diversas naciones del mundo.

 

¿Más allá de los dibujos animados?
Como se sugería líneas arriba, los dibujos animados en Estados Unidos tienen una larga historia que ciertamente va más allá de Los Simpson. Así, en muchos sentidos, Los Simpson vienen a ser la síntesis y la parodia de exitosas series de dibujos animados precedentes. A partir de la década de los 20, la industria de la animación experimentó un boom. Cómo olvidar al Gato Félix (creado por Patt Sullivan y Otto Messmer en los años 20 del siglo pasado a la ya referida Betty Boop (diseñada por Grim Natwick y que fue un verdadero icono a partir de los años 30 a Popeye el marino (de Elzie Crisler Segar, quien publicó una tira cómica por primera vez con este personaje en enero de 1929, a unos cuantos meses de que aconteciera la gran depresión a Tom y Jerry (concebidos por William Hanna y Joseph Barbera a Porky, Bugs Bunny, el Pato Lucas, Sam Bigotes, Speedy Gonzales, Piolín, y Silvestre (cuya fama obedece a la visión de Tex Avery y al diseño de los personajes a cargo de Fritz Freleng, creador también de la Pantera Rosa el Correcaminos (de Chuck Jones el Pájaro Loco (por Walter Lantz Scooby Doo (producida por Hanna-Barbera y que hasta 2005 era la serie animada de más larga duración, con 371 episodios, récord que perdió a favor de Los Simpson Don Gato y su pandilla y, por supuesto, Los Picapiedra (ambos también producidos por Hanna-Barbera), por citar sólo algunos.

Desde Los Picapiedra, que datan de la década de los 60, ninguna serie animada había logrado llegar con tanto éxito y en horario estelar a los hogares de los televidentes estadounidenses. La serie producida vio la luz el 30 de septiembre de 1960, desarrolló un total de 166 episodios, el último de los cuales se transmitió el 1 de abril de 1966.

Al igual que ocurre ahora con Los Simpson, Los Picapiedra revolucionaron los dibujos animados y diversas series se inspiraron en ellos (los mismísimos Simpson incluidos). De hecho hay similitudes y paralelismos en ambos: Homero Simpson es el Pedro Picapiedra contemporáneo: tonto, gordo y con barba, casado con Marge, ecuánime y delgada mismas características de Vilma. La principal actividad recreativa de Homero y Pedro es el boliche. El mejor amigo de Homero es Barney, y ése es el nombre en inglés del mejor amigo de Pedro (Pablo en español). Lo que es más: para el doblaje al español en México y América Latina, se recurrió en ambas series a actores profesionales, catapultando sus carreras histriónicas: Humberto Vélez y Víctor Manuel Espinoza son famosos como la voz de Homero; Marina Huerta da vida a Bart y Marge, y en Los Picapiedra Jorge Arvizu fue la voz de Pedro, en tanto Eugenia Avendaño hizo lo propio con Bety. Los paralelismos continúan, incluso si se piensa que una serie como Los Supersónicos, versión futurista de Los Picapiedra, tiene su réplica en Futurama, que en muchos sentidos es consecuencia de Los Simpson, creada también por Matt Groening (Los Supersónicos fueron obra de Hannah-Barbera en 1962, aunque ahora son propiedad de Cartoon Network).

Los Picapiedra fueron la primera serie que muestra a una pareja animada (Pedro y Vilma) en la cama, sea durmiendo o conversando. Homero y Marge han ido más lejos: las primeras palabras de Bart, siendo bebé fueron ¡Ay caramba! cuando entró a la habitación de sus padres y los encontró desnudos en la cama haciendo el amor. En Los Picapiedra es evidente el cariño que se profesan Pedro y Vilma. Sin embargo, en Los Simpson, pese a la estupidez endémica de Homero, Marge lo venera, fundamentalmente porque es una mujer satisfecha sexualmente.

Los Picapiedra abordan temas como la infertilidad, en el caso de Pedro y Bety, y, en consecuencia, de la adopción del pequeño Bam-Bam. La serie también toca el tema de la maternidad, en el caso de Vilma, quien da a luz a Pebbels. Ambos tópicos son retomados en Los Simpson, aunque evidentemente en el momento actual no son tan revolucionarios.

La sociedad estadounidense es conservadora y ello es incorporado por los guionistas de las series, particularmente en las que los protagonistas son familias. Los Picapiedra, aun cuando están rodeados de dinosaurios, casas de piedra, automóviles que son puestos en marcha con los pies de los pasajeros, y vestimentas de pieles de animales, retratan fielmente a la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX. Con el nacimiento de Pebbels, Los Picapiedra se erigen en una familia nuclear, cuya rutina es idéntica a la de millones de familias estadounidenses: el padre va al trabajo por la mañana, regresa a comer y ve televisión, o bien, va al boliche con sus amigos. La madre se hace cargo de las tareas del hogar, cuida del bebé, recibe y alimenta al esposo cuando éste regresa del trabajo, y más tarde se reúne con su vecina para conversar. Este ciclo se repite una y otra vez en los episodios de la serie.

Sin embargo, es posible que con la crisis que vivió la sociedad estadounidense en el contexto de la guerra de Vietnam, la funcionalidad de la familia Picapiedra no encajara en las vivencias de los televidentes. Y aun cuando las series de dibujos animados continuaron en las siguientes décadas, pareciera que no fueron capaces de llamar la atención de los segmentos de la población que tanto le interesan a los productores y los patrocinadores (aunque habría que añadir que Los Picapiedra, a diferencia de otros dibujos animados, como los que se transmiten en Cartoon Network, tienen problemas legales, porque la Warner Brothers es la propietaria actual de los personajes de Piedra dura, en tanto la compañía que distribuyó la primera película de la serie en 1967, pertenece a Sony Pictures).

Los recursos narrativos que hacen a Los Simpson (y a sus sucesores) tan atractivos no eran del todo nuevos en 1990 [cuando la serie comenzó a transmitirse periódicamente]. Por el contrario, las nuevas series se beneficiaron del camino andado por series animadas de televisión en horario estelar que se desarrollaron décadas atrás. Los creadores de Los Picapiedra y Los Supersónicos explotaron el singular potencial de la animación como un instrumento para desarrollar la ironía de una manera peculiar, estrategia heredada y ampliamente desarrollada por los creadores de Los Simpson años más tarde. Si bien el género de las series de comedia ofrece una forma de presentar historias acerca de experiencias humanas comunes en menos de 30 minutos, la animación elimina cualquier necesidad de cumplir con las expectativas o la veracidad. Al igual que ocurre con las caricaturas para niños, los televidentes se acercan a estas series animadas de comedia sabiendo que lo que verán no es creíble, y en el camino absorben muchos comentarios sociales. ¿Cuántos de nosotros habríamos reído al presenciar la cirugía de corazón que sin ningún cuidado le realizó el Dr. Riviera a Homero Simpson, si en su lugar estuviera un actor humano? Probablemente no muchos. Pero podemos reír ante la imagen de una caricatura irreal sobre un ser humano, quien, en cualquier otro episo-dio, probablemente se habría provocado más daño a sí mismo, fuera al chocar su auto contra un árbol, o al comportarse de manera negligente en el trabajo que desempeña en la planta nuclear

Los Picapiedra y Los Supersónicos podrán haber hecho mofa de la institución del matrimonio o de la hipocresía de los empleados en el lugar de trabajo, pero la crítica desarrollada en estos programas nunca fue tan abierta ni explícita como la que regularmente incluye la narrativa de Los Simpson. En este sentido, Los Simpson han incursionado en un nuevo territorio de la comedia en televisión. Sin embargo, ello no contradice el argumento de que Los Picapiedra y Los Supersónicos fueron un punto de viraje en la industria del entretenimiento de la televisión. Estos esfuerzos pioneros de Hanna-Barbera fueron tan novedosos como las series de comedia podían serlo en ese tiempo.2

¿Cómo crear una audiencia?
Con el fin de la guerra fría y la globalización rampante, era necesario que los dibujos animados se renovaran. James L. Brooks, productor de Los Simpson, hizo una consideración muy arriesgada: se propuso dar vida a una
serie animada, que además sería transmitida en horario estelar. Brooks apostaba a la ausencia de comedias en horario prime time en el rango de 18 a 49 años de edad. Como es sabido, en este rango se encuentra el grueso de los consumidores de la clase media estadounidense.

De nuevo, Los Picapiedra eran el referente: desde los años 60, ninguna serie animada había figurado en horario estelar. En ese momento, una de las series más exitosas era el Cosby Show y parecía que nada ni nadie podían rivalizar con él. Y después del episodio de navidad, Los Simpson lograron algo que no había ocurrido en mucho tiempo: crear una audiencia para series animadas, situación de la que se han beneficiado Padre de familia, Futurama, Los Reyes de la colina, South Park, y American Dad. Además, con frecuencia, Los Simpson interactúan con los personajes de las demás series. Por su parte, éstas rinden tributo a Los Simpson, como lo muestran los extraños personajes de South Park, en el episodio Esto ya lo hicieron Los Simpson. En cualquier caso, todas estas series han visto la luz gracias al éxito de Los Simpson. Pero, ¿cuál es el secreto?

 

Los Simpson muestran a la familia como parte de una comunidad más amplia y afirman, en efecto, el tipo de comunidad que puede hacer sustentable a una familia Con su naturaleza violenta [Homero siempre trata de estrangular a Bart] y su mofa sobre ciertos aspectos de la vida diaria, Los Simpson tienen una función afirmativa y terminan celebrando a la familia nuclear como institución Aunque muchas personas consideran que atenta contra los valores familiares estadounidenses o que vulnera su autoridad, de hecho Los Simpson nos recuerdan que el rechazo al autoritarismo es en sí misma una tradición estadounidense y que la autoridad de la familia siempre ha sido un problema en la democracia de EU. Lo que hace a Los Simpson tan interesantes es la manera en que combinan el tradicionalismo y el antitradicionalismo. Continuamente se burlan de la familia estadounidense tradicional. Pero ofrecen una imagen perdurable de la familia nuclear en cada acto en que la satiriza. Muchos de los valores tradicionales de la familia estadounidense sobreviven a esta sátira, en especial los valores de la familia nuclear misma.3

 

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Así, Los Simpson recrean valores e inclusive muestran una añoranza por tiempos mejores, si bien terminan por aceptar las cosas como son.

Una característica de la sociedad del vecino país del norte es lo que se conoce como excepcionalismo estadounidense. A grandes rasgos, se trata de la creencia de que la sociedad estadounidense es especial, distinta de otras, y con una misión casi mesiánica en el mundo. Asimismo, se parte de la creencia de que son los estadounidenses los que tienen la razón y los que saben hacer las cosas. En Los Simpson, el excepcionalismo es recurrente. Para empezar, como familia de clase media que es, posee ciertos privilegios que no están al alcance de otros: dos coches, una linda casa, diversiones e, inclusive, viajes al extranjero (o mejor aún, al espacio exterior). Homero, por más tonto que sea, tiene un empleo para el que no está calificado, y aun así se las arregla para proveer de un ingreso a la familia, ir a la taberna de Moe, y solventar los problemas que se presentan. Por ejemplo, cuando el saxofón de Lisa fue destruido tras una discusión con Bart, Homero le compró uno nuevo, con muchos sacrificios, sí, pero la prioridad de la familia es que Lisa, como superdotada que es, desarrolle sus habilidades, por lo menos, en la música. ¿Cuántos padres no harían lo mismo por el bien de sus hijos?

Es muy interesante observar también que los defectos de los personajes de la serie son igualmente parte del excepcionalismo y que al exaltarlos queda de manifiesto que existen límites que no es conveniente traspasar. Bart puede decapitar la estatua de Jeremías Springfield o vender su alma a Milhouse, o romper todos los cristales de puertas y ventanas de la ciudad con los altavoces de la policía, o bien, asesinar a tiros a una pájara, pero lo que sigue a estos actos es un sentimiento de culpa, o una oración en busca de ayuda, o la reclusión en una escuela militarizada, o la adopción de los pajarillos que quedaron huérfanos. Es decir: si se traspasan los límites, lo único que puede esperar Bart es un gran sufrimiento. Ya lo decía Nancy Cartwright, la mujer que le da a Bart la voz en inglés: En realidad Bart es un buen chico. No es malo, a diferencia de otros caracteres [animados] que le siguen, como [Eric] Cartman (de South Park), o Beavis y Butthead. Bart hace muchas cosas feas, pero no son graves para los estándares actuales. Lo que causó tanta controversia hace 19 años, no es siquiera preocupante en la actualidad. Bart no ha cambiado.4 Esa aseveración es muy importante, porque Bart sigue haciendo travesuras, y ya pasaron más de 20 años. Por lo tanto, si no ha cambiado, lo que sí se ha modificado es la manera en que las personas ven a los dibujos animados, o dicho en otras palabras: Los Simpson cambiaron a los televidentes e internautas (a propósito de Internet como otro socorrido medio para acceder a los episodios de la serie) y al hacerlo generan en el público nuevas expectativas que otras series explotan (en South Park, por ejemplo, Eric Cartman intentó exterminar a los judíos). Mientras tanto, Los Simpson mantienen su perfil de familia nuclear y se mueven en el universo de lo políticamente correcto.

Siguiendo con la excepcionalidad, lo que es cierto para Bart, también lo es para los otros personajes, como Homero, cuya conducta y acciones dejan mucho que desear. Trátese de la falta de ética laboral de Homero, su flojera, sus valores, su estupidez, su escasa sensibilidad, o su poco aseo personal, nos quedamos con la idea de considerar todas las cosas que Homero podría modificar para mejorar prácticamente en cada aspecto de su vida. Dado que Homero intenta representar al estadounidense promedio, los espectadores tendrían que considerar que ellos mismos también son parte de lo que anda mal en Estados Unidos.5

 

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El excepcionalismo en Homero radica en que, aunque seguramente no merece todas las cosas buenas que tiene (empleo, familia, amigos), a final de cuentas las tiene. Eso sólo pasa en Estados Unidos, diría Homero. Pero si se asume que Los Simpson constituyen una especie de himno al excepcionalismo estadounidense, ¿por qué son tan populares en otras partes del mundo?

Al final, la razón última por la que los extranjeros aman a Homero Simpson (en una encuesta de la BBC de 2003 fue votado como el más grande estadounidense de todos los tiempos) es porque él está realmente dispuesto a criticar los aspectos de la cultura de la que forma parte a pesar de que cree fervientemente que Estados Unidos es un lugar excepcional. Pero lo hace de manera honesta, como también lo hace al criticar a otras culturas de la misma manera. Cierto, se meterá en problemas por ser, a ratos, demasiado etnocéntrico o demasiado crítico de otras culturas (Brasil amenazó con hacer un juicio en torno a un episodio)6, pero al final Homero es honesto acerca de lo que significa ser estadounidense, y de manera controvertida, respecto a lo que él y sus conciudadanos- define como lo que significa no ser estadounidense.7

Cómo celebrar 20 años de irreverencias
Para la temporada 20, la tecnología ocupa un lugar especial en la serie. Bart quiere un teléfono celular porque todos sus amigos lo poseen. Lisa, por su parte, sueña con un iPod (Mypod). Tanto Bart como Lisa obtienen, en los respectivos episodios, lo que quieren: Bart de la mano de Denis Leary, y Lisa gracias a Krusty, aunque, no sin problemas.

 

En estos días de crisis económica hay ganadores y perdedores. En la primera categoría figura la industria del entretenimiento: Charles Chaplin se convirtió en estrella en el marco de la gran depresión, porque las personas, agobiadas por el desempleo y las malas noticias, tenían, en el cine, una forma de esparcimiento. Lo mismo ocurre ahora, además de que las nuevas tecnologías posibilitan un acceso más amplio a películas y series de televisión (la Fox, por ejemplo, ofrece en su página en Internet no sólo adelantos de los episodios subsecuentes de sus series de mayor éxito, sino temporadas completas, como ocurre con 24).

Así que si las personas no quieren salir de sus casas, pueden, ciertamente, acceder al mundo del entretenimiento en cualquier lugar del planeta y desde la comodidad de sus hogares. Y siendo Estados Unidos el padre fundador de Internet y el país más digitalizado del mundo, tiene un enorme nicho por explotar antes que ninguna otra nación, porque al igual que cuando la radio emergió y fue necesario crear contenidos para sus transmisiones, hoy Internet tiene en la Unión Americana al país que posiblemente está mejor capacitado para llenar la red con sus industrias del entretenimiento. Si eso fue visualizado o no por los productores, directores y guionistas de Los Simpson, es irrelevante. Los Simpson exportan una cultura, por más local que ésta sea. Y como otros países no cuentan con los recursos para exportar sus culturas locales, entonces dejan un hueco que llenan las series estadounidenses.

¿Qué le depara el futuro a Los Simpson? Megan Mullen apunta que Los Picapiedra y Los Supersónicos nos proporcionan algunas pistas acerca de la suerte que a largo plazo correrán Los Simpson. La longevidad y popularidad de aquellos programas se integró por muchos de los factores que han hecho de Los Simpson una serie tan exitosa: una amplia base de seguidores, personajes sin cambios, amenidad, por mencionar sólo algunos. Tal vez si todavía podemos encender nuestro televisor en el 2025 y encontrarnos a Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie frente a nosotros como seguramente hacemos hoy con los caracteres de Los Picapiedra y Los Supersónicos entonces sabremos si los programas pioneros de Hanna-Barbera encontraron a sus legítimos herederos.10

En el episodio sobre el iPod se relata además la amistad que Bart desarrolla con un niño musulmán, y la preocupación que le provoca a Homero la posibilidad de que los padres de ese muchachito sean terroristas (es la primera ocasión en que los musulmanes reciben tanta atención en la serie). En otro episodio de la temporada, Los Simpson se quedan sin casa (se transmitió en la Unión Americana el 8 de marzo y la temática tiene el mérito de que se anticipa a la terrible crisis que aqueja a EU, dado que la producción de ese episodio, como muchos otros, requirió, por lo menos, seis meses). Ya se comentó también que en el inicio de esta temporada, Homero acude a votar por Obama. Otro hecho importante es que Maggie se quita el chupón para dar un breve discurso en la voz de Jodie Foster. Y también, a partir del décimo episodio, la serie ingresa a la era de la alta definición (no es la primera ocasión que esto ocurre con Los Simpson, puesto que su película de 2007 fue elaborada también en dicho estándar) con una nueva entrada (Bart escribe en el pizarrón Vale la pena el gasto en una televisión de alta definición), y aunque se respeta la secuencia de costumbre (Marge en el súper con Maggie, Lisa en la clase de música con su saxofón, Bart en patineta, etcétera), se introducen, en algunas partes, imágenes en tercera dimensión.

 

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Y para cerrar con broche de oro, las autoridades estadounidenses decidieron emitir, a partir del 7 de mayo, sellos postales de Los Simpson. Los festejos, por supuesto, continúan y se extenderán hasta enero de 2010. Por ahora, ya se tiene el acuerdo de producir dos temporadas más de la serie y hay fuertes rumores de un segundo largometraje. Pero antes de pensar en una nueva película, habrá muchas historias que contar. ¿Por ejemplo, será factible que la familia Simpson venga a México? Y si así lo hace, ¿qué destrozos provocará? Ojalá no se les ocurra venir al país cuando un domo encierre a la República Mexicana ante la epidemia de la influenza, mientras Tom Hanks aparece en anuncios comerciales diciendo que como el gobierno mexicano perdió la credibilidad le pidió a Hanks prestada la suya.

 

1 Joseph J. Foy (2008), Homer Simpson goes to Washington. American Politics through Popular Culture, Lexington, The University Press of Kentucky, p. 3.
2 Megan Mullen (2004),The Simpsons and Hanna-Barberas Animation legacy, en John Alberti (Editor), Leaving Springfield. The Simpsons and the Possibility of Oppositional Culture, Detroit, Wayne State University Press, pp. 82-83.
3 Mark I. Pinsky (2007), The Gospel According to The Simpsons. Bigger and Possible Even Better!, Louisville, Westminster John Knox Press, p. 218.
4 Rober Moore (25 July, 2007), Nancy Cartwright, Voice of The Simpsons, has a personal theme: Simpsons Forever, en Orlando Sentinel.
5 Steven Keslowitz (2006), The World According to The Simpsons, Naperville, Sourcebooks, Inc., pp. 156-157.
6 Se trata del episodio en que Los Simpson viajan a Brasil para buscar a un niño de la calle a quien protegía Lisa. Lo más controvertido del episodio, es que Homero fue secuestrado en un taxi en Río de Janeiro, y que fue liberado una vez que Los Simpson consiguieron el monto de la suma solicitada por los criminales. Según las autoridades brasileñas, ese episodio proyecta una mala imagen del país.
7 Steven Keslowitz, Op. cit., p. 157.
8 Paul Halpern (2007), Whats Science Ever Done For Us? What The Simpsons Can Teach Us about Physics, Robots, Life, and the Universe, Hoboken, John Wiley Sons, Inc., p. 36.
9 Duncan Stuart Beard (2004), Local Satire with a Global Reach, en John Alberti (Editor), Leaving Springfield. The Simpsons and the Possibility of Oppositional Culture, Detroit, Wayne State University Press, p. 290.
10 Megan Mullen, Op. cit., p. 82.

Los Simpson y la ciencia
¿Cuántas series de televisión se pueden jactar de que construyen episodios a partir de argumentos científicos? La ciencia, en muchos sentidos, involucra temas áridos, de difícil acceso para el común de los mortales. Incluso, podría pensarse que abordar tópicos científicos en una serie como Los Simpson, podría ahuyentar a los televidentes.

De hecho, en Los Simpson hay dos temas recurrentes: la religión y la ciencia. La alusión a ellos es frecuente. Sobre la manera en que la familia favorita de Springfield aborda el tema de la religión, ya se habló en este mismo espacio (véase etcétera de abril de 2008). Por lo que concierne a la ciencia, vale la pena formular algunas consideraciones. Más allá de las dotes intelectuales de Lisa, quien creó un robot gramatical, dio vida a un grupo de pequeños hombrecitos en un diente (con la ayuda involuntaria de Bart), y posee una amplia cultura general pese a tener solamente ocho años de edad, hay un sinfín de consideraciones científicas en la serie, por supuesto exaltando el temor a lo desconocido. Ya se explicaba el año pasado, que parte del interés de Los Simpson en la ciencia, se explica por el hecho de que hay un buen número de científicos que contribuyen a la serie como guionistas, productores y/o directores. Eso le imprime frescura a la serie, al introducir tópicos que en general parecen muy complejos.

Por ejemplo, ¿cómo afectan los genes Simpson a Lisa? Según el abuelo Simpson, la lucidez de Lisa se perderá a medida que vaya creciendo, porque esa ha sido la historia de todos los Simpson. Pero resulta que, luego de que Homero reuniera a toda su parentela y les preguntara sobre sus vidas, los genes Simpson sólo afectan negativamente al sexo masculino, convirtiéndolos en perdedores. En contraste, las mujeres Simpson son exitosas y brillantes. Por cierto que algo que ha mantenido la serie, igual que otras abocadas a la familia, es que los hombres son torpes y/o tontos, en tanto las mujeres son listas. Al menos en la familia Simpson se repite ese modelo (Marge, Lisa y Maggie son listas, especialmente las dos últimas), si bien el resto de las mujeres que aparecen en la serie son frustradas e infelices (las hermanas de Marge, la madre de Skinner, la maestra de Bart, etcétera). Pero resulta que las mujeres Simpson, aquellas que son familiares directas de Homero, son, si no superdotadas, mucho muy exitosas (lo cual contesta a la preocupación de Lisa, cuando se preguntaba si ella era adoptada, dado que no encajaba con el resto de la familia). Al margen de estas consideraciones, el episodio avivó el debate en torno a la genética y a las razones por las que una persona puede ser tan inteligente, mientras otros miembros de la familia no lo son.

Otro tópico importante es la energía nuclear, el cual, por supuesto, es igualmente satirizado. Un buen día, Bart atrapó un pescado con tres ojos, y la explicación que se le dio a este hecho fue que la planta nuclear de Springfield arroja residuos tóxicos al lago, lo cual provoca mutaciones en la fauna que ahí se encuentra. Este tema es nuevamente abordado en Los Simpson, la película, cuando Homero arroja una gran cantidad de excremento del puerco araña (y suyo) al lago, provocando su contaminación, y cuando una ardilla común y corriente cayó al lago, emergió como un monstruo con decenas de ojos. Pero volviendo al episodio sobre Blinky, el pez de los tres ojos, se observa una evolución en torno a la visión tan favorable que llegó a tener la energía nuclear en otros tiempos.

Las preocupaciones actuales en torno a los peligros de la radiación se encuentran muy lejos de la imagen que ésta tenía hace un siglo, cuando se le asumía como una cura para todo. Cuando Burns habla de los beneficios de la radiación, su mensaje es un regreso a aquellos tiempos en que el radio, un elemento radiactivo natural, era manipulado erróneamente en parte debido a la ignorancia en torno a sus peligros. Inclusive se le llegó a incluir en tónicos para la salud que se suponía darían a los usuarios una gran vitalidad y un brillo saludable.8

Así, al abordar este tema en un programa de televisión tan popular, el espectador podrá corroborar sus temores en torno a la radiactividad, aun sin haber leído sobre Einstein o los trabajos de los esposos Curie.

La incertidumbre que genera la ciencia, los misterios que encierra y, en general, el temor a lo desconocido, es perfectamente representado en la serie: cuando Bart descubre un cometa, resulta que éste se dirige justamente a la ciudad de Springfield a la que destruirá; cuando la familia viaja al parque de diversiones de Tomy y Daly, unos robots los atacan; y cuando Homero viaja al espacio exterior, una avería en la nave por poco le impide regresar a la Tierra. En suma, en Los Simpson, como en la vida real, la ciencia per se no es algo malo, pero despierta sentimientos de inseguridad y peligro.

 

 

 

Los Simpson y la globalización
Debido a la enorme influencia que posee Estados Unidos en el mundo, se podría pensar que Los Simpson forman parte de lo que ha dado en llamarse Imperialismo cultural. Después de todo, Los Simpson hablan inglés, están fuertemente endeudados, comen comida chatarra (hamburguesas Krusty), ven televisión, y Homero toma cerveza hasta decir basta. Por si fuera poco, todos son muy aldeanos, claro, con la excepción de Lisa. Los Simpson, como parte del American way of life son parte de un estilo de vida que se difunde al mundo. Y la serie y sus productos son consumidos con avidez.

Cuando Los Simpson, la película se estrenó en Francia, era casi imposible encontrar un comentario negativo sobre el filme por parte de los críticos. La película fue aclamada de manera unánime. Y en un país donde subsiste cierta animadversión a los estadounidenses, éste no es un suceso menor. ¿Será que Los Simpson lograron conquistar a los franceses sin provocar una sola baja? Y conste que cuando Bart viajó a Francia en un programa de intercambio, lo trataron muy mal.

Según Duncan Stuart Beard, Los Simpsons no constituyen en modo alguno un mecanismo de imperialismo cultural. Como sea que se interprete, la intención consciente del show nunca ha sido apoyar la expansión tiránica de los valores estadounidenses sino criticar y plantear interrogantes respecto a la identidad nacional estadounidense. En cambio, esta crítica nos lleva a reconocer la imposibilidad de una cultura global verdaderamente incluyente y homogénea. Con la expansión de voces heterogéneas en los medios masivos de comunicación, lo que tenemos ahora es un amplio espectro de culturas globales. Lo que presentan Los Simpson no es una forma de cultura global, sino una cultura local con alcance global.9 Puede ser, pero ¿cuántas culturas locales pueden tener efectivamente alcances globales? Los japoneses, por ejemplo, producen series de dibujos animados para la televisión, al igual que películas. De hecho, y haciendo un paréntesis, Los Simpson no son tan populares en Japón, dado que la industria animada local del entretenimiento es muy poderosa. Pero, ¿se podría considerar que los dibujos animados japoneses son dignos rivales de Los Simpson a escala global?

Otro tanto se puede decir de las series de televisión no animadas. En muchos países del mundo se producen series, pero las estadounidenses, con todo y las críticas que reciben (hace unos cuantos días el vespertino Le Monde hacía una fuerte crítica a todas las series estadounidenses (ojo: no a Los Simpson), destacando su mediocridad, los guiones inverosímiles y, en general, la crisis por la que atraviesa el sector), son mucho más conocidas. Y conste que, por ejemplo, los británicos producen series muy interesantes, incluso en formatos distintos al estadounidense, pero no logran trascender de la misma manera. Por lo tanto, aun cuando los padres fundadores de Los Simpson no se hayan propuesto conquistar el mundo, seguramente sí tenían en mente hacer un producto vendible, sobre todo porque la globalización incorpora día a día nuevos consumidores en las más diversas latitudes, de manera que los mercados internacionales son tanto o más importantes que el mercado interno estadounidense.

Sin ir más lejos: Los Simpson, la película costó 75 millones de dólares, y reunió ingresos en taquilla por un total de 527 millones 71 mil 22 de dólares, contando el mercado de EU y el internacional. Ahora bien, de esa cifra, 183 millones 135 mil 14 de dólares, o bien el 34.7%, correspondió a la taquilla dentro del país, en tanto 343 millones 936 mil dólares, o el 65.3% fue lo que recaudó en el resto del mundo.

Conforme a estas evidencias, ¿qué tan importantes son los mercados internacionales? En el ejemplo referido, el mercado interno estadounidense garantizaba con creces la recuperación de lo invertido en la producción de la película. Pero el mundo la consumió mucho más, incluso por encima de películas muy anticipadas como Harry Potter. Es decir que de cada tres personas que vieron Los Simpson, la película, dos se localizaban fuera de Estados Unidos.

Los Simpson, ciertamente, no se van imponiendo por el mundo a punta de bayoneta. Pero el gran dominio que tienen los medios estadounidenses en el mundo, es más efectivo que una invasión militar. Y Los Simpson son difundidos a través de una gigantesca empresa de medios, la Twentieth Century Fox Television, cuyos ingresos en 2006 fueron del orden de los 11 mil 700 millones de dólares.

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